“Turistas, vayan a sus casas” y “El turismo nos roba” se leía en los carteles que sostenía una multitud de manifestantes que marcharon por la llamada Milla de Oro en la ciudad de Barcelona, una calle flanqueada por boutiques de lujo y hoteles de alta gama, rociando a los visitantes con pistolas de agua frente a una tienda de Louis Vuitton. Una barricada policial detuvo la marcha cerca de la Basílica de la Sagrada Familia, una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.
Las protestas surgieron por la Red del Sur de Europa contra la Turistificación. Estas marchas son las últimas organizadas por este creciente movimiento impulsado por ciudadanos de distintas metrópolis europeas, que reclaman por los problemas relacionados con el elevado costo de la vivienda y los daños medioambientales, consecuencia del turismo excesivo.
“La percepción general es que los turistas tienen mucho más dinero que los residentes locales: llegan para salir de fiesta, alquilan lugares que quienes viven en la ciudad no pueden permitirse con sus salarios”, sostuvo Joan Mas, camarero de 31 años residente en Barcelona, a The New York Times. Según estadísticas oficiales, el turismo representa más del 12 por ciento del producto interior bruto de España.
Los organizadores hicieron hincapié, antes de las protestas del domingo, en que su objetivo era concienciar sobre las repercusiones negativas de que sus ciudades se centren cada vez más en atender a los turistas en lugar de a la población local. Asier Basurto, quien ayudó a organizar la protesta del domingo en San Sebastián, ciudad turística afirmó que “el enemigo de los manifestantes no son los turistas, sino quienes aprovechan para negociar y explotar las viviendas y las vidas de la población local”. En ese aspecto, la percepción de la población es que el turismo ahuyentó a los jóvenes y convirtió a San Sebastián en un simple decorado.
Los organizadores de la protesta afirman que la escasez de viviendas, el alto coste de la vida y la presión sobre los recursos naturales provocada por el turismo masivo son sus principales preocupaciones. También hubo protestas en las populares islas Mallorca, Menorca e Ibiza. Estas islas, con una población de poco más de un millón de habitantes, acogieron a más de 15 millones de turistas internacionales en 2024.
“Este modelo de turismo no trae prosperidad económica, sino problemas como la crisis inmobiliaria”, declaró Pere Joan Femenia, portavoz del grupo Menos Turismo, Más Vida, que organizó las protestas en Palma de Mallorca, donde los manifestantes detuvieron el autobús turístico el sábado. Las islas se han enfrentado a una escasez de policías, personal de la salud y profesores debido a que los elevados costos de la vivienda, que los organizadores de las protestas atribuyen en gran medida al exceso de turismo, han dificultado la captación de trabajadores del sector público.
En Venecia, que ha luchado contra los efectos del turismo excesivo y se ha dirigido a los excursionistas de un día con una tarifa diaria de 5 o 10 euros, una marcha denunció por dos hoteles construidos recientemente en una zona residencial. Los ciudadanos subieron en un barco una pancarta que decía “STOP HOTEL = + CITTÀ”, de más de 6 metros de largo.
En Génova, activistas hicieron rodar ruidosamente maletas por las calles simulando una carrera. En el informe, los lugareños afirmaron que, aunque la ciudad no registraba el mismo nivel de turismo que otros destinos italianos como Roma o Venecia, esperaban obligar a los legisladores locales a tomar medidas para gestionar el turismo antes de que se descontrolara. Las llegadas internacionales a Europa aumentaron casi un 5 por ciento en la primera parte de este año en comparación con el mismo periodo de 2024.
La isla griega de Santorini y Brujas, Bélgica, han impuesto nuevas normas e impuestos a sus industrias turísticas. Barcelona tiene previsto prohibir los alquileres de Airbnb a finales de 2028. Ibiza y otros lugares están limitando los cruceros. Las autoridades de Palma anunciaron una iniciativa pocos días antes de las protestas para retirar más de 1600 tumbonas de las playas locales, en respuesta a la presión de los activistas para facilitar a los residentes el disfrute del mar.
Comentarios