A la reunión del martes 6 de junio en el subsuelo del hotel Savoy no entraron periodistas ni fotógrafos. Los ánimos no están para retratos. La Unión Cívica Radical es un polvorín y muchos dirigentes andan con fósforos: en cualquier momento puede explotar todo.
En el centenario partido sienten que el PRO no les da el lugar que les corresponde en la alianza Cambiemos. Y que, para colmo, el presidente Mauricio Macri les elige a dedo a sus dirigentes, como si ellos mismos no pudieran ni supieran hacerlo.
La prueba de esa grieta dentro del frente (que también conforma “Lilita” Carrió) es que el martes 30 de mayo los radicales se ausentaron de la reunión de interbloque en Diputados, para mostrarle al PRO su descontento.
En Córdoba tuvieron problemas con las listas, en Santa Fe el Presidente vetó al candidato elegido (Mario Barletta) y en Capital (donde se encolumnaron detrás de Martín Lousteau) no les abren la puerta para ir a las PASO.
Ante tantos desplantes PRO, los legisladores llamaron a una reunión al presidente del partido, el intendente santafesino José Corral, de muy buena sintonía con el gobierno de Macri (al igual que Ernesto Sanz), para plantear sus objeciones: “Como mínimo tenemos que renovar las bancas que vamos a poner en juego”, protestaron. “Estamos encabezando dos tercios de las listas”, los quiso tranquilizar Corral.
El más vehemente en los reclamos es el diputado Ricardo Alfonsín, quien fue uno de los primeros en arrojar la piedra: “A los dirigentes del radicalismo los elige el radicalismo”, protestó. El hijo del ex presidente fue a la reunión del martes a hacerse escuchar: ante una veintena de dirigentes dijo que “algunos se olvidan de que lo importante son las ideas y no los cargos”. Él predicó con el ejemplo: cuando los armadores de la Provincia le ofrecieron un lugar en la lista para renovar su banca, aseguró que para ser un títere del PRO prefería irse del Congreso.
Alfonsín también condenó al presidente del partido: “Nunca vi una conducción nacional tan distante de las bases”. Corral prefirió no agrandar la grieta, aunque desde su entorno dicen estar tranquilos. Y comentan: “Ricardo no representa a nadie”.
Armados
Si bien hubo problemas en Córdoba y Santa Fe, lo que más resonó fue lo de Capital. Con el mediático Martín Lousteau a la cabeza, todavía insisten para que el macrismo les abra la interna. Quieren competirle a Carrió en las PASO, pero la negativa es rotunda. “¿Por qué el candidato del radicalismo no puede estar en Cambiemos?”, insiste el ex embajador de Estados Unidos en cada entrevista que da.
Para colmo, Lousteau es un cuadro político que molesta: porque en el 2015 casi le ganó la elección en Capital a Horacio Rodríguez Larreta y porque genera rating en tevé y deja títulos. Si fuese más orgánico sería un candidato ideal para Cambiemos, pero su rebeldía lo relegó.
El mismo día que los dirigentes radicales se pasaban factura, los lousteaunianos tomaban un curso acelerado para mejorar su performance en redes sociales y sacarle provecho a la buena llegada que tiene el ex embajador con la juventud.
En cuanto a la logia de los despechados del Savoy, se van a volver a reunir el 5 de julio para evaluar cómo pudieron cerrar las listas en cada distrito y diagramar la campaña desde el partido. Quieren ganar autonomía y no ser digitados por el PRO.
No se olvidan de que los únicos dos ministros que fueron reemplazados en el gabinete eran radicales: primero le tocó a Alfonso Prat Gay y luego a Susana Malcorra.
En el centenario partido sienten que son la Cenicienta de Cambiemos. Ponen todo lo que tienen para pertenecer y se llevan poco a cambio, mientras los otros se lucen.
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