El economista Roberto Cachanosky lanzó durísimas críticas contra la política económica del presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. Con su estilo directo y sin concesiones, Cachanosky desmontó varios de los pilares del relato oficial, apuntando a lo que considera una manipulación de los indicadores y una estrategia insostenible basada en el consumo de dólares ahorrados por los argentinos.
“Si bien Luis Caputo está diciendo que la economía se está moviendo al 6% anual, es porque él tomó un indicador que publica el INDEC que se llama Estimador Mensual de Actividad Económica y, de alguna forma, te anticipa el comportamiento del producto bruto. El ministro de Economía comparó marzo de este año contra marzo del año pasado y, claramente, te va a dar un aumento. Es una mentira estadística.” Con estas palabras, Cachanosky dejó en claro que la supuesta recuperación que el Gobierno presenta como logro económico no tiene sustento real: se trata de un rebote técnico comparado con un punto de partida bajísimo. La crítica apunta a la forma en que el oficialismo selecciona los datos que le convienen para construir una narrativa de éxito que, en la práctica, no se traduce en mejoras palpables para la mayoría de los ciudadanos.
Pero su análisis fue más allá. Para Cachanosky, el corazón del actual programa económico no se basa en exportaciones ni en inversiones, sino en un intento explícito por forzar el consumo interno apelando a los ahorros de la gente. “Necesitan que la gente desahorre para que aumente el consumo y la actividad. Si el tipo que tiene los dólares en blanco no usa la tarjeta de crédito para comprar en dólares, ¿por qué el que tiene la plata debajo del colchón o en la caja de seguridad va a sacar esos ahorros que tiene para consumir?”, apuntó en diálogo con Coworking, en Delta 90.3.
La lógica detrás de esta crítica es contundente. En un contexto en el que el tipo de cambio real perjudica a los exportadores —“las exportaciones, con este tipo de cambio, no tienen capacidad alguna”— y las inversiones no llegan —“por el lado de las inversiones, tenés muy poco, casi nada”—, el único componente del PBI que podría activarse es el consumo. Pero ese repunte no se daría por mayor poder adquisitivo ni por mejoras salariales, sino por la presión para que los hogares gasten sus reservas personales. Cachanosky advierte que esto tiene límites y consecuencias: “Si la gente empieza a sacar los dólares del colchón y compra cosas, vas a tener dos monedas circulando: el peso y ahora una masa monetaria más grande, que son los dólares. Si la oferta de bienes no crece al mismo ritmo que crece la oferta de dólares en el mercado para comprar, vas a tener presión inflacionaria y de cambio real”.
El economista también fue categórico al referirse al modo en que el Gobierno gestiona sus propios recursos humanos y cuadros técnicos. En referencia a las reiteradas renuncias y despidos dentro de distintos organismos del Estado, planteó: “Si vas escalando en la agresividad vas a tener un problema para armar equipos. El Gobierno echó a más de 100 personas y no de buena manera”. Y profundizó su preocupación: “La pregunta es: si vos maltratás a la gente que colabora con vos, ¿cómo hacés para conseguir a los mejores para que se sienten en el sillón de ministro o de secretario si en cualquier momento pueden salir eyectados por cualquier cosa que digan?”
Las declaraciones en Delta 90.3 funcionan como un llamado de atención, no solo para el oficialismo, sino también para quienes —desde el ámbito empresarial o político— esperan que el “orden fiscal” y el “ajuste sin anestesia” desemboquen automáticamente en estabilidad y crecimiento. Para Cachanosky, esa esperanza es infundada si no se construyen condiciones reales para una economía sostenible.
por R.N.
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