Pablo Gerchunoff y Roy Hora. (Sergio Piemonte)
La república imposible: Un diálogo entre Pablo Gerchunoff y Roy Hora
Convocados por NOTICIAS y Edhasa, conversaron sobre Yrigoyen, la democracia y los personalismos en nuestra historia.
Con el título “Pasado y presente de la historia argentina”, NOTICIAS y el sello Edhasa inauguraron días pasados un ciclo de charlas que se extenderá hasta fin de año y que tendrá como protagonistas a los más relevantes historiadores argentinos.
El primero de esos diálogos reunió a Pablo Gerchunoff y Roy Hora, moderados por Fernando Fagnani, editor general de Edhasa. Pablo Gerchunoff es historiador económico, ha sido docente de las más prestigiosas universidades de Argentina y el exterior y ha escrito libros que ya son clásicos como “El ciclo de la ilusión y el desencanto” o su reciente biografía “Raul Alfonsín. El planisferio invertido”. En el caso de Roy Hora, es investigador del Conicet y especialista en la relación del campo con el devenir economico del país, en libros como “Los estancieros contra el Estado”. Ambos son consultados e intervienen asiduamente en los debates políticos y económicos del presente.
La charla, que tuvo lugar en la Librería del Fondo, giró alrededor del último libro de Gerchunoff, “La imposible república verdadera” (Edhasa), donde el historiador analiza el período que va de 1912 a 1930 y tiene a Hipólito Yrigoyen como protagonista. Como él mismo resume, el texto trata del “tránsito” de la “república posible a la república verdadera y sobre la vida y la muerte de la república verdadera”.
Una nueva etapa
En el inicio de la charla, Hora presentó su lectura de este texto y los puntos fundamentales en la interpretación de los hechos que terminaron con el derrocamiento de Yrigoyen.
Roy Hora: Este es un libro de historia política. La historia del fracaso del primer experimento democrático argentino, con sufragio masculino amplio, que se derrumba con el golpe de 1930. ¿Por qué esta relación entre la Argentina y la primera democracia terminó mal? La república democrática nacida en 1916 no murió de muerte natural. Porque en la historia no hay muertes naturales, nos dice Gerchunoff, que mira el problema como si se tratara de un proceso con final abierto. Esta es la historia de un choque entre dos ideas, que pone de relieve el fracaso de un proyecto de Nación que fue lo más importante que hizo la clase dirigente liberal durante medio siglo.
La élite -sobre todo del '80 en adelante- pensó que la república primero tenía que alcanzar un umbral superior de progreso material y mejora cultural para, recién entonces, abrirse plenamente a la inspiración democrática. Fue, siguiendo una idea formulada por Alberdi, una república en dos tiempos: primero desarrollo socioeconómico, luego incorporación política. Para mí lo más interesante, es que estos son dos tiempos son dos actos de una misma obra. Porque la república oligárquica, la república donde la participación ocupa un lugar central, solo se justifica en la medida en que dé lugar a la república popular, democrática. Sin la segunda, la primera no tiene legitimidad.
El mensaje del Centenario es que lo que la Argentina tiene para mostrar son grandes logros socioeconómicos y un déficit político, una deuda política. Y viene entonces la demanda de reforma. Una demanda a la que la clase dirigente no puede mostrarse indiferente. Trabaja la conciencia de esa clase dirigente que finalmente, con la Ley Sáenz Peña, decide encarar esa reforma. Reforma es: padrón limpio, voto secreto y obligatorio, y lista incompleta: dos tercios para el primero, uno para el segundo.
Es notable que esa reforma se haya planteado en 1912, cuando la Argentina está experimentando una ola de progreso eso material que es la más larga y potente de toda su historia. ¿Y qué dice la elite gobernante? Eso lo hicimos nosotros. ¿Quién nos puede ganar a los hombres del PAN, los que hicimos esto, los que convertimos (para utilizar la famosa frase de Tulio Halperin Donghi) “un desierto en una nación”, una nación que nos dice Milei que era la mejor del mundo. ¿Quiénes nos van a ganar? ¿Los socialistas o los radicales que son buenísimos para protestar, pero solo para protestar porque no han hecho nada?
Ahí aparece por primera vez en esta historia, por primera vez con fuerza, el azar. Se sanciona una ley en 1912 en el momento donde esa ola de progreso alcanza su punto más alto y muy poco después, viene una depresión feroz. Y es el momento en que la Argentina tiene que ir a elecciones y esos que pensaban que iban a ganar no ganaron. Y en ese contexto llegaron al gobierno los que estaban destinados a perder. El problema que ahora se despliega es que como consecuencia de este golpe de azar llega al poder un partido y una fuerza que tenía una visión muy distinta a la que había animado la vida pública hasta ese momento. Yrigoyen llega a la Casa Rosada y va a tener que convivir desde el momento cero con el PAN (lo que ahora por convención empezamos a llamar “los conservadores”). Dominan todas las provincias, la justicia, la Corte Suprema, que tiene un enorme poder institucional. Yrigoyen tuvo mucha menos suerte que Perón en esto. ¿Qué hizo Yrigoyen? No fue al parlamento. Cuando nos horrorizamos ante Milei hablando de espaldas al parlamento, hay un antecedente que no siempre a los radicales les gusta recordar. Y también hubo algo a lo que Milei por ahora no se animó: intervenciones federales. Intervino 20 provincias.
Era un escenario complicado. Lo que parecía una transición sencilla hacia la democracia se da en un marco de mucho conflicto político, porque hay dos principios de legitimidad en conflicto. Los conservadores dicen: "Nosotros hicimos a la Argentina grande, somos los responsables del progreso argentino”. Y del otro lado, los radicales dicen: "somos la encarnación del pueblo y no hay otra legitimidad que la que otorga el pueblo”. No es simplemente una transición hacia la democracia donde unos pierden y se retiran y otros entran. Por el contrario, se va a instalar en el centro mismo de la vida pública argentina un conflicto muy difícil de tramitar: es la disputa en torno a dos ideas de república, dos maneras de concebir la soberanía, las instituciones, el destino de esta república. Me detengo acá y le pregunto a Pablo, ¿vos lo ves así? ¿qué agregarías a este cuadro?
Pablo Gerchunoff: Me gustaría acercar el foco a algunos detalles. El momento de azar es básicamente la guerra. El mundo era, desde 1880, un lugar que nos iba a tratar bien. Desde Mitre en adelante hay la convicción de que tenemos una inserción en el mundo más o menos asegurada. Y de pronto un rayo en un día de sol. Los efectos de la Primera Guerra sobre la Argentina son catastróficos. Quiero decir si uno pone la lupa sobre qué pasa en la Argentina entre 1914 y 1917, con lo que se encuentra es con probablemente la peor crisis de la Argentina hasta 2001. Estos que tenían la mesa servida, que hacían la reforma para ganar, se encuentran con que los parte la vulnerabilidad externa. Muy de repente la taba se da vuelta. En 1913 ya se ven los los signos de la crisis que va a venir. En los hombres del régimen y en la prensa hay miedo. No es el miedo a una reforma profunda de la economía. Porque una cosa notable es que Yrigoyen cree que desde el '80 reina el mal absoluto pero, al mismo tiempo, cree que esa economía floreciente no debe ser cambiada. Es un hombre del siglo XIX en materia económica. No tiene una idea de cambio económico. Tiene una idea de cambio social que tienen muchos. Lo que hace Yrigoyen es desalojar a los hombres del régimen de los lugares de poder. Es una revolución en las instituciones, en la política. Hace 20 intervenciones federales a provincias en las que él cree (con bastante razón) que no ha llegado la democracia. E Yrigoyen es un hombre obsesionado por reconvertir al ejército. Las provincias son el Senado. Y si es el Senado, es el Congreso, al que nunca va a ir. Y también son las instituciones del roquismo. Por ejemplo, el ejército profesional. El ejército profesional es también el mal absoluto. No va a poder con el mal absoluto pero va a hacer bastante en ese sentido. Y buena parte del hecho de que en 1930 la revolución no tiene en términos militares demasiada fuerza, se debe a que él logra recolectar adhesiones en el ejército.
Hay un momento muy importante que es la semana trágica. Es al mismo tiempo una tragedia para el gobierno de Yrigoyen y para la nación, pero lo notable es como reacciona Yrigoyen frente a eso. Y ahí es donde se ve que hay un cambio. Yrigoyen primero llama a un general amigo, Dellepiane, que luego va a ser ministro de Guerra en su segundo mandato y le dice: "Ponga orden en las calles". Pero al mismo tiempo llama a la familia Vasena, cuyo abogado era el antipersonalista Leopoldo Melo y les impone la aceptación del pliego de condiciones de una comisión obrera que es una comisión anarquista. Eso es un cambio. Es notable porque está en medio de algo que todos llamamos “las sombras que se proyectan sobre Yrigoyen” por la semana trágica. Y el pliego entero de condiciones es concedido.
Y voy a hacer un último punto que tiene que ver con la personalidad de Yrigoyen como líder personalista. No sabemos qué quiere decir un líder personalista. Voy a contar una anécdota para ilustrar de una manera terrible, qué quiere decir personalismo. “Personalismo” quiere decir que gobierno yo y no gobierna nadie más. “Personalismo” quiere decir que si me si me doy vuelta, quizás el que tenga atrás sea un traidor. No es solamente “voy contra el régimen”, sino “controlo a mi gente”. Es un líder civil de un partido horizontal, que se desespera todo el tiempo por controlar ese partido que está acostumbrado al debate interno. Sin embargo, él hace un esfuerzo grande por imponer un verticalismo imposible a un partido horizontal. Entonces, el ejemplo que quiero poner tiene que ver con los vicepresidentes de Yrigoyen. En 1916, Yrigoyen tiene que elegir su candidato a vicepresidente. Elige a Pelagio Luna. Alguien le pregunta: "¿está seguro que Pelagio Luna?". Yrigoyen dice (imagino): "Sí, estoy seguro que Pelagio Luna". Pero, Peragio Luna tenía tuberculosis desde hacía mucho tiempo. Era un hombre frágil y lo que Yrigoyen quería era un vicepresidente frágil. ¿Por qué? Porque quizás había leído lo qué pasaba con los vicepresidentes en Argentina. Pelagio Luna muere a los 52 años. El segundo vicepresidente que eligió fue Francisco Beiro, que tenía un cáncer terminal. Yo que estoy acostumbrado a esquematizar, voy a decir que de dos puntos hacen una recta y esto nos está diciendo algo sobre la personalidad de Yrigoyen.
Sucesión y personalismo
Roy Hora: Engancho con esto que estás diciendo sobre el liderazgo político de Yrigoyen porque quería poner en la escena a Alvear. Es 1922, Yrigoyen termina su mandato, ha avanzado en la conquista de posiciones institucionales, domina el partido y tiene que elegir un sucesor. Y es su decisión la de imponer a Alvear. ¿Por qué un conservador? Es el político más patricio que dio este país. Ni siquiera los presidentes del régimen oligárquico tenían un linaje como el de Alvear. Es también un tipo muy leal. Y lo que muestra Gerchunoff en el libro es que en cada coyuntura crítica Alvear ha estado del lado de Yrigoyen. ¿Cuál es el gran desafío que tiene el radicalismo en el año '22? ¿Dónde están sus principales rivales? Hay una composición del escenario político que hace que una persona como Alvear sea interesante. Si hay un rival para el radicalismo, ese rival está a la derecha, no a la izquierda. Es una figura atractiva para un sector del electorado que es el que se ha revelado como aquel al que el radicalismo tiene que prestar más atención. Y es una relación muy tensa, muy difícil. Por ejemplo, no quería dejar la presidencia en manos del vicepresidente, Elpidio González, que era un yrigoyenista. Cuando uno mira a Cristina Kirchner y Cobos, a Néstor y Scioli, a Milei con Villaruel, no estoy muy seguro de que Alvear la pasará mejor. Lo más interesante es que Alvear nunca rompió con el yrigoyenismo.
Gerchunoff: En la lista de temas en los que se puede ver la cercanía de Alvear con Yrigoyen, a mí siempre me gusta contar uno en particular, porque es de naturaleza personal y política. En el duelo de Yrigoyen contra Lisandro de la Torre, elige como su padrino a Alvear. Uno no elige a cualquiera para una situación en la que podés morir. Alvear lleva adelante un gobierno de talante antipersonal, todos sus ministros son antipersonalistas. Y no creo que a Yrigoyen le parezca mal. Es oxígeno para el futuro, para mostrar un partido diverso. Yo trato de mostrar cómo los antipersonalistas lo empujan a Alvear a romper con Yrigoyen. Romper con Yrigoyen quería decir usar las mismas armas que usó Yrigoyen, por ejemplo, las intervenciones en las provincias, para fortalecer al anti-yrigoyenismo. En la principal provincia (Buenos Aires) no ocurrió porque Alvear dijo: "Hasta aquí llego". Eso era romper con Yrigoyen. Además, yo estoy convencido de que Alvear en verdad creía que Yrigoyen volviendo, era imbatible. Lo único que podía jugar a favor del antipersonalismo es que el viejo se muriera. Porque estaba viejo. Yrigoyen vuelve a los 78 años. Hay un hilo conductor que termina llevando a Alvear a gobernar el partido por 10 años. Es un hombre con talento político y con un estilo abismalmente distinto al de Yrigoyen. La relación entre esos dos hombres a mí me parece interesantísima para ver esta tormenta que termina en el '30.
El final
Roy Hora: En 1928 regresa Yrigoyen y es impresionante. Saca casi el 60% de los sufragios y en una elección en la que vota el 80% del padrón. Estamos en umbrales que la Argentina más reciente está muy lejos de alcanzar. Vota todo todo el país y ese país vota mayoritariamente. Y dos años más tarde se tiene que ir a la Casa Rosada. Hay misterio ahí. Gerchunoff propone dos temas. El más importante que está de fondo es la crisis mundial. La trayectoria de Yrigoyen presidente está marcada por los impactos locales de crisis mundiales. Una lo llevó hasta la Casa Rosada, otra lo sacó. Es notable también cómo el clima político cambia tan rápido. Y triunfa un golpe muy mal preparado. En los años del régimen a eso se le decía: “chirinada”. Triunfa Uriburu solo con los cadetes. Después de casi 14 años de radicalismo, la Casa Rosada ha construido un ejército muy radical. Los candidatos radicales ganan en el círculo militar las elecciones. Y sin embargo lo voltean. Lo nuevo que trae Gerchunoff en su relato es que el gobierno estaba internamente corroído. Uno de los temas es la declinación física de Yrigoyen. Y hay una disputa al interior del círculo más cercano por quién se va a quedar con la sucesión y eso constituye un factor que lleva a ese gobierno a una suerte de parálisis. Cuando el liderazgo flaquea, la máquina de poder se bloquea. Un problema típico de la de la política personalista de estos grandes líderes. Le pasó también a Perón.
Gerchunoff: Los leales estaban hartos de la conducción verticalista. Era oprimente. Un hombre viejo, 78 años. Se va a morir antes de que termine el mandato y el mandato terminaba en el '34. Efectivamente, si todo hubiera seguido moría en el '33 y era un lío. Y voy a decir entre otras cosas por qué era un lío y qué lío se evitó. Yo conté la cuestión de los vicepresidentes. Beiró murió antes de asumir, pero ya elegido. Alguien se dio cuenta de que había un problema. Y ese problema remite a otro problema de 1868. En 1868, Mitre se va a la guerra del Paraguay y deja a su vicepresidente presidente, Marcos Paz, a cargo. Y Marcos Paz muere de cólera. Y cuando muere de cólera se dan cuenta de que la Constitución tenía un problema: no había una ley de acefalía prevista. Entonces, durante algún tiempo gobierna un consejo de ministros hasta que haya una ley de acefalía. Y la ley de acefalía dice que el primero en la sucesión del presidente muerto es el presidente provisional del Senado. Quiero decir con esto que después de Pelagio Luna o no habiéndose elegido (como se eligió) a Martínez como vicepresidente a las apuradas en 1928, si moría Yrigoyen, naturalmente asumía el antipersonalismo.
Termino con esta anécdota, este punto. La anécdota es lo que le cuenta Uriburu a Lisandro de la Torre. Lisandro de la Torre lo cuenta recién en 1935. Uriburu cruza desde el colegio militar, avanza, avanza y entra a la casa Rosada y no lo puede creer. Cuenta lo siguiente: “Estando yo en el colegio militar y dándome cuenta de que ningún regimiento, ninguna división de ejército importante me estaba acompañando porque todas eran o neutrales o oficialistas; yo tenía que tomar una decisión. O me suicidaba en Campo de Mayo o me mataban en Plaza de Mayo”. Uriburu no puede creer que llega a la presidencia. Es una revolución que no existe y un gobierno que está dejando de existir.
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