Eduardo Basualdo (Guido Limardo)

Eduardo Basualdo y el mundo como catástrofe

Es uno de los artistas más interesantes de la Argentina. Sus obras pueden verse en el Museo Moderno. Un paseo sobrecogedor por el interior de la mente y el desastre del mundo en pandemia.

Las exposiciones “Eduardo Basualdo: Pupila” y “Delcy Morelos: El lugar del alma” completan la primera etapa del programa anual “Un día en la Tierra”. Ahora son once las exhibiciones que, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, interpelan al público con un discurso variado y coherente.

Dibujos e instalaciones en “Pupila”, la muestra de Eduardo Basualdo que, como otras tantas, también comienza con una amenazante piedra oscura. En el primer dibujo, la masa negra parece a punto de partir una casa de igual tamaño. A través de la pupila -“pequeño orificio de color negro que regula el paso de la luz desde el exterior hasta el interior del ojo” y figura central de los dibujos- el artista bucea en las profundidades de su pensamiento. Trazados con tinta, lápiz o carbón negro sobre papeles blancos, los dibujos con materia negra que por momentos se adueña del cerebro, se empequeñece, obtura la pupila, se multiplica, quiere ser arrancada del rostro en el que está alojada. En otras instancias distintos fantasmas habitan su mente.

La muestra, con curaduría de Victoria Noorthoorn y con la colaboración de Clarisa Appendino y Alejandra Aguado, sigue el curso de las cavilaciones del artista durante el tremendo año 2020 cuando la pandemia se diseminó por el mundo. La catástrofe acecha y se desarrolla, a modo de reflexión, en los casi 50 pequeños dibujos restantes desplegados en paredes, blancas, rojas. Éstas guían al visitante por conductos diseñados para llevarlo ante una monumental y sombría instalación en otra sala, que agita atávicos terrores del pasado y del presente.

Allí, las imágenes se corporizan en una suerte de ola de lodo -construida con láminas de aluminio negro mate- que provoca un imparable y arrasador desastre. La tangible y gigante masa negra termina aplastando y cubriendo todo a su paso: personas, objetos, vegetación, animales. Basualdo nació en Buenos Aires en 1977, cifra que, dibujada al revés sobre una especie de caja blanca, participa de la inquietante obra sonora con que concluye su magnífica y sobrecogedora exposición.

Por su parte, y casi como contrapunto a la muestra de Basualdo, en su impactante instalación “El lugar del alma”, Delcy Morelos (Colombia, 1967) invita a mirar hacia afuera, a ver el territorio, sentir la tierra, cuidarla. ¿El alma se encuentra en esos bloques de tierra con aroma a canela, clavo de olor y café que se elevan hasta más de dos metros de altura? Al caminar entre ellos, al percibir su húmeda profundidad, el visitante quizá reconozca las palabras de aquel jefe indio Seattle -quien en 1885 escribiera al entonces presidente de los Estados Unidos- que afirman que “(…) la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra”.

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