Valentín Batista (José Tolomei)

Valentín Batista: “Sabía que algún día bailaría en el Colón”

El bailarín cumplió su destino al subirse al escenario del mítico Teatro Colón bajo la dirección de Julio Bocca.

Con apenas cinco años, después de una visita escolar al Teatro Colón, Valentín Batista volvió a su casa y les dijo a sus padres: “Yo voy a bailar ahí algún día”. Era una intuición infantil, pero también una declaración de principios. Hijo de actores y criado en una familia donde el arte era cotidiano, encontró en la danza una pasión que lo acompañaría siempre. A los 14 años se mudó a Houston, para iniciar su formación profesional. 

Sin embargo, trece años después, el reloj le marcó la hora de volver. La muerte de su abuelo pareció la señal para entender que era el momento de recuperar el amor cotidiano de su familia. Y como si el destino forzara el camino de regreso, un encuentro fortuito con el reconocido bailarín Alejandro Parente lo convenció de probarse en Argentina ya como una figura en ascenso. Semanas después, se presentó a la convocatoria del Teatro Colón y quedó seleccionado, coincidiendo con el comienzo de una nueva etapa bajo la dirección artística de Julio Bocca. 

Su debut no pudo ser más simbólico. Interpretó a Don José en “Carmen”, versión coreográfica de Marcia Haydée, para después protagonizar los ballets “Programa mixto” y “Don Quijote”, este último en el marco de la celebración por los 100 años del Ballet Estable del Colón que contó con la presencia estelar de Marianela Núñez y Celeste Losa. Pasados unos meses de su repatriada, los conocedores de la danza lo ven como un regreso con sabor a destino cumplido. Ese que Batista representa esa generación de artistas formados en el exterior que eligen volver con bagaje internacional, para proyectarse nuevamente al mundo. Verlo bailar es apreciar la libertad, la pasión y el talento. En un alto de sus extenuantes ensayos, habló con NOTICIAS.

Noticias: En las mujeres el acercamiento a la danza es un lugar común, pero en el hombre es por un deseo interno que generalmente los padres no escuchan. ¿En su caso?

Valentín Batista: Según cuentan mis padres, mi hermano y yo mirábamos ballet por la tele, y cuando terminaba o lo cambiaban para ver otra cosa, hacíamos un berrinche tremendo. Entonces dijeron resignados: "Que vayan a clases de danza, que prueben". A su vez, para ver qué onda, nos anotaron también en taekwondo, batería, teatro. Pero lo único con lo que nos entusiasmamos y lo hicimos durante muchos años fue la danza. 

Noticias: ¿Encontraron su lugar en el mundo?

Batista: Sí, absolutamente. Primero fuimos a un estudio de verano, donde la clase era casi para nosotros solos. Un sueño. Después entraron más nenas y nos empezamos a portar mal. Nos trepábamos a las barras, hacíamos mucho lío y nos terminaron echando. Después fuimos a la Fundación de Julio Bocca y ahí nos dieron una beca. Pero nos quedaba lejos, así que pasamos a lo de Sara Reszotko. Conectamos enseguida. Nos trataba como adultos y eso nos gustó mucho. Con el tiempo mi hermano dejó y yo seguí. Él entró al Colegio Nacional Buenos Aires y yo al Teatro Colón. 

Noticias: ¿Cuándo entendió que el baile iba a ser su profesión y no un hobby?

Batista: En sexto grado hice el clic. No sé por qué, pero ahí supe que quería dedicarme a eso. Había ido de muy chico al Colón con la escuela. No fuimos a ver ballet, creo que era una orquesta, pero cuando volví a casa les dije a mis papás: “Yo voy a bailar ahí algún día”. Después yo seguí yendo. Una vez en la academia mi maestra me preguntó si conocía a Marianela Núñez, no tenía idea quién era, la busqué en YouTube y me enamoré de la danza. Viendo sus videos, sus variaciones de “El lago de los cisnes”, “La Bayadera”. Al tiempo un amigo de mi abuelo me regaló un video de “Don Quijote” de Barýshnikov. Ese fue el primer ballet que vi entero y nunca más paré. 

Noticias: ¿Por qué se fue a Estados Unidos tan joven teniendo una promisoria carrera en tu país?

Batista: Porque quería un entrenamiento más exigente. Hablé con mi maestra Reszotko y también con Héctor Barriles del Colón, y les dije que me gustaría estudiar más fuerte. Había pocas horas de clase en el Colón para mi gusto y me dijeron que pruebe con un curso de verano. Busqué escuelas de ballet con más carga horaria, cuáles eran mejor para hombres y me recomendaron Houston. Alquilé un salón, hice un video, lo mandé y me aceptaron para el curso de verano.

Noticias: Y ese camino lo llevó muy lejos. 

Batista: A los 14 me fui a Houston. Primero fui a este curso de verano, después me quedé tres años. Pasé por Orlando, donde estuve en la segunda compañía, y terminé en el Texas Ballet Theater. También trabajé con el Ballet Nacional de Cuba durante una temporada. Cada lugar me dio algo distinto, pero con Ben Stevenson en Texas encontré un mentor. Con él empecé a hacer roles principales.

Noticias: ¿Con qué se encontró al principio en Houston?

Batista: Una escuela doble jornada, de lunes a sábado, todo en inglés, donde se trabajaba mucho, con residencia dentro del edificio. Dormitorios para 16 chicos. Doce mujeres y cuatro hombres. Solo teníamos libres los domingos. Lo extraño es que Houston, en Texas, es la ciudad número cuatro en tamaño en Estados Unidos. Es una ciudad importante, pero los edificios están solo en el centro y no se mueve nadie porque hace muchísimo calor. Entonces hay como subterráneos donde la gente camina, hay negocios, todo con aire acondicionado. Nunca vas a ver gente por la calle. Fue un cambio muy brusco con respecto a Buenos Aires, pero mi mente estaba enfocada en el baile.

Noticias: ¿Mucha competencia o camaradería?

Batista: No fue tan feroz, pero con códigos diferentes. Yo estaba acostumbrado a que si tenés un problema con alguien, se habla. Allá van directo a la autoridad. Entonces tuve cosas que me metieron en problemas. Pero una vez que entendí la dinámica, me supe manejar. Éramos chicos de todos lados. La mayoría estadounidenses, pero había chicas de Japón, Israel, Brasil. En Houston estuve tres años y después me fui al Orlando Ballet. 

Noticias: ¿Nunca flaqueó?, porque si bien hacía lo que le gustaba, era chico.

Batista: No, pero la pandemia fue durísima. Se suspendieron todas las funciones, no podíamos ir a los salones, y si bien nos seguían pagando, no había nada para hacer, entonces para no volverme loco me puse a hacer delivery de pizza y también Uber. Yo quería volver a bailar pero no había dónde. Me deprimí, claro. Viví momentos muy oscuros, pero también me reí mucho. El delivery no me disgustaba, pero después me hacían limpiar el restaurante hasta la medianoche y ahí ya no me gustó más. Lo del delivery habrá durado un mes y lo de Uber unos meses más.

Noticias: ¿Encontró esa exigencia que quería en Estados Unidos?

Batista: Sí, absolutamente y lo agradezco. Tanto en el aprendizaje como en lo profesional. Allá en diciembre se hace mucho “El Cascanueces” y hacíamos entre 35 y 40 funciones por temporada, que para un bailarín de ballet es mucho. Acá hacemos 10 por repertorio y allá alrededor de 40.

Noticias: ¿Cómo fue volver a la Argentina después de tantos años?

Batista: Vine de visita en junio del año pasado a la Argentina, fui al Colón a saludar y me lo cruzo a Alejandro Parente, famoso bailarín y ahora coreógrafo, quien me dice: “Che, vení a saludar a Marianela”. Mientras la esperábamos, me presenta al director del Colón como un bailarín argentino que estaba bailando en el exterior. Le dice: “Justo me estaba comentando que quiere venir a bailar acá”. Me vendió así pero yo no le había pedido nada. Extendí mi visita en Buenos Aires para ver la función de Marianela, luego visité a mi abuelo y cuando volví a Estados Unidos, mi abuelo falleció. Dije: “La puta madre, estuve 13 años lejos de mi familia, tengo sobrinos y no saben quién soy”. Entonces entendí que era el momento de volver y disfrutar de ellos, de mi abuela y abuelo que aún tengo y de toda mi familia.

Noticias: ¿Estando en su país, el Teatro Colón era el objetivo?

Batista: Si, justo Julio Bocca toma la dirección, hace una convocatoria hasta 27 años, edad que cumplí en marzo y esto era en febrero. Me presenté, hice la audición y quedé. Originalmente mandaron material 500 bailarines, a la audición se presentaron la mitad, la mayoría, obviamente, chicas. Me sentí más flojo en la parte contemporánea, pero después hicimos “Por vos muero” y me fue muy bien. Lo había bailado varias veces. A los dos meses, el 5 de abril debuté. Fue todo muy rápido.

Noticias: Los argentinos que vuelven a vivir en el país no pueden evitar comparar todo.

Batista: No tiene sentido comparar. Sí cambió todo de cuando me fui a hoy. El escenario, el trabajo diario, mi vínculo con la familia. Ahora, por ejemplo, vinieron familiares desde Córdoba a verme y sabiendo que en la platea había gente mía, sentí nervios que allá nunca había experimentado. Ahora me siento en casa y eso te exige más. En cuanto a las compañías cada una tiene su lógica. En Estados Unidos hacés 40 funciones de “El Cascanueces” en un mes y acá el ritmo es otro. Pero bailar en el Colón tiene algo único que no lo encontraría nunca en Houston ni en Orlando. Además, es el escenario al que le dije a mis padres que iba a llegar cuando tenía cinco años. Y aquí estoy. Cumplí.

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