Los últimos años del sector hotelero turístico dan cuenta, en términos generales, de una industria con la mira siempre fija en el largo plazo que sigue a la espera de los potenciales únicos que la Argentina alberga en su territorio, pero que no consigue terminar de realizar. En los números, el recambio de gobierno no trajo toda la bonanza que se querría: un dólar poco favorable, desafíos estructurales de competitividad económica y magro acceso al financiamiento son algunas de las barreras que han hecho de 2016 un año que parecería haber traído más continuidad que vientos de cambio.
Después de un año con caídas en la ocupación hotelera, en los primeros cuatro meses de 2017 se percibe un repunte en noches vendidas y viajeros hospedados. La expectativa luce muy saludable más allá de la coyuntura, pero los desafíos por resolver son múltiples.
La agenda turística estuvo sobre la mesa el pasado 21 de junio en la tercera edición de inverTur, el encuentro anual que reúne a los principales actores del sector y que tiene el foco en la promoción y el desarrollo de nuevos negocios. Celebraron que el gobierno de Mauricio Macri aprecie la relevancia del turismo. “Aunque no lo resuelve, decisiones como la devolución del IVA al turista por alojamiento van por buen camino. El gobierno anterior directamente negaba el problema del turismo”, remarca Andrés Kalwill, director de proyectos de Alvear Hoteles.
Rojo
El “problema del turismo” son los más de 8.500 millones de dólares de déficit en la balanza sectorial que registró el mercado de cambios en el último año. En el primer trimestre de 2017, el egreso neto de divisas por esa partida se ha deteriorado en un 40% adicional. Hasta abril, el país recibió del exterior unos 530.700 turistas menos de los que emitió al mundo, según los últimos registros de los aeropuertos de Ezeiza y Jorge Newbery. Como se ve, la discusión no se confina a la esfera privada sino que guarda relación con las políticas económicas.
Claro que no es todo homogéneo. “Creemos que la Argentina es genuinamente viable”, remarca Fabián Rodríguez Suarez, director de desarrollo del Cono Sur de la cadena norteamericana Hilton, que opera actualmente tres hoteles en nuestro país y planea la apertura de un cuarto en Pilar para principios del próximo año. Rodríguez Suárez explican que durante los últimos años sus hoteles mantuvieron una buena performance más allá de la merma de visitantes internacionales.
“Los cinco o seis millones de extranjeros anuales son muy bienvenidos. Son generadores de divisas, pero dentro del negocio hotelero no podés descuidar a los turistas internos. Siempre hay que prestarle mucha atención a la demanda local, un nivel de cerca de 40 millones de viajeros que es en algún punto neutral al tipo de cambio y que se trabaja en moneda local”, dice el director de Hilton.
En esa línea, desde el grupo hotelero francés Accor –que opera en la Argentina los Sofitel, Novotel, Mercure e Ibis, entre otros– ven oportunidades de desarrollo en el interior del país. “Vemos que, a excepción de Buenos Aires, no hay suficiente oferta de hotelería de calidad, y existen mercados en ciudades donde el hotel existente está muy cómodo porque no tiene competencia y puede cobrar tranquilamente tarifas de estándar internacional, aun cuando no lo tuviera”, dice Juan Paredes, gerente de desarrollo para el Cono Sur.
Restaurante
Para Kalwill, del grupo Alvear, las tarifas medidas en dólares están en línea. “No es el componente expulsivo en la Argentina. Lo expulsivo es salir a comer afuera, que sale más que en un restaurante de Estados Unidos o de Europa. Por ahora, somos un destino caro. La Argentina está muy subvendida. Hay que hacer mucho esfuerzo para promocionarse el país en el exterior, pero también hay que hacerlo beneficioso para la gente: los dos principales consumos del turismo son alojamiento y gastronomía”, explica.
“La competitividad está en la mesa de debate del sector”, dice Claudia Álvarez Argüelles, CEO del grupo de mismo nombre que comprende, entre otros, al Costa Galana en Mar del Plata. Agrega el shopping como otro factor que opera en la decisión emocional de los viajeros cuando eligen destino. “Pero nuestro análisis no se queda sólo con el tipo de cambio: por ejemplo, cerca del 50% de la tarifa en la Argentina termina siendo carga impositiva, cuando todos los países de la región operan por debajo de ese monto”, reflexiona.
Frente a nuevos competidores como AirBnB, Álvarez Argüelles explica que el sector hotelero desarrolló una modalidad de alojamiento formal con servicios reducidos de hotelería. Su grupo gerencia al momento unos 100 apartamentos en Buenos Aires. “Es un nuevo requerimiento mundial para inversores atomizados individuales que quieran generar una renta temporaria. Hay una solicitud del sector para que normalice la mal llamada industria colaborativa, que tiene fines específicos de rentabilidad sobre un activo y no es sólo compartir la casa”, arguye.
Trasversalmente, persiste la necesidad de destrabar mecanismos de financiamiento. Los empresarios recalcan que el fondeo en la Argentina es mínimo, casi siempre limitado al capital propio de las empresas, cuando en otros países hay instrumentos como los fondos de pensión o comunes de inversión que vehiculizan los proyectos hoteleros.
¿Cómo se valúa un hotel? ¿Cuánto se debería pagar por él? Hay varios métodos, pero según estándares mundiales que cuenta Álvarez Argüelles, un hotel cinco estrellas en el alto de la gama vale cerca de 200.000 dólares por habitación completa, mientras que un cuatro estrellas ronda entre los 100.000 y los 160.000.
por David Feliba
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