“Tener 50 años en el centro de la Ciudad de Buenos Aires no es lo mismo que tenerlos en otra región del país”, así grafica la situación nacional el biogerontólogo Juan Hitzig, pionero en el estudio del proceso del envejecimiento en Argentina.
De acuerdo al especialista, “una cosa es la edad cronológica y otra cosa es la edad biológica. La primera depende del tiempo y está regida por nuestra fecha de nacimiento. La biológica es la que indica nuestro ADN y depende del estilo de vida”. Como una edad depende de nuestra cédula y la otra de nuestras células, pueden hallarse resultados dispares a poca distancia.
“Los 50 años en Santa Fe y Callao, en Capital, son distintos a otros barrios. De hecho, con mi equipo hicimos un estudio que determinó que desde ese punto, desplazándose al sudoeste y contando cada 25 cuadras, las personas eran más viejas a igual edad cronológica. La biológica va aumentando una vez que te desplazás en esa dirección”, detalla Hitzig.
El biogerontólogo realiza hincapié en que lo importante es la calidad de los años vividos, y no la cantidad. “En Buenos Aires hay un centenario cada 20 cuadras. Sin embargo eso no quiere decir que sea un bolsón de longevidad. Debemos buscar la manera de que ese tiempo de vida sea provechoso y no de vejez, que es un estado ligado a la incapacidad”.
El país, además, no está exento del proceso de concientización en torno a esta problemática que se está produciendo en todo el mundo. Sin embargo, Argentina tiene sus particularidades. “Se produce una fuerte dicotomía. Por un lado, gente que realmente quiere envejecer con calidad y postergar la vejez. Pero por las condiciones del país, también existe otro segmento de la población que ni siquiera tiene esperanza en alcanzar su esperanza de vida. No tienen ninguna expectativa. Y eso hace que se cree una especie de grieta”, resume Hitzig, para quien es necesario que se eduque a la población sobre la importancia de incorporar buenos hábitos.
por Marcos Teijeiro y Giselle Leclercq
Comentarios