Paradojas culturales si las hay, en tiempos nacionales y populares, el viejo circuito de la aristocracia porteña ha resurgido con nuevo ímpetu. En lo que va del año, en los alrededores de la Plaza San Martín –zona de barrancas y majestuosa arquitectura francesa– han abierto bares y restaurantes que devolvieron el perdido aire cosmopolita a la zona. El dúo de experimentados restaurateurs conformado por Luis Morandi y Patricia Scheuer, dueños del “Gran Bar Danzón” y “Sucre”, no tardó en subirse a la ola, tomando de una vez la emblemática calle Basavilbaso. Primero abrieron el deli “Grand Cafe”, y justo al lado acaban de inaugurar “Basa”, un proyecto más ambicioso, destinado a ponerse inmediatamente de moda.
“Basa” es un gran espacio de estilo minimalista e industrial, dividido en dos niveles. En la entrada, a la altura de la calle, hay pequeños livings con sofás de cuero y mesas ratonas; escaleras abajo conviven livings con mesas tradicionales creando distintos ambientes. Como bien describe Scheuer, “Basa” es la cruza exacta entre el “Danzón” y “Sucre”, y por lo tanto no podía faltar una imponente barra, con más de 300 botellas, donde los comensales también pueden sentarse a comer o a disfrutar de un happy hour, con tragos clásicos reversionados de Ludovico de Biaggi.
La cocina de “Basa” está a cargo de la chef Julieta Oriolo, ex “Bar Uriarte”, quien propone una cocina de espíritu simple, donde la calidad y el sabor de las materias primas son protagonistas. De familia italiana, Oriolo honra cada ingrediente del plato, empleando preparaciones precisas que evocan lo popular. La carta invita a jugar a la hora de pedir. Hay tapas para picotear (pâté de hígado con uvas, tapa de morcilla con huevitos de codorniz); entradas para compartir al medio de la mesa (zucchinis salteados con chips de ajo, sartén de huevos y hongos con aceite de trufa, croquetas de arroz y queso cuartirolo); opciones de carnes con guarniciones a elección (las estrellas de la casa son la arañita con mustard dressing y la porchetta de cerdo rellena, con guarniciones clásicas o innovadoras como el gratin de zapallo, mascarpone y limón); y pastas (ravioles de zapallo asado y mascarpone; tagliolini de sémola, chorizo calendario, chipirones y peperoncino). Tampoco podían faltar platos de moda como el arroz negro, crocante abajo y corononado por perfectos tomates cherry asados; y la hamburguesa de cordero con papas fritas y en el punto justo.
De postre, apueste fuerte con los profiteroles con helado de mascarpone y salsa de chocolate o el babá al rhum con crema de ricotta; o manténgase discreto y popular con un queso y dulce, acompañado con higos en almíbar y nueces. Complete la experiencia con un buen vino: la selección es extensa y de nivel, aunque faltan etiquetas accesibles. “Basa” es para elegidos, aquellos a quienes la moda no incomoda, pero lejos de todo cholulismo, es un proyecto gastronómico sólido, llevado a cabo con calidad y profesionalismo.
por Fernando Vidal Buzzi
Comentarios