★★★★★ La última de las películas puramente satíricas de Woody Allen es también la mejor. En dos horas, pasa por la picadora de carne las novelas de Tolstoi, las de Dostoievski, la filosofía, la obsesión de los rusos por tener su propia tierra, “Lo que el viento se llevó”, la religión y el cine de Ingmar Bergman, parodiado en la última secuencia por partida doble. Aquí Woody es un cobarde ruso arrastrado a un plan loco para matar a Napoleón y enamorado de su bella prima. Todo es veloz, anacrónico e irrespetuoso; todo es incorrecto y demuele la idea de una cultura superior y otra inferior. La maza para realizar la tarea es la risa absoluta y la mayor concentración de one-liners de la historia del cine. Después de este film, hizo “Dos extraños amantes” y la historia cambió. La mejor despedida al cómico puro y desaforado.
por Leonardo D’Espósito
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