India (Bloomberg)

Diferentes esquemas

El experimento indio: por qué el estado ateo progresa y el estado religioso se estanca.

La estructura económica de India refleja un componente político que rara vez se discute con claridad: la influencia directa del marco religioso en la administración estatal. Tamil Nadu y Gujarat constituyen el contraste más nítido. Ambos son estados industriales, costeros y poblados, aunque cada uno produce resultados completamente diferentes debido a la forma en que se organiza su vida pública.

Gujarat está en el extremo occidental del país, sobre el mar Arábigo y la frontera con Pakistán. Su principal ciudad económica es Ahmedabad, mientras que la capital política es Gandhinagar. Allí gobernó durante más de una década Narendra Modi antes de llegar a primer ministro, y su imagen nacional se construyó sobre el “modelo Gujarat” con grandes obras visibles, negociaciones directas con conglomerados industriales, expansión acelerada de puertos y autopistas, todo envuelto en un nacionalismo religioso intenso.

Es un esquema donde el líder se presenta casi como vocero de los dioses, más cómodo en actos simbólicos, rituales y escenas con vacas y elefantes sagrados que frente a series largas de estadísticas. Ese marco genera un tipo de crecimiento que privilegia megafábricas y proyectos de gran escala con baja absorción laboral, lo cual explica por qué los indicadores sociales permanecen débiles aun con un PIB robusto.

La escolarización secundaria se ubica por debajo del promedio nacional, la pobreza multidimensional se mantiene elevada y la formación técnica no acompaña el ritmo de la inversión en infraestructura. La lógica del sistema se construye alrededor de la cohesión identitaria religiosa y no alrededor del desarrollo del capital humano.

Tamil Nadu ocupa el extremo sudeste del país, frente al golfo de Bengala. Su gran ciudad es Chennai, antiguo Madras, uno de los principales polos portuarios, industriales y tecnológicos de India. Detrás del modelo tamil hay una tradición política marcada por el racionalismo y el ateísmo militante de figuras como E.V. Ramasamy “Periyar”, que cuestionaron abiertamente la religión organizada y las jerarquías de casta.

Los partidos que gobernaron el estado durante décadas heredaron esa línea y sus dirigentes actuales la sostienen. Así, el jefe de gobierno se declara ateo, sin matices, y no disimula que no cree en ningún dios. La población sigue siendo religiosa en su vida cotidiana, aunque el gobierno no introduce esa dimensión en las políticas estatales ni la usa como herramienta de cohesión.

Para la administración, los dioses quedan fuera del presupuesto y los amigos imaginarios no intervienen en la planificación de carreteras, hospitales o universidades. Ese enfoque produce un sistema que distribuye recursos hacia escuelas, hospitales, institutos técnicos, programas de profesionalización y mecanismos de movilidad laboral.

El resultado aparece en los datos: Tamil Nadu tiene la tasa de escolarización secundaria más alta del país, la mayor densidad de camas hospitalarias del sistema público y uno de los perfiles industriales más diversificados de India, con electrónica, autos, motos y servicios tecnocientíficos apoyados en una reserva de ingenieros y trabajadoras calificadas.

La diferencia entre ambos casos no proviene del clima, la geografía ni la historia comercial, porque los dos estados comparten acceso al mar, economías industriales y diásporas influyentes. La diferencia surge de un dato simple, en un estado gobiernan políticos que toman decisiones en nombre de deidades invisibles y en el otro gobiernan políticos que dicen abiertamente que no creen en ninguna.

Tamil Nadu funciona con un marco abiertamente ateo en la cúspide del poder, que dirige recursos hacia personas, habilidades, ingenierías y servicios. Gujarat funciona con un marco donde la identidad religiosa estructura la legitimidad y convierte la infraestructura monumental en el centro de la acción estatal. Esa elección produce dos modelos que avanzan en direcciones opuestas, cuando uno genera capacidades productivas estables, el otro depende de obras de gran escala sin una base amplia de desarrollo humano.

Las cosas como son

 

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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