Manuel Adorni (CEDOC)
El pasado sindicalista de Adorni, el jefe de Gabinete de la motosierra
Antes de ascender en el gobierno libertario, el ex vocero intentó crear un gremio de deliverys. Su pasado contrasta con su rol en una gestión que impulsa ajuste y desregulación.
Antes de convertirse en la cara visible del gobierno de Javier Milei y asumir como jefe de Gabinete, Manuel Adorni tuvo un pasado poco conocido: intentó convertirse en dirigente sindical. Informes periodísticos revelaron que presentó la documentación para crear el Sindicato Argentino de Empleados de Delivery y Afines (SAEDA), en una época en la que trabajaba como empleado de reparto.
El dato llama la atención por la distancia con su presente. Hoy forma parte de un gobierno que impulsa ajuste, privatizaciones, recortes y una fuerte reducción del rol estatal. Pasó de intentar representar a trabajadores de base a integrar una administración que cuestiona abiertamente a los sindicatos y los ve como estructuras del pasado.
Los registros oficiales muestran que Adorni estaba empleado en la empresa de mensajería Tesir SRL cuando presentó la solicitud de personería para SAEDA. El Ministerio de Trabajo no aprobó la creación del sindicato. Con el tiempo, Adorni adoptó un discurso totalmente alineado con la desregulación laboral y la crítica a la intervención estatal.
Esa contradicción —un pasado vinculado al sindicalismo y un presente dentro de un gobierno que busca limitarlo— generó comentarios de ambos lados de la grieta. Infocielo lo describió así: “El vocero presidencial, ahora embanderado en el libertarismo a ultranza, oculta un pasado reciente como anhelante sindicalista de deliverys”.
Para analistas, este giro muestra un cambio de identidad o una adaptación al clima político. Adorni pasó de intentar organizar a trabajadores precarizados a ser la voz principal de un Ejecutivo que aplica la “motosierra” del ajuste. Con su papel central en el gobierno, ese pasado reaparece como una incomodidad que él y su entorno prefieren no destacar.
El caso funciona, además, como símbolo de época: en la política actual, no solo cambian las alianzas, también cambian los personajes. Y la tensión histórica entre sindicatos y Estado hoy se traduce en otra dicotomía: de sindicalista frustrado a funcionario libertario.
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