Antonio Grimau (Pablo Cuarterolo)
Antonio Grimau: “Mi profesión es una tabla de salvación”
Vuelve al teatro acompañado por otros grandes de la actuación con una obra que es un culto a la amistad. Honrar la vida.
Uno de los mayores talentos actorales de las últimas décadas en nuestro país, referente de diversas generaciones gracias a propuestas como “Sandro de América”, “Trampa para un soñador” y “Soy gitano”, Antonio Grimau mantiene viva la pasión por el teatro.
Vuelve a escena con una obra que lleva el sugestivo título “Vamo´los pibes” en la que comparte elenco con Osvaldo Laport, Osvaldo Santoro y Raúl Lavié. Una muy buena ocasión para el reencuentro de NOTICIAS con este formidable actor.
Noticias: ¿Seguir haciendo teatro es una forma de sentir más de cerca el cariño del público?
Antonio Grimau: Para mí va más allá, es una necesidad muy grande de aferrarme a la vocación que descubrí a los 16 años y todavía hoy sigue siendo una tabla de salvación, un atajo para agarrarme a la vida, actuar es un motor para no quedarme quieto. De alguna manera esta actitud se entronca con lo que expresa la obra y a la vez está enmarcada en algo que escuché hace poco, una señora dijo: “A la gente de mi edad la ciencia nos ha regalado veinte años de vida, honrémosla”. Una manera de hacer honor a semejante obsequio es seguir trabajando, permanecer activo.
Noticias: ¿Actuar en teatro tiene un plus especial con respecto al audiovisual?
Grimau: Sí, es algo especial porque el teatro es la madre de todas las disciplinas. Yo creo que si un actor se desarrolla de una buena manera sobre el escenario probablemente sea apto para el cine y la televisión, en cambio al revés no se da. Como tengo una formación teatral, el escenario es donde más disfruto del oficio, el lugar donde más me comprometo y en el que el contacto con el público tiene una tensión del vivo que provoca un disfrute muy particular. Palpitar la emoción, la risa y la reacción de la gente de manera tan directa es realmente algo privilegiado.
Noticias: Usted es hincha de Huracán como Ringo Bonavena y él decía que la experiencia es un peine que te dan cuando te estás quedando pelado. ¿Para qué sirve en estos momentos la experiencia de un actor?
Grimau: Me parece importante esa base de conocimiento que uno ha ido atravesando a lo largo de los años, de cruzarse con actores que han sido referentes, de haber experimentado éxitos y fracasos. Aprender de maneras de trabajo que resultaron y de otras que no funcionaron, es una base fundamental, recorrer tantas experiencias teatrales te lleva siempre a encontrarte con algo muy distinto a lo anterior, desde la dirección hasta los compañeros o enfrentarte a un nuevo texto que provoca determinadas consecuencias, todo es una aventura. Eso contribuye a que uno se mantenga vivo a través de cada viaje como este que estamos emprendiendo ahora con “Vamo´los pibes”.
Noticias: ¿Por qué el público debería ver esta obra?
Grimau: Yo creo que más allá de la edad del espectador, aunque quizás a la gente con ciertos años vividos la identificación pueda resultarle más inmediata, van a entender que es de vital importancia el hecho de valorar el tiempo. Recibir el balance de la vida de una manera provechosa, en donde todavía a pesar de los años tengamos proyectos, sueños y distintas maneras de continuar interesados en vivir.
Noticias: ¿”Vamo´los pibes” es una oda a la amistad?
Grimau: De algún modo, sí. El lema de la obra es “La amistad no pasa de moda”, porque la confraternización de estos tres tipos para ayudar al cuarto amigo que tiene un problema, se convierte en la posibilidad de un nuevo futuro para todos. Está la impronta de la locura de la juventud, de su impulso, ese que tiñe de emoción el lazo de esta gente cuando piensa que se le acabó la vida y de pronto descubre que hay un mundo por delante.
Noticias: Si hablamos con seguidores de las ficciones televisivas clásicas seguramente dirán que “Trampa para un soñador” es una novela de culto. ¿Usted sigue siendo un soñador?
Grimau: Decididamente sí. Te diría que hasta por razones astrológicas, porque soy pisciano y mi signo me marca una ruta de ensoñación permanente, somos de estar un poco flotando en la realidad (se ríe). A veces creo que ese costado soñador me ha ayudado en la profesión, en un oficio donde la imaginación es tan importante, resulta más fácil fantasear a partir de esa actitud de vida. Tal vez no sea lo más práctico para el día a día, pero soñar es importante para el arte.
Noticias: Hace un tiempo entrevisté a Pablo Rago, muy hincha de River, y me dijo que su ídolo máximo había sido el Pato Fillol. ¿En su caso, cuál fue el jugador de Huracán que más le gustó, el Loco Houseman o Brindisi?
Grimau: Es difícil la elección, pero el Loco tenía esa mística, esa locura, valga la redundancia, que le valió el apodo (sonríe). Si bien los dos fueron grandes jugadores, Houseman era dueño de una magia especial.
Noticias: Sigamos con los próceres de la cancha. Hace un par de años perdimos al Flaco Menotti, ¿qué significó su figura para usted ?
Grimau: ¡Fue un grande! El Flaco me pareció siempre un tipo sumamente inteligente, un cerebro que pocas veces se encuentra en el terreno del fútbol, un técnico con teorías y principios muy firmes. Tuve la oportunidad de conocerlo un poquito durante un viaje en avión a Mar del Plata y fue realmente inolvidable el contacto con él, te dabas cuenta de que estabas frente a un tipo muy rico en su interior.
Noticias: Lo hemos visto mucho en teatro y en televisión, no tanto en cine, pero se cumplieron treinta años de “Caballos salvajes”, donde trabajó con el recordado Héctor Alterio y Leonardo Sbaraglia. ¿Cómo fue esa experiencia?
Grimau: Fue muy lindo formar parte de esa película que se ha convertido en una especie de símbolo gracias a aquella célebre frase de Alterio: “¡La puta que vale la pena estar vivo!”. ¡La verdad es que expresa tantas cosas! Yo la he dicho más de una vez, comprobando que realmente vale la pena vivir a pesar de todo. Cuando hicimos “Caballos salvajes” yo recién empezaba a sumarme a algunas propuestas de cine interesantes, esa fue una de ellas y me gustó mucho estar.
Noticias: Héctor Alterio ya era un fenómeno por ese entonces, pero Sbaraglia recién empezaba, de más está decir que ha hecho una carrera magnífica y que este año por ejemplo, la rompió en la serie “Menem”. ¿En esa época usted ya imaginaba que Leo podía llegar a ser tan buen actor?
Grimau: Con Leo tengo una pequeña anécdota. Haciendo un programa de “Alta comedia” en Canal 9, siendo él muy jovencito, tenía muchos temores en el momento de la grabación. Dos o tres actores lo impulsamos para que estuviera seguro de lo que hacía, porque la verdad que, a pesar de sus dudas, lo estaba llevando a cabo muy bien. En ese joven actor encontré a un tipo muy responsable y profesional, realmente preocupado e involucrado con el oficio, queriendo exigirse lo mejor. De modo que no me sorprende que ahora lo veamos en grandes trabajos como el de “Menem”.
Noticias: Es inevitable hablar de “Sandro de América” y de esa gran serie que dirigió Adrián Caetano, ¿cómo la recuerda?
Grimau: Bueno, te podría hablar horas de esa experiencia porque ahí confluyen un montón de conexiones que jamás imaginé. Sandro fue mi ídolo. Vivíamos relativamente cerca porque él era de Banfield y yo de Lanús. Que, por las vueltas de la vida, me convoquen para interpretarlo para mí fue muy conmocionante. Conocía la obra de Caetano y ambicionaba muchísimo trabajar en algo dirigido por él, que se me haya dado justo con semejante personaje fue increíble, es un proyecto mágico donde todo cerró de manera ideal. Pocas veces se da eso en la profesión; casi siempre hay un costado que no termina de cerrarte, pero acá todo fue perfecto, desde el equipo hasta el elenco, todos estupendos actores que accedieron a trabajar con mucho amor porque sabían que era una suerte de homenaje a Roberto Sánchez. En televisión fue de los mejores personajes que me tocó en la vida.
Noticias: Hizo la salvedad de que Sandro fue un hito en su carrera televisiva , pero en teatro, “Los invertidos”, con la dirección de Alberto Ure, ¿fue un antes y un después?
Grimau: Absolutamente. Yo era un galán de las tardes de Canal 9 que aspiraba a acceder a proyectos teatrales importantes, pero no tenía la suerte de ser convocado por ninguno de los directores que me interesaban, en esa época la televisión y el teatro de texto raramente se tocaban, había mucho prejuicio en ese sentido. Pero de golpe se abrió esa puerta maravillosa de hacer “Los invertidos” y ¡en el San Martín! Cada vez que pasaba por la puerta del San Martín me preguntaba: “¿Cuándo trabajaré en este teatro?”, porque hasta el día de hoy sigue siendo la gran sala teatral, la verdadera puerta grande de la profesión. Yo creo que cuando alguien llega al San Martín puede decir que ha logrado algo, de lo contrario, no. Era una convocatoria soñada y se dio. Estaba Emilio Alfaro al frente del teatro en ese momento y Alberto Ure, que dirigía la obra, me dijo: “Te voy a probar más o menos por dos semanas para ver cómo venís en los ensayos”. Después me confesó que el primer día ya supo que era yo el actor para ese personaje...sin embargo me tuvo en remojo (risas) Fue un rol inmenso que me dio vuelta como una media, logramos halagos, premios y el reconocimiento de directores importantes que a partir de ahí me empezaron a llamar, esa era la gente a la que yo siempre había querido llegar.
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