James Joyce dijo alguna vez que los críticos pasarían un siglo tratando desentrañar los símbolos y sentidos de su obra cumbre, “Ulises”, la gran novela del siglo XX. El texto, publicado en 1922, tiene la particularidad de narrar sólo un día en la vida de su protagonista, Leopold Bloom – el 16 de junio de 1904-, y de hacerlo usando algunas de las técnicas narrativas más vanguardistas del siglo XX, como el “fluir de la conciencia” o la asociación de ideas. La ciudad donde transcurre la historia es Dublin, tierra natal de Joyce, y la trama de la novela cita los principales sucesos de la “Odisea” de Homero. Para el lector común es un texto muy difícil de leer, a punto tal, que hay guías de lectura realizadas por importantes críticos, para hacer más accesibles los misterios y complejidades que plantea el libro.
Traducir sus 18 capítulos y 267.000 palabras tampoco ha sido tarea fácil. La mayoría de los argentinos leímos el “Ulises” en la versión de José Salas Subirat, publicada por la editorial Santiago Rueda. La historia del traductor es tan particular, que mereció un libro aparte (“El traductor del Ulises” de Lucas Peterson). Agente de seguros, autor de libros autoayuda, tenía un inglés básico y realizó su versión del libro de Joyce por placer.
Hoy, casi cien años después de la publicación original de la novela, uno de los grandes traductores de la Argentina, Rolando Costa Picazo, presenta su propia versión de este libro inabarcable. La edición es de Edhasa, tiene dos tomos de 900 páginas cada uno, y está anotada y comentada con minucia y profundidad.
En su carrera como traductor, Costa Picazo ha vertido al español a los autores más importantes de lengua inglesa: Shakespeare, Faulkner, Melville, Hemingway, Capote, W.H. Auden, Emily Dickinson, Henry Miller, Henry James y decenas de escritores más. La cualidad sobresaliente de sus versiones (además de su profundo conocimiento de la lengua y la literatura) es que su castellano tienen ecos rioplatenses, sin los giros ibéricos que tanto nos molestan a los argentinos.
Porque además, Costa Picazo es miembro de la Academia Argentina de Letras, profesor de la UBA y un crítico destacado de la literatura en lengua inglesa.
Del “Ulises” y el reconocimiento de los traductores en la Argentina, entre otros temas, dialogó con NOTICIAS.
NOTICIAS: ¿Por qué decidió traducir “Ulises”?
Rolando Costa Picazo: James Joyce es el fundador de la Modernidad en la escritura, uno de los escritores más grandes de todos los tiempos. No podía no traducirlo, lo pensé como la obra culminante de mi carrera como traductor y profesor de Letras.
NOTICIAS: ¿Cuánto tiempo trabajó en la traducción?
Costa Picazo: Podría decir que me tomó toda la vida, ya que empecé a hacer anotaciones desde la primera lectura. Luego dicté “Ulises” en la Facultad de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Traduje fragmentos para mis alumnos. Pensar en compartir mi trabajo con ellos siempre me inspiró. Enseñé “Ulises” en una Maestría de la Universidad de Córdoba. También en la Maestría de Traducción de la Universidad de Belgrano. Cuando tomé la determinación de traducir la obra, empecé un verano por mi propia cuenta, fue la primera vez que hice una traducción sin ser contratado por una editorial. Fueron dos años de trabajo intenso, día y noche estuve poseído por la voz del Joyce, hasta en los sueños, intentado descifrar los acertijos encriptados en la obra.
NOTICIAS: ¿Qué opina de las traducciones anteriores?
Costa Picazo: José Salas Subirat era un agente de seguros. Yo valoro mucho su trabajo porque se atrevió a hacer algo que nadie nunca antes había hecho. Allanó el camino para los demás. Creó una senda. Se le puntualizaron errores y se le hicieron muchas críticas, a mi entender injustas. Lo suyo fue un acto de valentía y de enorme generosidad. La traducción de José María Valverde fue muy buena. Borges tradujo la última página de “Ulises” y maldijo a Joyce por las dificultades que sufrió. Cada época merece una nueva traducción.
NOTICIAS: ¿Cuál es la situación de la traducción literaria en la Argentina, frente a la multiplicidad de traducciones españolas?
Costa Picazo: Toda traducción debe debatirse entre tres lealtades posibles: lealtad al autor, a la lengua o al lector. Se trata de un compromiso que el traductor debe conocer y asumir. Durante una época primaron las traducciones del inglés al español hechas por españoles, que privilegiaron ante todo la lengua que es su propia lengua, lo que implicó una forma de etnocentrismo. Por otra parte, España tuvo la exclusividad de los derechos de muchos autores que escribieron en inglés. No hay que asustarse pero este tipo de traducciones españolas son útiles en especial para España y para quienes comparten esa lengua, con sus modismos y registros característicos. Esas traducciones no son necesariamente respetuosas de nuestro lenguaje en particular. Sé que hay traductores y estudiosos argentinos que sin decirlo, estamos haciendo “traducción argentina”. Hoy en la Argentina se están haciendo muy buenas traducciones, que cada día van ganando terreno a nivel mundial. Cuando el lenguaje se vuelca hacia los registros y modismos localistas se corre el peligro de perder de vista el estilo y el ritmo propio del autor, el sello que permite reconocer la palabra del mismo modo en que se reconoce un cuadro sin mirar la firma del pintor. Una buena traducción literaria consiste en eso, en conservar la huella del autor.
NOTICIAS: ¿Cuál es su próximo gran proyecto?
Costa Picazo: Tengo cuatro libros escritos que aún no han sido publicados. Se trata de versiones críticas de tres poetas muy queridos: E.E. Cummings, Robert Frost y William Carlos Williams. El otro libro es un ensayo sobre la obra de Ernest Hemingway. Todos fueron enseñados por mí en la Facultad de Letras, en la Cátedra de Literatura Norteamericana de la UBA. Por otra parte terminé la traducción de “In Our Time” (“En nuestro tiempo”) de Ernest Hemingway que pronto será publicado por Random House Mondadori.
NOTICIAS: ¿A qué autores de habla inglesa se les debe, todavía, buenas traducciones?
Costa Picazo: William Faulkner, J. D. Salinger, Raymond Carver, Ernest Hemingway. Son autores que merecen ser traducidos para que su estilo literario pueda apreciarse en toda su dimensión, más allá de las historias que cuentan.
NOTICIAS: No siempre se reconoce la enorme labor de los traductores. ¿Cuál es, en este sentido, la difusión de este trabajo que queda por hacer?
Costa Picazo: Cada vez más, los lectores y los estudiantes tienen mayor conciencia de la importancia de las traducciones. Los estudiantes agradecen especialmente las buenas traducciones porque ayudan a la comprensión y al aprendizaje de nuevos conceptos. La traducción es el puente que une la lengua de origen con la lengua del lector. De hecho, la gente comienza a pedir una obra en la traducción de alguien en particular, señalando la preferencia de un traductor para determinada novela, ensayo o antología poética. Antiguamente se daba por descontado que el texto había sido traducido, como si fuera algo natural, algo dado que un autor escribiera en todas las lenguas. Luego, comenzó a mencionarse en las reseñas literarias de nuestro país la traducción como una dimensión de análisis, lo cual significa un adelanto notable, que los traductores agradecen y me incluyo entre ellos. Sin embargo, la calificación de las traducciones se reduce a “muy buena, la traducción”, lo que marca que la traducción existe. El paso que falta dar es fundar una crítica de la traducción, explicitando bajo qué criterios se califica de buena, mala o regular. Una crítica de la traducción exige que quien califica una traducción tenga la formación y la competencia para juzgar la calidad, más allá de una cuestión de gusto. Por supuesto, hemos adelantado mucho en el reconocimiento de la tarea del traductor.
por Adriana Lorusso
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