Fiesta de Olivos (CEDOC)
Los Expedientes Lindner: hoy, cómo se filtraron las imágenes de la fiesta de Olivos
Durante todo diciembre, NOTICIAS publicará investigaciones del editor de Política y de la web de la revista. El presente capítulo es parte del libro "El martirio" (Planeta, 2024)
Fabiola y Sofía Pacchi eran mejores amigas. “Hermanas”, según la segunda. Se conocían desde hacía largos años, como atestiguan unas fotos de octubre de 2009 donde se ve a ambas en un evento nocturno en la disco Jet Lounge, la Fiesta Halloween Chandon. En esas imágenes, Yañez aparecía disfrazada de marinera, con el correspondiente gorrito y un generoso escote, y Pacchi vestía toda de blanco, cual novia radiante.
Las dos eran modelos por entonces y frecuentaban la noche porteña. Pacchi llegó a ser chica de tapa de la revista masculina Hombre, y dijo en esa producción hot: “Mi cola tiene muy poco uso, todavía duele mucho y no me animo a probar bien”. Fabiola, más recatada, había hecho varias pasadas en el segmento de moda en un programa de Susana Roccasalvo en el Canal 26 del ex diputado peronista Alberto Pierri.
Cuando la modelo del disfraz de marinera se convirtió en primera dama, la otra pasó a trabajar como su asesora, codo a codo con ella, con disponibilidad horaria total. Pasaban más tiempo juntas que el que Fabiola compartía con Fernández.
Hasta que un día se pelearon a muerte. No cualquier día, sino el 11 de agosto de 2021, un miércoles. Horas después, el jueves, se terminaría filtrando la imagen del festejo de Yañez en la Quinta de Olivos en plena cuarentena.
Otra vez una foto de las dos y otra vez una fiesta, pero ya no de disfraces sino de cumpleaños.
¿Qué fue lo que pasó entre las dos “hermanas”?
La versión oficial, que es la más extendida, indica que la pelea fue porque Fabiola sospechaba que su amiga había estado detrás de esa filtración a los medios. Aunque las fechas no cierran, ya que eso ocurrió al día siguiente.
Hay que recurrir, entonces, a la versión paralela, que además es la que traslucen los chats y las declaraciones judiciales de los implicados.
El miércoles de la pelea, la ex primera dama asegura que su amiga le mostró algunos mensajes que le habría mandado el entonces Presidente a su celular. En uno de ellos, enviado a las 0.54 de la madrugada y publicado por TN e Infobae, se lee que Alberto le propone: “¿Por qué le hacés caso a Fabiola si vos querés estar conmigo?”.
Ante la falta de respuesta, Fernández insiste un minuto más tarde: “Podés estar conmigo y sos libre de estar conmigo”.
A Fernández no le alcanzaba con una sola modelo.
Se desconoce si Pacchi le respondió, y también si realmente, como afirma Fabiola, tuvo la dudosa iniciativa de contarle a ella de esos mensajes. Porque lo cierto es que también la dejaban expuesta. ¿Y si Yañez descubrió la evidencia revisando el teléfono de su amiga? Ella lo niega. Ante la Justicia declaró lo siguiente: “Me los mostró esta mujer, que no vaya a mentir. Esta mujer me mostró los chats”. Lo cual no explica, sin embargo, por qué esos mensajes calientes estaban en manos de Fabiola: una cosa era mostrar y otra reenviárselos.
Como sea, el agrio entredicho por los chats rompió una amistad de muchos años. La primera dama estaba convencida de que algo debió haber hecho Pacchi para que Fernández, en plena madrugada, le hablara con tanta confianza.
“Si vos querés estar conmigo”, le había dicho.
Lo que más le dolía a Yañez no era la supuesta infidelidad de él –a eso ya estaba acostumbrada–, sino la traición de su “hermana”.
–Le hizo la cruz desde ese día –me confirma un conocido relacionista público que trabajó con ambas en Olivos.
–¿Entonces no la echaron por filtrar la foto de la fiesta? –pregunto.
El RRPP contesta:
–Eso se dijo desde un principio para tapar lo otro. La verdad es que Fabiola le descubrió algo con Alberto.
Pacchi dejó de trabajar junto a la primera dama desde entonces. La pelea fue feroz.
Pero lo que siguió esa misma noche resultó aun peor. Según el relato de Fabiola ante los tribunales de Comodoro Py, discutieron fuerte con el entonces Presidente porque ella le enrostró esos mensajes.
Alberto, según el fiscal de la causa, “zamarreó a Yañez de sus brazos, provocándole una lesión en una de sus extremidades, y la sujetó con sus manos del cuello”.
Yañez explicó que esa vez no le quedaron marcas para mostrar.
Declaró: “Él se puso a gritar. Porque las cuestiones eran así, cuando yo iba y le decía algo se ponía a gritar encima de mí como loco y a decir cualquier cosa, y siempre todo era mentira. Como yo digo ‘esto lo acabo de ver en un teléfono’, se puso tan furioso que me agarró del cuello”.
En los chats que Yañez intercambió por las mismas horas con María Cantero, la secretaria privada de Alberto, el hecho también es mencionado.
“No digas que hablaste conmigo”, le implora de entrada Cantero, incómoda en su rol de confidente.
No es amiga de Yañez y solo tenían un trato ocasional. ¿Por qué le escribe a ella?
Fabiola le informa: “Pero te digo que anoche me quiso ahorcar solo porque le dije una verdad, y era que estaba coaccionando a una amiga mía para que se acueste con él”.
Cantero sigue pidiendo discreción: “Pero podemos decir que yo no aparezco nunca en ningún lado, puedo ir y tomar café con vos y charlar”.
Fabiola continúa: “Y ella me mostró los mensajes”.
“No entiendo”, se lee del otro lado.
“¡Y cuando se lo dije me quiso ahorcar! Tamos todos locos”, insiste Yañez.
Cantero intenta minimizar la historia de Pacchi, sin detenerse en la agresión: “Fabiola, ¿sabés la cantidad de cosas que hablan al pedo?”
Yañez escribe: ”Yo digo que todo esto te lo puedo mostrar”.
Acaso quiere que la advertencia le llegue por interpósita persona a Fernández: está dispuesta a “mostrar”.
Cantero le sugiere que no es con ella que debe tratar esos temas: “A mí nadie me tiene en cuenta, porque soy secretaria. Pero me respetan”.
Y finalmente se ofrece a realizar una mediación informal: “Preguntale si puedo ir a verte”. Claro, jamás haría algo a espaldas de su jefe.
Fabiola cierra el asunto: “Pero si vos sos libre. A mí viene a verme todo el mundo”.
Ya no se leen más intercambios ese día.
Ante la falta de sororidad de la secretaria, Fabiola le escribe a Fernández la noche siguiente a la pelea, el 12 de agosto. Está en la Casa de Huéspedes de la Quinta porque no quiere dormir en la misma cama que él después de lo ocurrido.
Él le dice: “Pero dejá de discutir. Al final terminamos peleados nosotros por todos los demás”. Y le pide: “Por favor, vení”.
Lo de “los demás”, en este caso, está referido a la asistente Pacchi.
Fabiola contesta, dolida: “Me volvés a golpear. Estás loco”.
Y concluye con una seguidilla fulminante.
“Esto no funciona así, todo el tiempo me golpeás”.
“Es insólito”.
“No puedo dejar que me hagas esto cuando yo no te hice nada”.
“Y todo lo que trato de hacer con la mente centrada es defenderte y vos me golpeás físicamente”.
“No hay explicación”.
Fabiola acaso quiere dejar por escrito lo de “físicamente”, para que nadie pueda malinterpretarla.
Y entonces le envía las imágenes de las lesiones pasadas, la del ojo morado y la del brazo.
Alberto nunca niega nada, solo responde con vaguedades que expresan malestar y remordimiento: “Me siento muy mal”, “pará, por favor” o “no puedo respirar”.
Los mensajes, ya se dijo, corresponden a la noche del 12 de agosto de 2021. Ese día había sido un infierno para el Gobierno.
Repasemos.
A las 13.23 de ese jueves, la periodista Guadalupe Vázquez lanzó la primicia de la foto de la fiesta de Olivos en su programa “Más Data” del canal LN+. Era la confirmación definitiva del escándalo. En la imagen se veía a once personas festejando en el chalet presidencial, sin barbijos ni distancia social, y en un momento en el que las reuniones estaban prohibidas por decreto por el propio Fernández, uno de los comensales de aquella noche del cumpleaños de Yañez. En esa imagen aparecían él, Fabiola de su mano, y los invitados, todos cercanos a la primera dama, incluida su todavía amiga Pacchi. Había trascendido una primera foto dos días antes en las redes sociales, pero en ella –un primer plano sin ambiente– no alcanzaba a distinguirse de qué se trataba aquello. Podía ser de cualquier momento. Y el Gobierno incluso sostenía que estaba trucada, y que el Presidente, en el fondo de la imagen, había sido “implantado” con un fotomontaje. Pero ahora, con la exclusiva de Vázquez, ya no cabía ninguna duda: allí estaban los anfitriones y sus invitados alrededor de una mesa, todos amontonados, sonriendo para la cámara.
El efecto de la revelación fue devastador y significó un momento bisagra, un antes y después no solo para la gestión de Alberto, sino también para su relación con Fabiola. Todos los días, a partir de aquel, el Presidente le recordaría que había “perdido un gobierno” por su culpa. Las elecciones primarias que se celebrarían solo un mes más tarde terminaron en derrota catastrófica, al igual que las generales de noviembre y la presidencial de dos años después.
En su informe, Guadalupe Vázquez recordaba que, un día antes del hallazgo, Alberto aún negaba todo y se defendía. En un reportaje del martes 11 de agosto había dicho: “Toda esta historia empezó haciéndole creer a la gente que yo traía mujeres a Olivos. Pero se dieron cuenta de que la presunta amante era una persona que trabajaba con Fabiola y ahora cambiaron. Y entonces el problema empezó a ser: ‘No, bueno, las reuniones que había en Olivos’. Y se dieron cuenta de que no había tales reuniones…”.
La “presunta amante” que iba a Olivos, y que en realidad “trabajaba con Fabiola”, no era otra que Pacchi, a quien ya por entonces los periodistas ligaban con Alberto tras descubrir que contabilizaba más de 80 ingresos a la Quinta en esos meses de pandemia.
En simultáneo, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, también había desmentido los primeros indicios de la fiesta al hablar de críticas motorizadas por la oposición “con una carga de odio y misoginia que forma parte de las derechas reaccionarias antidemocráticas que crecen en el mundo”.
Fuera de micrófono, tanto Cafiero como otros funcionarios luego explicarían con tono apesadumbrado que Alberto les había jurado que “esa fiesta nunca ocurrió”.
–Nos mintió en la cara –decía en off el jefe de Gabinete.
Pero la foto que mostró Guadalupe Vázquez sepultó los intentos por zafar de aquel escándalo.
Además, había un listado de ingresos a la Quinta de esa noche en el que figuraban, uno por uno, los nombres de todos los invitados. Habían llegado a las 22 y partido a las dos de la madrugada.
Jaque mate.
Al día siguiente, viernes 13, Fernández ensayó una tardía disculpa deslindando la responsabilidad en su pareja: “Mi querida Fabiola convocó a una reunión, un brindis, que no debió haberse hecho. Me doy cuenta de que no debió haberse hecho y lamento que haya ocurrido”. Pero la estrategia tan poco caballerosa de esconderse detrás de ella solo agravó todo.
Fabiola jamás se lo perdonaría.
Además, no había sido un simple “brindis”, como dijo el Presidente, sino una fiesta a todo trapo en la que cada comensal podía pedir el menú que quisiera. Alberto, según reveló Vázquez, comió ojo de bife. Otros optaron por sushi, paella o salmón. Todo regado con abundante champagne y vino. Y de postre estaba la imponente torta adornada con pétalos de rosas cuya imagen también había trascendido en las redes, y sobre la que se estampaba esta frase: “Feliz cumple, Fabi, te amo”.
Todo eso había ocurrido en el momento más duro del aislamiento social decretado por Alberto, un 14 de julio de 2020, el día en que la primera dama cumplía 40.
Pero recién trascendió un año después.
¿Quién había sacado la foto? Al parecer, uno de los mozos de la Quinta, al que le dieron el celular para que todos los invitados pudieran aparecer en ella.
Aunque también había circulado una segunda versión por esas horas. Decía que el improvisado fotógrafo había sido la pareja de Pacchi en ese momento, el empresario taiwanés Chia Hong Chien, y que no aparecía en la imagen porque la estaba sacando. Aunque, así como no estaba en la foto, tampoco figuraba en los registros de ingresos a la residencia. Un misterio.
¿Por eso Pacchi se había convertido inicialmente en blanco de las sospechas por la filtración?
La presencia de Chien sí estaba confirmada en otro festejo anterior, el cumpleaños de Fernández, el 2 de abril de 2020, a pocos días de haber decretado la cuarentena. Pero de aquella tertulia no había imágenes. Esa noche, Alberto había festejado –no se sabe si con barbijo– junto a Fabiola, el simpático taiwanés y su novia Pacchi, además de otros dos amigos de la primera dama.
Y cuando el resto se retiró, Chien se quedó solo con el Presidente hasta las tres de la madrugada.
Luego se supo que venía ganado distintas contrataciones directas por esos tiempos, y que también estaba interesado en instalar las nuevas cámaras de seguridad de la residencia de Olivos con su firma Apache Solutions.
El tema, que luego derivó en una causa judicial, seguro se coló en aquella charla.
Fernández le decía “el chino”. Los amigos de Pacchi también eran los suyos.
Cuando estalló el caso de violencia de género contra Alberto, ella negó todo en una doble desmentida: aseguró que no había entregado la foto y que no había tenido nada con el ex presidente.
De los negocios del “chino” con el Estado no dijo nada.
Y cuando declaró como testigo ante la Justicia, el 17 de octubre de 2024, Día de la Lealtad peronista, también fue leal con Fernández. Dijo que nunca presenció ninguna escena de violencia entre él y la primera dama, aunque sí le constaba que eran “una pareja tóxica”. Y para poner cierta distancia con el ex presidente, aclaró que lo único que él había hecho era “halagarla”.
También su cronología de los hechos es distinta a la narrada por Yañez. Pacchi aseguró que Fabiola la había echado meses antes de agosto de 2021 –no recuerda si en marzo o abril– porque se enojó cuando ella faltó una semana entera a su trabajo por estar internada con una infección de riñones. “Yo le dije que podía trabajar desde la clínica, pero por la fiebre no pude y me echó”.
Lo cierto, sin embargo, es que Pacchi por esa época no dejó de estar contratada en los papeles. Alguna de las dos mentía.
¿Y los “halagos” del Presidente que había mencionado? La modelo contó, sin precisar una fecha, que Alberto alguna vez le dijo: “Qué linda sos”. Pero no recordaba si el lance fue por mensaje de texto o en persona.
Era un piropo, sí, aunque bastante más inocente que los mensajes que juraba haber visto la primera dama.
La ex amiga de Yañez declaró: “Se lo comenté a Fabiola, pero ella no le dio importancia porque sabía que él era mujeriego”.
Cuesta imaginarse a la primera dama, dueña de un carácter volcánico, teniendo esa reacción tan moderada. En realidad, todo en la declaración de Pacchi sonaba raro.
Pero volvamos a la foto de la fiesta de Olivos. O las distintas fotos, además de los tres videos que unos días más tarde publicaría el sitio El Destape, y en los que se veía a Fabiola soplando una velita mientras los demás le cantaban el feliz cumpleaños y el collie Dylan corría sin parar de un lado a otro.
–Pedí los tres deseos bien –se escucha a uno de los invitados en esas cintas.
–Para ustedes –contesta ella, y sopla.
Observemos el proceso de la filtración en cámara lenta, porque depara varias sorpresas.
La segunda foto, la que confirmó todas las presunciones, se la dio uno de los invitados a Guadalupe Vázquez, según aseguró la periodista.
¿Quién había sido?
Algunos, como se dijo, hablaban de Pacchi.
Otros señalaban al coiffeur de la primera dama, Federico Abraham, el mismo que, según la defensa de Fernández, la abastecía de alcohol a escondidas, y el mismo del peinado de Evita que lucía ella en los tiempos iniciales del Gobierno. En contra del estilista jugaba el dato cierto de su cholulismo. Sonaba bastante creíble que hubiera entregado la foto a cambio de algún “canje”, como que le hiciesen una nota.
Pero la teoría más probable es que la filtración fuera producto de una casualidad o, mejor dicho, de la astucia de la periodista, una vieja conocida de aquel grupito de “fabiolos”.
Eso cuenta Mauricio D’Alessandro, el abogado de Yañez en el caso de violencia de género.
–Lo que a mí me dicen es que Guadalupe Vázquez se la “birló” a una de las amigas de ella –afirma.
–¿Cómo sería eso? –pregunto.
D’Alessandro contesta:
–Parece que Guadalupe le escribió a la amiga, como reclamando: “Che, pero a mí no me invitaron”. Y la amiga le contesta: “No, pero no fue nada del otro mundo, fue una cosa sencilla”. Y le manda la foto.
D’Alessandro es una fuente calificada: en la causa que judicial que se inició por esa fiesta representó a una de las invitadas, Stefi Domínguez, abogada y autodenominada “health coach”.
Obviamente, asegura que no fue ella la que filtró la imagen.
La propia Guadalupe Vázquez pareció confirmar esta historia en un reportaje que tiempo después dio en la pantalla de LN+. Ahí dijo: “No hubo mala intención. Realmente la persona que me dio la foto no tenía dimensión de que podía generar un daño difundiendo esto”. Y agregó sobre las motivaciones de quien había sido su fuente secreta: “Había tantas especulaciones sobre qué tipo de fiestas se hacían en Olivos que creo que un poco su idea fue decir: no, fue una reunión nada más, fue un cumpleaños casi familiar”.
Vázquez contó que le llevó unos días chequear la veracidad de foto –semejante bomba no podía lanzarse sin plena certeza– y que, en el ínterin, apareció la otra imagen, la que se difundió en las redes. Eso la llevó a comparar ambas –las mismas personas, la misma ropa, el mismo lugar– y entonces decidió acelerar. La amiga indiscreta le había rogado que no publicara la foto, pero, cuando salió la otra, se vio liberada de ese compromiso.
Vázquez agregaba: “No fue nadie de los servicios de inteligencia, ni nadie de la política”.
Lo decía, en parte, porque las sospechas sobre la filtración por esos días también recayeron sobre quien había sido su novio. ¿Quién era? El vocero de Alberto Fernández, Juan Pablo Biondi, a quien la periodista había conocido en la campaña presidencial de 2019.
Guadalupe y Biondi ya no estaban juntos cuando ella publicó la foto, pero en la Casa Rosada igual hubo murmullos.
¿Y si él le había pasado la imagen en un descuido? ¿Pero por qué la tendría en su poder, si no había estado en el festejo?
Dicen que Fernández le había advertido en los primeros meses de la gestión al vocero:
–Si ella me genera algún problema, te vas.
Es que Vázquez trabajaba en un medio que criticaba con dureza al Gobierno.
Tras la difusión de la foto, Horacio Verbitsky escribió en su portal El Cohete a la Luna: “Vázquez es o fue compañera sentimental del vocero del Presidente, quien no se separa de él ni dentro ni fuera del país. Desde el Gobierno se afirma que esa relación está terminada”. Y sumó un dato intrigante: “Si en agosto de 2020 aducían estar separados, en febrero de este año lo desmintieron en las redes. Ella informó que comenzaba un nuevo programa político en Radio Rivadavia junto con Sergio Berensztein, y Biondi le respondió con un mensaje de aliento ‘aunque no coincidimos en nuestros puntos de vista’, y se despidió con un elocuente ‘Te amo’”.
Por obra de la filtración de la fiesta, hasta el siempre hosco Verbitsky se mostraba interesado en los caprichos del corazón. Era una cuestión de Estado.
El dato de la relación sentimental entre el vocero y la periodista se comentaba como un secreto a voces en el seno del Gobierno, aunque el gran público lo desconocía. Solo una nota de la revista de chimentos dirigida por Luis Ventura, Paparazzi, se había referido al tema hasta ese momento. Decía ese artículo de agosto de 2020, citado por Verbitsky, que la advertencia presidencial sobre lo poco conveniente que resultaba el romance “los habría llevado a tomar la drástica decisión de separarse”. Y agregaba: “Así, al menos, lo dieron a entender a su círculo de allegados. Sin embargo, la relación nunca se habría interrumpido. ‘Se siguieron viendo, a escondidas, porque ellos se quieren, aunque saben que hoy su amor es imposible’, contaron las fuentes”.
Aquí hay que abrir un pequeño paréntesis para decir que Guadalupe Vázquez años después aclaró, en un reportaje, que del grupo de “fabiolos” inicialmente solo conocía a Pacchi, tal vez para cubrir a su verdadero informante. Pero, ¿y si la fuente de Vázquez realmente fue la modelo?
De ser así, se habría dado un hecho histórico: la supuesta amante del Presidente le habría filtrado la foto a la novia del vocero. Como dice el tango, “en un mismo lodo, todos manoseados”.
Pero, si fue Pacchi, ya se dijo que no por ese motivo la había expulsado Fabiola, quien estaba atenta a otro tipo de pecados.
El vocero Biondi fue despedido del Gobierno cinco días después de la derrota electoral en las PASO de septiembre de ese año que le siguió al escándalo de la fiesta, luego de que Cristina Kirchner lo acusara en público de hacer “operaciones de prensa” en su contra. Pero siguió trabajando para Alberto desde las sombras, como una suerte de vocero “blue”, a la par de la nueva portavoz oficial, Gabriela Cerruti. En su carta de renuncia, el funcionario finalizaba diciendo: “Sinceramente”, como el best seller de la jefa.
Una pequeña ironía.
Hay que detenerse en otros de los elementos filtrados, los tres videos del cumpleaños que aparecieron en El Destape el 18 de agosto, seis días después de la foto publicada por Guadalupe Vázquez. Ese portal pertenece al periodista kirchnerista Roberto Navarro, con lo cual se abría el interrogante de por qué difundía esas imágenes. ¿Se sumaba a la ofensiva contra Alberto? Nada de eso: Navarro aclaraba, generoso, que publicaba aquel material porque sabía que estaba en manos del enemigo, que pensaba difundirlo horas antes de las elecciones para que el efecto fuera doblemente devastador. Lo suyo era una suerte de “control de daños”.
Esto decía el periodista K en la bajada de aquella nota firmada por él: “El Destape accedió a las imágenes del festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos que la oposición esperaba usar para golpear al Presidente antes de las elecciones. Con las imágenes de la reunión, que Alberto reconoció como un error, Macri y su canal armaron una operación para perjudicar al Presidente utilizando el dolor de las víctimas. Los detalles de la campaña sucia”. Y el título decía: “El video de la discordia en Olivos y la operación buitre del macrismo”.
El canal que atribuían a Macri era LN+, donde había salido la primicia y donde –según versiones recogidas incluso por la heredera del fallecido director de La Nación, Esmeralda Mitre– el líder del PRO había invertido dinero.
El kirchnerista Navarro, entonces, le aclaraba a Fernández que publicaba los videos por su propio bien. Mejor sufrir el “fuego amigo” que dejar esas evidencias en manos de otros. Cuanto más lejos de las elecciones trascendieran esos videos, menos peligrosos resultarían.
A Alberto, sin embargo, el curioso argumento lo hacía dudar.
–Nos están tomando por boludos –me dijo en aquel momento un alto funcionario que entrevía otra intención en aquella jugada de Navarro.
¿Era una orden de la jefa?
La pelea de Alberto con su vice también se colaba en las intrigas por la difusión de aquellas imágenes.
Otra de las pruebas que sustentaron la revelación sobre la fiesta fue la de los registros de ingresos a la Quinta de Olivos. Quien dio a conocer esa documentación sensible en su cuenta de Twitter –hoy X– es el usuario @gonziver, autodefinido como periodista y cibermilitante del PRO, tanto que él y otros macristas de las redes fueron parte fundamental en la campaña del “Sí, se puede” con la que el ex presidente intentó una remontada imposible en la elección de 2019 contra Fernández, luego de haber caído en las PASO. Con todo, la diferencia en favor del ganador se achicó de 15 a 8 puntos para las generales.
El tal @gonziver, según publicó Verbitsky, también era algo más: ¡un técnico informático del Grupo Clarín! Decía Verbitsky: “Su verdadero nombre es Gonzalo Vergareche. Es analista digital senior de Telecom Fibercorp, la última joya de la corona del Grupo”.
¿Cómo había obtenido los registros de ingresos? Simple: con un pedido de acceso a la información pública, respondido meses después. La información ya estaba disponible en su cuenta de Twitter. Solo había que buscarla, que es lo que hizo Guadalupe Vázquez.
En su programa de Radio Mitre, Eduardo Feinmann entrevistó a Vergareche tres años después del escándalo de la fiesta, en agosto de 2024. Y el tuitero del PRO, técnico informático y periodista –no se sabe en qué orden– fue muy transparente en sus respuestas: “Pedí los listados por revancha”, explicó sin vueltas. “El 8 de noviembre de 2019, varios tuiteros fuimos a visitar al presidente Mauricio Macri y quedó registrado nuestro ingreso a Olivos. Dos años después, Rodolfo Tailhade se hace con ese listado y hace públicos nuestros nombres y nuestros documentos en Twitter diciendo que somos los trolls de Macri. Yo dije: bueno, si esta persona puede libremente publicar datos de ingreso, yo puedo hacer lo mismo”.
Venganza pura.
El mencionado Tailhade es un diputado kirchnerista que antes de entrar al Congreso había pasado por la Escuela de Inteligencia de la AFI, hoy nuevamente llamada SIDE. Por aquel antecedente lo bautizaron “el dipu-espía”, y los secretos ajenos siempre fueron su especialidad.
¿Y Vergareche? No, él niega cualquier relación con el mundo de la inteligencia, al menos formal. Alcanza con que se defina militante del PRO y visitante de la Quinta en tiempos de Macri.
Decía Vergareche en aquel reportaje con Feinmann que el pedido de acceso a la información pública incluso lo había llevado a pisar la Casa Rosada, lo cual suena algo raro: “El requerimiento lo hice por mail. Es muy simple, pero tarda. Te pueden enviar la información vía un link para descargar o, como en mi caso, un CD que me lo dieron dentro de la Casa de Gobierno”.
Con el CD en sus manos, fue derecho al asunto. “Decidí elegir dos fechas icónicas, el cumpleaños de Alberto y el cumpleaños de Fabiola fueron los dos primeros archivos que abrí”, explicó.
Un olfato notable.
Hasta ahora tenemos, en este racconto de la filtración, a una amiga de los “fabiolos” y novia del vocero presidencial, a un medio ultrakirchnerista que le explicó a Alberto que en realidad le estaba dando una mano y, por último, a un tuitero del PRO y empleado del Grupo Clarín. Todo muy surtido.
Pero falta hablar de la primera foto, aquella que mostraba al grupo de invitados en un plano más cerrado y no permitía adivinar dónde estaban. Es una prueba fundamental porque fue la que apuró a Guadalupe Vázquez a publicar la que tenía ella y, de paso, le sirvió de confirmación adicional. Lo llamativo de esa imagen primigenia es que surgió de la nada, subida a Twitter, a través de cuentas que hoy ya no existen y que ni siquiera los medios especializados en estos menesteres, como el sitio Chequeado, pudieron rastrear. El lugar común del periodismo para referirse a la procedencia de esa foto es que “apareció en las redes”. Y cuando algo así sucede, todo se vuelve vidrioso.
¿Quién la filtró? Desconocido.
¿Cuándo? Un día antes de que Guadalupe Vázquez publicara la segunda foto, tal vez dos o tres.
¿Quién fue el primero en mostrarla en televisión y potenciar su efecto? Eduardo Feinmann, en la pantalla de LN+.
¿Qué generó? Que el Gobierno saliera a hablar de fake news y fotomontaje, y también que Vázquez, en paralelo, pudiera chequear y publicar su propia foto, ya que hasta entonces su fuente se oponía.
–Pero si ya salió una foto de la fiesta –dice Guadalupe que le explicó.
–Ah, entonces sí –la habilitó su fuente.
Cuando una imagen aparece así, por arte de magia, en Internet, y resulta imposible determinar su origen porque aquellas cuentas apócrifas desde las que fue lanzada se esfuman, es evidente que hay una intencionalidad política detrás y que la operación la montó alguien que tiene los “fierros” para eso. Puede haber sido un hacker, un agente de la SIDE o un opositor con conocimientos en el rubro.
Internet sirve como base de lanzamiento para todo tipo de operaciones. Los chats de los “huemules” de Lago Escondido, por ejemplo, también aparecieron primero en un sitio desconocido que, cuando logró su objetivo, se desintegró en el aire.
Nadie fue.
Pero Alberto tenía una seria sospecha. No apuntaba contra la oposición, tampoco contra Clarín u otros medios. No: el entonces Presidente creía ver, detrás de la difusión del escándalo, la mano invisible de su vice.
Si el supuesto “favor” de Roberto Navarro le llamó la atención, más lo alertó la extraña forma en que, al inicio de todo, había aparecido esa primera foto en Twitter.
El periodista Francisco Olivera, coequiper de Guadalupe Vázquez en su programa televisivo, lo resumió así en su columna del diario La Nación: “¿Fuego amigo? En la Casa Rosada sospechan que el Instituto Patria difundió la imagen. El origen de la suposición es el creciente malestar de la vicepresidenta”.
Pero la pregunta obligada es: ¿por qué Cristina querría dinamitar la credibilidad de un gobernante al que ella misma había colocado en el poder hacía menos de dos años? La respuesta que daban en el entorno de Alberto hablaba de las continuas señales de autonomía por parte de él, quien había llegado a tener altos niveles de popularidad durante las primeras semanas de la pandemia y que, aunque ahora venía en baja, aún podía darse el lujo de ignorar a CFK en algunas de sus imposiciones.
Si Alberto finalmente despegaba, si por algún milagro ganaba las elecciones de medio término, ella pronto podía pasar a ser historia. Cristina se había cansado de sus gestos de independencia.
Según esa lectura conspirativa, tal vez esa primera foto que apareció de la nada, y que era el verdadero germen del escándalo, había sido filtrada por los propios los servicios de inteligencia del Gobierno, cuyo manejo estaba en manos de funcionarios de CFK. Por más que la interventora de la AFI fuera Cristina Caamaño, luego reemplazada por Agustín Rossi, el que manejaba el organismo en los hechos era el camporista Juan Martín Mena, un soldado fiel de la jefa.
El día en que Eduardo Feinmann mostró esa primera foto en su programa, el 11 de agosto, el clima ya era irrespirable. Se cumplían dos años exactos del triunfo de Alberto contra Macri en las PASO de 2019 y la Casa Rosada, para celebrar las efemérides, posteó una imagen de los festejos en el búnker. Estaban el Presidente y todos los suyos, pero faltaba una sola persona: Cristina.
Desde la cuenta de Twitter de La Cámpora respondieron a ese posteo con ironía: “Che, se olvidaron de alguien”.
Y debajo, la jefa agregó su propio comentario: “Es buena la memoria”.
Alberto no dejó ningún posteo.
Cuando la bomba detonó, el 12 de agosto, Cristina envió a un emisario a hablar con Fernández, que ya no le contestaba el teléfono con tanta facilidad.
El mensaje de ese enviado era terminante:
–Dice que salgan a pedir disculpas.
Pero el bochorno de Alberto escudándose en su “querida Fabiola” y el silencio de la primera dama solo empeoraron el asunto.
En realidad, ella no parecía estar en condiciones de dar la cara en esas horas de violencia en Olivos.
“Venís golpeándome hace tres días seguidos”, le había escrito a Fernández en el chat.
En la entrevista que le dio a Infobae en agosto de 2024, Yañez rememoró esa época aciaga. La periodista Valeria Shapira le recordó que Fernández la había responsabilizado por el festejo.
Y ella contestó:
–Sí. Lo hizo más de una vez. Incluso teniéndome sentada frente a él en un lugar con muchísima gente, él dando una conferencia con muchísimos periodistas. Y lo volvió a repetir estando yo sentada enfrente de él y embarazada. Lo volvió a repetir. Otro juego psicológico que me hicieron. Como decir que perdieron las elecciones legislativas por mi culpa. Me lo repetían todos los días. Elecciones legislativas que el peronismo históricamente jamás ganó. Me echaron la culpa. Porque él se desligó de la responsabilidad de haber hecho esa reunión, haber estado ahí, haberlo hecho, y me echó la culpa y dijo que yo organicé un brindis. Yo no organicé ningún brindis. Eso no es verdad.
–¿Pero quién lo organizó? –se sorprendió genuinamente Shapira.
–No puedo hablar de eso –contestó Fabiola, escudándose en la cláusula de confidencialidad que había firmado para su nebuloso documental–. No puedo decirlo.
–La gente que estaba ahí, ¿era amiga tuya?
–Algunos. Era mucha gente que trabajaba dentro de Olivos. Y esa gente trabajaba, ese día habíamos estado trabajando en una campaña que yo había querido, pero, bueno, nunca tuve apoyo para tantas, tantas cosas que hice. La verdad que nunca hubo apoyo desde ningún lado.
–De todas maneras –le hizo notar Shapira– estábamos en pandemia, se estaba brindando, había copas en la mesa.
–Vuelvo a decirte –contestó Yañez–, salieron a echarme la culpa por esas fotos que habían aparecido de golpe. Todos los días se me repetía: “Por culpa tuya. Perdí un gobierno por culpa tuya. Este gobierno perdió las elecciones por culpa tuya. Por culpa tuya. Por culpa tuya…”. ¿Cómo un gobierno va a caer por una foto mía? ¡Por favor! Pero que te lo digan todos los días…
Por lo visto, Yañez también quería cargarle el muerto de la fiesta a Alberto. Ya que está, que pague por todo.
“Yo no organicé ningún brindis”. ¿Entonces, quién fue? “No puedo hablar”.
Por poco no dijo que había sido una fiesta sorpresa armada por él a sus espaldas, para agasajarla.
La postura de Fabiola frente al tema generó perplejidad. Por ejemplo, Pamela David, la primera dama de América TV –pareja de Daniel Vila, uno de los accionistas–, se preguntaba en su programa “Desayuno Americano” si resultaba conveniente esa sobreactuación de inocencia. “Por ahí, en lo que se equivoca Fabiola es en decir: ‘Estoy haciendo la denuncia, y entonces meto todo en la misma bolsa’. Y eso a uno lo hace dudar porque, si se comprueba que está mintiendo en esta parte, ¿qué pasa con todo lo otro?”, dijo.
“Yo lo que noto es cierta incomodidad en la cara de Alberto”, agregó uno de sus panelistas refiriéndose a la foto más famosa del cumpleaños.
Otro de los panelistas lo cortó: “Tampoco es un hombre de muy buena cara”.
Risas en el estudio.
Stefi Domínguez, la invitada al cumpleaños a la que había defendido D’Alessandro, también desmentía el intento de victimización de Fabiola. Cuando le tocó declarar, afirmó que la fiesta la había organizado la primera dama, y que le había adelantado que sería “algo íntimo”. Por eso fue, y se sorprendió al verlo allí al Presidente.
Y el modelo Emanuel López, otro de los “fabiolos” presentes en el festejo, además de colaborador de Yañez, contó lo mismo: “La invitación la hizo la señora”, le dijo a Infobae. Y justificó su presencia en el cumpleaños: “En ese momento yo tenía que preservar mi puesto ya que era mi principal fuente de ingreso. No podía perder mi trabajo. Enterré a mi padre unas semanas antes de ese hecho, el 9 de mayo de 2020. Murió luego de estar doce días en terapia intensiva. Imaginate que en lo personal yo no tenía nada que celebrar ni festejar. Fue muy doloroso, para mí y para toda mi familia”.
Como Sofía Pacchi, López también dejó de trabajar junto a Fabiola después de la filtración de las imágenes de la fiesta. Habían sido amigos durante más de veinte años, pero algo se rompió en ese momento.
Una empleada de la Quinta de Olivos a la que Alberto presentó como testigo en la causa judicial por violencia de género, Cintia Tonietti, también señaló a la primera dama por ese festejo clandestino. “Tuve que organizar todo el evento”, explicó. “Fabiola me dijo qué era lo que querían comer y a qué hora iban a llegar las visitas y cuántas eran”.
Y la propia Sofía Pacchi, en su declaración judicial en el caso de violencia de género, también disparó contra la primera dama: “La que invitó fue Fabiola”.
Los invitados, en público y en privado, coinciden en que la iniciativa fue de ella, pero que Alberto estaba al tanto de todo.
No es cierto que, como sostuvo él en su momento, solo hubiera pasado en busca de su mujer y que, al encontrarse con el festejo, decidiera quedarse unos breves minutos por mera cortesía.
A veces se parecía a Bill Clinton en sus escurridizas explicaciones.
Pero tampoco puede decirse que Fabiola fuera inocente.
Los dos mentían y decían medias verdades.
El ya citado relacionista público que trabajó con ella en Olivos me confirma:
–Todo fue idea de Fabiola, del principio al fin. Ella fue la que invitó.
–¿Pero Alberto sabía? –pregunto.
El RRPP se ríe:
–¡Claro que sabía! Si ella hasta le hizo comprarle la torta, que tenía forma de corazón y era de un lugar que se llama “Mercado de Pétalos”. Alberto sabía y avaló.
Ante la Justicia, la ex primera dama retrocedió un paso luego de haberse desentendido olímpicamente de la fiesta en el reportaje con Infobae. Dijo lo siguiente ante el fiscal: “Alberto dio la autorización para que eso se hiciera e incluso acompañó a una de las parejas a la puerta”.
Es decir, Alberto había autorizado, pero no organizado. Ya era distinto. Aunque eso, claro, no lo exculpaba.
Según Fabiola, ella le avisó al Presidente por teléfono y él gestionó unos supuestos “permisos” para los comensales de aquella noche.
“Ya está, se pueden quedar, estás autorizada”, dijo que fueron las palabras de Alberto, un rato más tarde.
¿Pero qué tipo de autorización podía anular un decreto presidencial que prohibía expresamente las reuniones sociales?
Seguía Fabiola en su declaración: “Él dice que pasó por ahí, que se sorprendió, que estuvo dos segundos… Pero él estuvo desde el inicio, mandaron a comprar la torta desde la Quinta de Olivos. Entonces, que él se desligara de ese tema diciendo ‘mi querida Fabiola’… Es una mentira”.
Después de que trascendieran las imágenes de la fiesta, entre el personal de Olivos y los colaboradores y amigos de Fabiola comenzó una caza de brujas. La organizó el propio Fernández. Su abogado Juan Pablo Fioribello ofreció hacer una defensa conjunta de Fabiola y todos los invitados para que coincidiera su versión de los hechos ante la Justicia. Pero, según confiaron en privado algunos de los “fabiolos”, el objetivo de esa movida en realidad era poder controlarlos. Y había un segundo motivo: averiguar quién había filtrado las fotos y los videos.
–Les pidieron que entreguen sus celulares para revisarlos –me dice el RRPP antes citado–. Empezaron a hostigarlos de una manera muy jodida.
–¿Ellos entregaron los teléfonos? –pregunto.
–La mayoría se negó –contesta el RRPP–. Hubo algunos que se buscaron otro abogado.
El dato es correcto. Stefi Domínguez, ya se dijo, huyó de Fioribello y pasó a ser defendida por D’Alessandro. Pacchi y otros amigos de la primera dama acudieron al mediático Fernando Burlando. El peluquero Abraham optó por los letrados Pablo Slonimsqui y María Ester Ballestero.
Fioribello perdía cliente tras cliente. De su lado solo quedaron Fabiola –porque Alberto eligió para su defensa a Gregorio Dalbón–, el modelo Emanuel López y su esposo Fernando Consagra.
Ese hostigamiento fue el que alejó a Yañez de varias de sus amistades. Quedó más sola desde ese momento.
Emanuel López, el “fabiolo” que tomó distancia de ella después de lo sucedido, dijo que su teléfono no fue requisado. Pero tampoco explicaba con claridad por qué abandonó a su amiga de la noche a la mañana.
–¿Te revisaron el celular cuando ocurrió el escándalo? –le preguntó el periodista Nicolás Pizzi, de Infobae.
–Eso fue un rumor –contestó López–. Hubo un momento en que se creía que teníamos los teléfonos intervenidos. Pero no. Nunca nadie me pidió los teléfonos.
¿Y por qué se peleó con Fabiola, entonces?
Su respuesta es vaga, pero deja entrever que la causa judicial tuvo mucho que ver.
–La foto de la fiesta de Olivos fue la gota que rebasó el vaso. Desde ese momento, cada uno priorizó y cuidó sus intereses –dijo.
A López, recordemos, también lo defendió Fioribello. Es el mismo abogado que en agosto de 2024 secundaría a Alberto en aquella movida del comunicado conjunto que debía firmar Fabiola para negar los hechos de violencia.
La causa judicial de la fiesta empezó a perder fuerza cuando Alberto y otros invitados llegaron a un arreglo: el Presidente pagó como resarcimiento la suma de 1,6 millones de pesos, que se destinaron al Instituto Malbrán. Y también abonó la parte que le correspondía a Yañez, otros 1,4 millones. Con eso evitó la indagatoria de ambos. Para afrontar el pago, porque se decía un hombre austero, sacó un crédito de 3 millones del Banco Santander, que luego pagó en cómodas cuotas.
¿Por qué el resarcimiento pagado por él resultaba levemente superior al de la cumpleañera? Porque el fiscal del caso, Fernando Domínguez, consideró que como Presidente tenía “mayor responsabilidad”. Aunque era casi un empate.
Los invitados, a su vez, pagaron 250 mil pesos por cabeza. Aunque, de entrada, no todos. Había una que se negaba: la “hermana” de Fabiola, Sofía Pacchi, representada por Burlando. Su argumento era que no tenía por qué pagar por algo que en realidad no había hecho: ella no había estado ahí festejando, sino trabajando, porque era la asistente full time de la primera dama. Pero la explicación no conmovió al juez.
A mediados de 2022, finalmente, Pacchi pagó sus 250 mil pesos y dio vuelta la página.
Hay que dedicarle algunos párrafos más a la amiga a la que Fabiola había echado de su trabajo después de leer los mensajes candentes de Alberto en su celular.
En su declaración en el expediente por violencia de género, el intendente de la Quinta de Olivos, Daniel “El Gordo” Rodríguez, un antiguo colaborador de Fernández, confirmó el motivo por el que Pacchi fue cesanteada en sus funciones. “Sé que hubo un problema con ese tema, que ella se tuvo que ir, había algo en el medio. Que, según decían por radiopasillo, Alberto estaba con Sofía, pero realmente no lo sé ni los vi”.
En septiembre de 2024, además, trascendió un audio en el que se los escucha discutir a Fabiola y Alberto, supuestamente por Pacchi.
–Pero, ¿y de qué vamos a discutir? Si vos me humillás –le dice ella.
–Te pido perdón, yo no… –intenta calmarla él.
Ella sigue:
–Me faltás el respeto, invitás a almorzar a escondidas a una persona que yo te presenté.
–Pero si mi idea hubiera sido esa… –la interrumpe él–. ¿A escondidas de dónde?
Ella lo corta:
–Invitás a una persona que yo te presenté. Y le decís: “No, pero no le digas a Fabi porque es celosa”. Es la humillación más grande, y ahora lo estás dando vuelta, manipulándome nuevamente, psicopatéandome, y no me querés dar el teléfono porque…
Él la interrumpe:
–No, porque no quiero pelear con ese tema.
Ella lo conmina a mostrarle su celular:
–Mirá, acá es muy fácil. Es así de fácil. O vos me das el teléfono y yo leo, o me estás mintiendo.
–¡No, porque vas a leer lo que vos querés! –le contesta él.
–¡Entonces me estás mintiendo! –concluye ella.
La grabación la pasaron en el programa de Luis Majul en el canal LN+. Uno de los panelistas, el periodista Luis Gasulla, comentó: “Estuve consultando después de que llegó este audio a la producción, y lo que me dicen es que la discusión se trataría, otra vez, por Sofía Pacchi”.
“El audio llegó a la producción”, dijo, como si caminara solito.
En la guerra de nervios entre Alberto y Fabiola ya resultaba evidente quién filtraba qué material. Bastaba con fijarse cuál de los dos salía mal parado de la escena.
Si era Fabiola, la filtración correspondía a Fernández. Y viceversa.
En otro testimonio judicial, el de la llamada “testigo B”, aportada por el ex presidente, también aparece Pacchi. La mencionada testigo es una militante peronista de Misiones, dedicada al trabajo social, de la que Fabiola se hizo amiga luego de convertirse en primera dama.
Esto contó ante la Justicia: “Un día Alberto la contactó a Fabiola a altas horas de la madrugada porque no volvía a Olivos. En ese momento, ella le mintió y le dijo que estaba en la cena de Pacchi, pero en realidad estaba conmigo en el departamento de un conocido mío y Alberto decidió sacarle la custodia y prohibirle el ingreso a Olivos”.
Ese día, según la testigo, “Fabiola estaba alcoholizada y le contestó muy violentamente y se produjo una discusión”. Y agregó: “Eso derivó en que Fabiola se fuera a vivir con Pacchi por el plazo de una semana aproximadamente, porque tenía prohibido el ingreso a Olivos”.
Pasada esa semana de castigo, Yañez recurrió a la intermediación del antes mencionado intendente de la Quinta. “A través de Daniel Rodríguez, que se ofreció de componedor, logró que Alberto la perdonara. Ella quería volver con Alberto y le pedía a Daniel que la ayude”, aseguró la “testigo B”, de identidad reservada.
Así es, Fabiola estuvo en penitencia, sin custodia y sin poder entrar a la residencia de Olivos durante una semana. Y la tuvo que acoger Pacchi en su departamento de Vicente López, no lejos de la Quinta.
Si Alberto creía que la “testigo B” le hacía un favor revelando eso –por más que pusiera todo el énfasis en el alcoholismo de la primera dama–, acaso se equivocaba.
En el primer capítulo se contó que Pacchi estuvo entre quienes en privado se solidarizaron con Fernández tras la denuncia por violencia de género. Lo comentó él mismo en off the record, e instó a los periodistas cercanos a que la llamaran para demostrar que ella estaba de su lado.
Según él, estas habían sido las palabras de solidaridad de Pacchi:
–No puedo creer lo que te hizo. Vos y yo sabemos cuál es la verdad.
Alberto seguía detallando, fuera de grabador: “Ellas vivieron juntas por un tiempo, en una de las peleas que tuvimos con Fabiola, pero terminaron a las patadas”.
Claro, le faltó decir que las amigas habían convivido porque Alberto no la dejaba ingresar a Olivos a Fabiola, tal vez inspirado en el antiguo ejemplo de Carlos Menem y Zulema Yoma.
La pregunta es: ¿por qué Pacchi se distanció de Fabiola, pero siguió en contacto con el entonces Presidente?
La única respuesta que encuentra la ex primera dama está en ese mensaje que leyó en el celular de la otra. “Podés estar conmigo y sos libre de estar conmigo”.
Después de la pelea con Fabiola y la filtración de las imágenes de la fiesta, Pacchi no pisó más la residencia presidencial. Sin embargo, lo curioso es que igual continuó cobrando su sueldo estatal hasta fines de diciembre de 2021. ¿Con quién trabajaba si ya no lo hacía con su ex amiga? ¿Y dónde?
La versión más firme indica que esos meses entre agosto, cuando se filtró la foto del cumpleaños, y diciembre, cuando decidieron no renovarle su contrato, fueron sabáticos. Le pagaban por nada. Tal vez para darle tiempo para buscarse otro trabajo.
Otras voces, en cambio, sostienen que durante ese período, ya lejos de Fabiola, la modelo habría trabajado en la Casa Rosada, más precisamente en la Subsecretaría de Gestión Institucional, dependiente de la Secretaría General de la Presidencia comandada por un amigo incondicional de Fernández, Julio Vitobello. Como sea, ese tiempo extra con goce de sueldo no duró mucho.
¿Y Fabiola? En su testimonio judicial de septiembre de 2024, su madre, Miriam Yañez Verdugo, describió cómo cambió la vida y rutina de la primera dama a partir de la foto de la fiesta. “Después de la foto del cumpleaños todo fue para peor para ella. Era todo lo días la misma queja de Alberto, ‘por tu culpa perdí la elección’, ‘por tu culpa voy a perder todo’, siempre fue la culpa de ella. Y siempre el mismo reclamo, con cachetadas o sin cachetadas, siempre fue el mismo reclamo”, declaró.
Y siguió: “Después de la foto nadie podía llegar, podía estar, como que la castigaron. Se peleaban más entre ellos, pero no había gente porque él no la dejaba. Le decía ‘esto es por tu culpa, siempre el mismo relato, ‘es tu culpa’. Quedó sola, ya no hacía muchas cosas. En definitiva, es como que la encerraron, no había más actividades, no podía hablar con nadie y toda la gente que estaba en la foto desapareció, Fabiola se quedó sola en Olivos, en la parte de arriba del chalet”.
Sola, encerrada en el segundo piso del chalet, sin sus amigos de la foto maldita, sin su “hermana” Pacchi.
Era un panorama desolador. “La castigaron”, había resumido su madre.
Sin embargo, había un hijo en camino, Francisco. De eso se agarró la primera dama para tratar de salir a flote. Aquel embarazo fue el último intento por lavar su imagen y recuperar algo de protagonismo.
El 14 de agosto de 2021 –¡solo dos días después del escándalo de la fiesta!–, subió una foto a su Instagram tocándose su incipiente pancita con ambas manos. Llevaba puesto un barbijo, no como en las imágenes del cumpleaños.
¿Creía que con esa foto podía tapar las otras?
Un día antes, el 13 de agosto, Fernández había dicho lo de “mi querida Fabiola”. Como la prensa lo había masacrado por ese comentario, ahora estaba junto a ella en un acto en Misiones, como una pareja feliz. Ahí, en su pago chico, fue donde ella se dejó retratar con esa pose de futura mamá.
Las reacciones fueron inmediatas, pero nadie confirmaba. En el Gobierno jugaban al misterio. Pocos días después, en una nota con el periodista Pablo Duggan en Radio 10, Alberto seguía haciéndose el distraído.
–Usted sabe que fui papá hace dos meses –le dijo Duggan–. Y a veces no se duerme. La pregunta es: ¿usted está preparado?
Fernández se rio:
–Mirá, para no dormir estoy preparado porque hace dos años que no duermo, si esa es la pregunta. No hace falta que alguien más llegue a la casa para que no duerma.
–¿Pero va a haber novedades por ahí? –le insistió el periodista.
–No sabemos, esperemos, esperemos –dejó abierta la puerta el Presidente.
Hasta que el 22 de septiembre, diez días después del mazazo de las elecciones primarias, llegó el anuncio oficial: Fabiola estaba cursando la décima semana de embarazo y se encontraba bien, según decía el comunicado del médico presidencial Federico Saavedra.
El 17 de octubre, fecha que cumplía la doble condición de Día de la Lealtad peronista y también de la Madre, el Presidente subió una tierna imagen a sus redes. En ella podía observarse la panza ya más crecida de Yañez y las manos de ambos entrelazadas.
En su posteo, Alberto hablaba de una situación idílica: “Es un día especial también para mí, para mi familia. Como saben, junto a Fabiola vamos a ser padres. Hoy sabemos que será un niño. Nos hace muy felices decirles que nos amamos, que amamos a nuestro pequeño bebé, y que amamos formar una familia en nuestra querida Argentina”.
Como ya se contó, Alberto y Fabiola habían tomado la decisión de tener un hijo, con ayuda de la ciencia, para salvar la pareja. Y en el posteo presidencial, de pronto, lo habían logrado: se amaban y eran felices. Pero, debajo de esa superficie, la realidad era otra.
Por ejemplo, en otro chat de Fabiola con la secretaria de Alberto, María Cantero, se lee el siguiente intercambio.
“Anoche me pegó”, escribe Yañez.
“Todo esto es una locura”, le responde Cantero.
Fabiola continúa: “Hoy me agarró del cuello. Y sabiendo que podía estar embarazada, me pegó una patada en la panza”.
Cantero le contesta: “¿Estás embarazada?”.
“Creo que sí”, dice Yañez, que semanas antes se había sometido al tratamiento de fecundación in vitro.
“Es una bendición eso, Fabiola. ¿Él sabe?”, pregunta la secretaria.
Fabiola responde: “Él sabe. Porque lo hicimos. Todo a conciencia y por in vitro”.
Cantero la consuela: “¿Entonces? Él siempre quiso”.
Pero Yañez se sigue quejando: “No puedo creer cómo se comporta. En dos días me pegó tres veces”.
Cantero continúa: “Yo perdí un embarazo en 2009 y él me dijo que me hiciera un tratamiento para tener uno. Yo no quise. No puedo creer lo que me decís”.
“Yo tampoco”, contesta Fabiola.
La secretaria le da un consejo: “Preservate”.
Y le habla de Fernández: “La está pasando muy mal. Pero no justifica eso jamás”.
También la madre de Fabiola, Miriam, relató una escena brutal en su testimonio ante la Justicia, de cuando la primera dama ya estaba muy cerca de la fecha de parto. Declaró la madre: “Cuando tenía ocho meses de embarazo hubo un episodio de violencia cuando estábamos en el chalet, estábamos armando la habitación del bebé, y como siempre, a altas horas de la noche, a la una y media de la mañana, escuché gritos de Alberto y de Fabiola, me desperté y salí. Ahí vi cuando Alberto la sacaba de los brazos, la zamarreó y la tiró frente a la puerta del ascensor. Ella estaba embarazada. La soltó y se cayó con todo el peso sobre la panza. Ella se quedó ahí llorando. Yo salí de la habitación, la levanté, le pregunté qué pasó y me dice: ‘Otra vez lo mismo’. Reclamos de Fabiola a Alberto por cosas que él hacía y eso lo ponía agresivo”.
La madre terminó su escalofriante relato: “Entonces la llevé a mi habitación y me pidió que le buscara su celular. Toqué la puerta de la habitación presidencial, no me contestó, entré igual a retirar el teléfono de ella. Entonces, cuando entré, él me dijo que a él nadie lo tomaba por pelotudo y me dijo: ‘Yo acá soy el Presidente’, como diciendo ‘yo hago lo que quiero y ustedes se callan’, como siempre fue. Yo le dije que no me importaba que fuera el Presidente, que no iba a dejar que maltratara a mi hija, y se lo repetí, y más estando embarazada, y él me volvió a repetir que él era el Presidente y podía hacer lo que quisiera. Yo volví a mi habitación, donde se encontraba Fabiola, y él la empezó a llamar por teléfono a ella. Quería que volviera a la habitación, que no podía estar solo, que lo perdonara, que no iba a volver a pasar. Fueron entre ocho y nueve llamados esa noche. En el último, le dije que no la molestara más, que no llamara más y que la dejara descansar”.
Por esas mismas horas, en el octavo mes de embarazo, Fabiola salió a dar su primera entrevista después del escándalo de la fiesta de Olivos. El medio elegido fue la revista Gente. Y las frases que dejó ese día pintaban una realidad paralela a la que hoy se trasluce en los testimonios judiciales.
“Con Alberto nos decimos ‘amor’”.
“Está muy emocionado con la llegada de nuestro hijo, ya que era un deseo que él tenía desde hace algún tiempo”.
“Él es como se muestra. Sus momentos en el hogar son: jugar con Dylan, caminar, ver juntos una serie. Y sus momentos para desconectar, tocar la guitarra y cantar. Me ha dedicado un par de temas”.
“Me sedujo su capacidad para comunicar las cosas, su capacidad intelectual, su mirada y su perspectiva tan amplia de las cuestiones que atañen a un país”.
En la tapa de la revista se la veía a ella, sonriente, toda de blanco y tocándose la panza. “Fabiola, amor incondicional”, decía el título.
Ocurrió en paralelo, insistimos, a los supuestos hechos que relata la madre de Yañez.
“La zamarreó y la tiró, y ella estaba embarazada”.
“Nos decimos ‘amor’”.
¿Acaso eran dos realidades que coexistían?
Si en los tribunales de Comodoro Py hoy parecen una versión local y más violenta de “La guerra de los Rose”, por esos días, en Gente, Fernández y Fabiola emulaban a la familia Ingalls.
En la misma nota, Yañez también afirmaba que con Fernández habían optado por el tratamiento in vitro porque en el pasado ella había sufrido “abortos espontáneos”, lo que “la estresó”. No contaba, por entonces, que en realidad había sido él quien le pidió interrumpir por lo menos uno de esos embarazos.
Pero sí lo tuvo muy presente cuando, dos años más tarde, declaró ante el juez Ercolini.
Finalmente, en la nota de Gente también ofrecía por primera vez una disculpa pública por la fiesta de Olivos, ocho largos meses después de que trascendiera el escándalo. Explicaba también la demora en hablar. “Esta es la primera oportunidad que se me presenta para hacerlo, debo transmitirle a todos los argentinos y argentinas mi sincero pedido de disculpas y, por supuesto, mi gran arrepentimiento, ahora sí en primera persona, por lo ocurrido”, señaló. “De todas maneras, pedir disculpas, para mi persona, no era suficiente en ese momento, al contrario, me parecía muy poco. Entonces opté por ponerme como cualquier ciudadana a disposición de la Justicia desde el primer día”.
Por entonces, tampoco acusaba a Fernández por la autoría intelectual de la fiesta.
La nota era del 31 de marzo de 2022. Unos días después, el 11 de abril, nació Francisco en el sanatorio Otamendi. Pesó tres kilos y medio y el parto fue por cesárea. Su nombre se lo pusieron en homenaje al Papa. Fabiola estaba de ocho meses.
“Felices. La vida nos ha dado a Francisco”, posteó el Presidente junto a una foto en la que lo tenía en brazos y le daba la mamadera. De fondo, en la imagen, aparecía Yañez.
Ella también se emocionó en su Instagram: “Vivimos un sueño que anhelamos hace tiempo y hoy abrazamos con amor”. Y arrobó a su amado @alferdezok, la cuenta del Presidente, junto con los emojis de un corazón y una bandera argentina.
Pero la ficción, como veremos más adelante, duraría poco.
Hay que terminar este capítulo con la “hermana” desterrada por la primera dama, Sofía Pacchi. Porque, como ya se dijo, lo cierto es que la modelo siguió en contacto con Fernández.
Hasta quedan registros públicos de eso.
El primero es un ingreso de ella a la Casa Rosada el 16 de junio de 2022, cuando ya no trabajaba para el Gobierno. El motivo del encuentro con Fernández, según versiones periodísticas de esa época, podía estar relacionado con la causa judicial de la fiesta de Olivos, en la que ambos estaban imputados y Pacchi hasta aquel momento se negaba a pagar sus 250 mil pesos de resarcimiento.
¿De eso hablaron? ¿Alberto le ofreció financiamiento? Fue por esa época, justamente, que la modelo terminó pagando.
Pero hay una segunda visita registrada, esta vez a la Quinta de Olivos. Fue el 25 de julio del año siguiente, 2023. Un martes.
Pacchi ingresó a Quinta a las diez de la mañana, puntual, y se retiró a las 12.15, dos horas después.
Pero esta vez, a diferencia de la anterior, no circularon explicaciones ni versiones de por qué había ido a ver a Alberto. Nadie sabía. O nadie quería meterse en problemas. Pacchi recién ensayó una coartada cuando declaró en la causa por violencia de género y dijo que el Presidente la había convocado para pedirle que ayudara a la primera dama en su pelea contra el alcohol, a lo que se negó porque ya no eran amigas.
La explicación suena rara.
Lo único que sí queda claro es que ese día puntual, a esa hora precisa, Fabiola no estaba. Había viajado a Misiones.
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