★★★ La trama resulta débil, casi más liviana que el aire: Amelia (Alejandra Radano) es una mujer soñadora, vive como si deambulara entre los decorados de un culebrón latinoamericano. Pura pasión, se expresa con gestualidad exagerada y viste atuendos estridentes. Tras la pérdida de su seductor esposo Rolando (Juan Darthés), hizo borrón y cuenta nueva para terminar en las sensuales redes que le tendió Roli (Michel Noher), su joven y bello hijastro. Pero, a través de un llamado, se entera que milagrosamente el marido está sano y salvo. Encima, tal vez regrese en cualquier momento para recuperar el tiempo perdido.
A diferencia del espléndido “Manzi, la vida en orsai” donde, junto al dramaturgo Bernardo Carey, retrataron la entrañable figura del célebre autor de tangos, la dupla creativa de Betty Gambartes y Diego Vila, vuelve a concebir una teatralidad basada en la canción popular aunque esta vez elude el realismo y transforma la propuesta en un efímero pasatiempo. Por suerte, con grandes intérpretes.
Temas de diferentes géneros, épocas y autores, aunados en la temática del amor, como “Te extraño” de Armando Manzanero o “¿Y cómo es él?” de José Luis Perales, entre muchos otros, magníficamente cantados y acompañados en vivo por un trío de instrumentistas, muy bien dirigidos por Vila, construyen el andamiaje musical que establece lo más atractivo del espectáculo.
No le vendría mal una poda a la explicada y larguísima introducción, además de eliminar esa inoportuna voz en off que acota, de forma anodina, durante casi toda la representación, lo que el espectador ya está viendo. Afortunadamente, hay dos grandes bastoneros que, a falta de un libreto sólido y una dirección más delirante, reman para que el barco se mantenga a flote. Y lo logran con creces.
Por un lado Darthés, dueño de una presencia impecable, rotundo atractivo y voz de trueno, conquista al público desde el instante en que aparece en escena. Por otro Radano usa su admirable histrionismo para arrancar carcajadas y exhibe una técnica vocal envidiable. En tanto, el carismático Noher crea un ser pleno de frescura y se lamenta escucharlo en tan solo una canción.
por Jorge Luis Montiel
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