Ellos insisten en que son inocentes y hasta decidieron contar su versión de los hechos en un libro. A través de sus abogados, de sus familiares o en las contadas entrevistas que dieron desde el penal de Ezeiza, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci aseguran que la fuga del penal de General Alvear fue un intento de supervivencia, que los quisieron matar y subrayan que detrás del plan criminal estaba el ex ministro K, Aníbal Fernández. Sin embargo, en la Justicia esta historia no está probada y, a un año de la fuga, pasan la mayor parte del tiempo memorizando sus expedientes y analizando estrategias legales para conseguir la libertad. Durante las dos semanas que duró la huida (desde la madrugada del 26 de diciembre del 2015 hasta el 11 de enero del 2016), se convirtieran en los delincuentes más famosos de la Argentina.
Nuevas causas. Después de deambular por la Capital Federal, el conurbano y Santa Fe fueron detenidos (primero cayó Martín Lanatta el 9 de enero y luego Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, el 11) y trasladados al penal de Ezeiza. "El balance que hacen es positivo porque salieron de todo esto con vida”, afirmó uno de sus abogados, Humberto Próspero.
Ahora, además de la condena a prisión perpetua por el asesinato de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, se abrieron nuevos frentes legales. Hoy los tres están involucrados en la causa de la fuga propiamente dicha, que está en manos del fiscal Cristian Citterio y se abrió una investigación por tentativa de homicidio, por el tiroteo que protagonizaron en la localidad bonaerense de Ranchos. Por los hechos ocurridos en Santa Fe se abrieron también otras dos causas más: una que tramita en la Justicia local por el secuestro del ingeniero agrónomo Juan Ignacio Reynoso, el robo de vehículos, el ingreso forzoso a una vivienda y la privación de la libertad del sereno del molino donde se escondieron. La otra tramita en el fuero federal y allí se los acusa de dañar a un vehículo de la Gendarmería y lesionar gendarmes.
Si bien su situación legal es delicada, Próspero insiste en que lo que más les preocupa es demostrar su inocencia en la causa del Triple Crimen: “Es cierto que en este caso hay una condena firme. Hoy la única posibilidad que tienen es recurrir a la ‘cosa juzgada írrita’ y después tendrá alguna instancia de revisión en una corte internacional”.
Vida en el penal. Ni bien fueron trasladados a Ezeiza, los prófugos estuvieron absolutamente aislados. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la rigurosidad del sistema fue menguando.
En julio, Martín Lanatta se casó dentro del penal con una amiga de la infancia llamada Viviana Sungría. A la ceremonia asistieron sus familiares y fue la primera vez que pudo verse con su hermano Cristian. Víctor, por su parte, consiguió la autorización para visitar a su hermano Marcelo Schillaci, que también fue condenado por el Triple Crimen y está en el hospital del penal de Olmos debido a que padece Hepatitis C. “Los tres reciben la visita de su familia y de un núcleo de amigos muy cercanos y tienen permitidas las visitas íntimas”, agregó el abogado.
En los últimos días, Martín Lanatta dio una entrevista al portal “Big Bang News” en la que afirmó que durante la fuga había ido a buscar a Aníbal Fernández para matarlo. Según el delincuente, el político está detrás de lo que les sucedió y los tres afirman que aún hoy, dentro de Ezeiza, son víctimas de presiones constantes. Sus abogados ya presentaron escritos en la Justicia para denunciar el maltrato. Incluso, Próspero afirmó que en una oportunidad “otro recluso intentó ponerle algo en el mate a Víctor Schillaci”. A Cristian Lanatta es al que más le cuesta soportar el encierro y desde hace meses está deprimido.
Sin acceso a computadoras o televisores, los tres se enteran de lo que pasa afuera a través de sus conocidos. A pesar de insistir en su inocencia, la Justicia ya los condenó por el Triple Crimen como autores materiales de los asesinatos. Y, a un año de la fuga que los puso nuevamente en la escena pública, ellos no pierden la esperanza de un milagro.
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