“Ahora achicó mucho su círculo y lo rodea poca gente y de su extrema confianza. Bajó del perfil. Los que están con él son soldados, no lo van a traicionar”. Los que lo conocen y lo trataron describen así la actualidad del polémico empresario periodístico kirchnerista, Sergio Szploski, quien desde el cambio de gobierno observa a la distancia el desenlace de la tempestad que sembró: medios de comunicación vaciados, trabajadores en la calle y acusaciones de su ex socio, Matías Garfunkel. Pero lejos de quedar expuesto y de caer en desgracia como los otros empresarios kirchneristas, Cristóbal López y Lázaro Báez, Szpolski se convirtió en el último blindado K.
¿Por qué? Su buena fortuna reside en las amistades que ha sabido cosechar. De haber sido el empresario de medios más beneficiado de la década ganada, hoy tiene apoyos en Cambiemos que le sirven de paraguas. Los nombres influyentes en el gobierno de Macri remiten a una de espías: Darío Richarte y Juan José Gallea – dos ex SIDE- que aparecen vinculados a una compleja trama de amistades y sociedades cercanas a Szpolski.
Richarte, ex subjefe de la agencia de inteligencia en épocas de De La Rúa, tiene fluidos nexos con operadores judiciales tanto oficialistas como opositores. Por un lado, por su cercana relación con Daniel Angelici, actual presidente de Boca y con línea directa a las altas esferas de Cambiemos. Por el otro, con Javier Fernández, hoy en la Auditoría General de la Nación e histórico operador judicial del ex espía Jaime Stiuso.
“Es muy difícil avanzar contra él en la Justicia por los vínculos que tiene”, aseguran quienes conocen a fondo al empresario. El titular de Fundación La Alameda, Gustavo Vera fue explícito al señalar que a Szpolski no se lo investiga como a Lázaro Báez o Cristóbal López por respeto a un pacto. “Estos son los casos donde vos tirás de la cuerda y caen de los dos lados. Te das cuenta que la grieta es una truchada”, señaló Vera.
Vínculos. A través de Richarte, se sumó al Grupo Veintitrés Juan José Gallea, quien había sido gerente de Administración y Finanzas en la SIDE durante su gestión y que tuvo que declarar en la causa de los sobornos del Senado. Hoy, Gallea volvió a la inteligencia nacional como secretario de finanzas de la AFI.
Richarte mantiene, además, una relación fluida con el operador de Cambiemos en la Justicia, Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y con línea directa con la Casa Rosada. Él fue el encargado de mediar para que el nuevo jefe de los espías, Gustavo Arribas, designara a Gallea en la AFI.
Para Szpolski el alcance de sus contactos es un alivio. En las denuncias que se acumulan en su contra, su nombre aparece ligado siempre al de Richarte, Gallea y Fernández e intuye que esa es la mejor protección de la que puede gozar.
Por eso, el empresario sabe que goza de un privilegio que sus colegas de andanzas K, Lázaro Báez y Cristóbal López, no. El primero, preso, se ha convertido en el paradigma de los problemas del fin del kirchnerismo. A poco de asumir, la nueva gestión lo fijó como su objetivo. Las denuncias acabaron con el empresario patagónico encarcelado y utilizado como sinónimo de la corrupción K en expedientes que apuntan por elevación a Cristina Fernández.
López, por su parte, también está en la mira de la Justicia con causas millonarias que lo involucran y Cambiemos se metió de lleno a desmantelar su principal fuente de ingreso: el juego. Al igual que Báez sus amigos no fueron suficientes. Cristóbal era socio de Marcelo Tinelli, sin embargo el Gobierno no tuvo reparos en avanzar sobre su figura a pesar de que esto alimentó aún más el conflicto con el conductor.
Incertidumbre. Amén de esta protección, Szpolski tiene frentes abiertos en la Justicia. El más avanzado es la denuncia presentada por AFIP por evasión en el pago de los aportes previsionales de los empleados. Por esta causa, él y su ex socio Garfunkel, ya fueron multados por 85 millones de pesos.
Además, existen otras causas con carátulas más pesadas. Denuncias por lavado, insolvencia fiscal fraudulenta y el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) se encuentra investigando la misteriosa venta de Tiempo Argentino y Radio América al polémico empresario correntino Mariano Martínez Rojas.
Mientras los expedientes judiciales se apilan, Sergio Szpolski mantiene un perfil bajo. Consultado por NOTICIAS, optó por no brindar declaraciones para esta nota. Lo único que se limitó a decir es que no está incursionando en el negocio de la seguridad privada a través de la SLS Consulting & Training. Consultado entonces acerca de cuál es su actualidad laboral, no brindó mayores detalles.
Así, sin el emporio mediático que supo construir a fuerza de pauta oficial y, en especial, con contactos en sectores estratégicos, Szpolski se recluye cada vez más. Aguarda que la tormenta pase y analiza la manera de reinventarse. Para eso debe seguir confiando en que los lazos que construyó se mantengan lo suficientemente fuertes.
por Giselle Leclercq, Marcos Teijeiro y Giselle Leclercq
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