★★★ Lo mejor que se puede decir de esta película, segundo “retorno” de Scott al mundo de los alien, es que, cuando decide convertirse en una de terror y aventuras, funciona bien. No “muy bien”, pero al menos uno se asusta un poco. El problema con Scott es que la saga en realidad fue mejor definida por James Cameron y David Fincher, que lograron darle un aire épico o apocalíptico (respectivamente) al monstruo. Para Scott, desde la pesada “Prometeo”, es la manera de hablar de cuestiones metafísicas o filosóficas (de dónde venimos, qué somos, qué es la conciencia).
Dijimos “hablar” y ahí está el problema. Nadie duda de que Scott tiene al menos la pericia del gran narrador (sus primeros films, “Alien” incluido, lo demuestran; la genial “Misión rescate” o incluso “American Ganster” lo confirman) pero a veces teme divertirse, dejarse ir, dejar que sus mundos vivan por sí mismos sin que sea necesario que el espectador salga con alguna lección de secundario aprendida. Así, llegar al núcleo de acción de la película lleva mucho tiempo y carga con una pesadez innecesaria. Cuando el monstruo se desata, la cosa cambia y, bueno, sí, no hay demasiada originalidad que digamos, pero todo funciona mucho mejor que a la hora de dictar cátedra. El aire ominoso de sus mejores películas aquí suena prefabricado, un poco a reglamento. Pero la bestia sigue hermosa y terrible. Un gran icono, a veces, puede salvar una obra.
por Leonardo D’Espósito
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