Por mucho tiempo, la profecía de que la utilización del dinero se volvería algo vetusto parecía otra más destinada a las buenas intenciones. Pero como un giro irónico del destino, el comercio que avanzó varios casilleros con la utilización de monedas simbólicas ahora prescinde del dinero físico, pero por intermedio de una legislación que lo establece sino de un marco de disrupción tecnológica que convirtió al papel moneda en un elemento de museo.
Desde la base. El otro aspecto singular de este cambio es que se trata de un movimiento de abajo hacia arriba, de los más jóvenes a los supuestos agentes decisores en el circuito económico.
El consultor Gustavo Calveiro, con más de tres décadas analizando el mercado bancario, señala que, históricamente, los mayores volúmenes de efectivo los aportaban operaciones de tipo: cadenas de retail (especialmente supermercados y estaciones de servicio) y las que concentraban operaciones de alto valor sobre cuentas recaudadoras y de cobranzas. Las primeras son más producto de los hábitos de pago de las personas, en tanto que la segunda priorizan los costos financieros e impositivos. “Resulta interesante lo que ya está ocurriendo en el cambio de hábitos de las personas por el aporte que realizan en conjunto entidades bancarias y no bancarias, según surge del Indicador Coelsa del primer cuatrimestre 2025”, subraya.Algunos datos elaborados por la entidad, la empresa de tecnología responsable de crear las herramientas necesarias para asegurar cada transacción y dar la libertad a través del ecosistema de pagos, marcan una tendencia hacia la digitalización acelerada. En sólo un año, las cuentas digitales, bancarias y no bancarias crecieron un 48,8% (en abril de 2024 habia189 millones y en abril pasado, 282 millones de cuentas), con casi un 50 % de participación de los “millenials”. Por su parte, las transferencias inmediatas más los pagos QR crecieron 30% anual. Y sólo los pagos QR, el caballito de batalla del teléfono-billetera, crecieron 43 %, con un aporte de millenials y centenials del 70 % del total operado, pero más del 70% de dichos pagos aplicado en supermercado, pequeños comercios y gastronomía. “En conclusión: hoy se observa la aceleración en el cambio de hábitos de las personas, bien por afinidad de grupo etario (millenials y centenials), los grupos mayores de “hábitos digitales”, como por aquellos que optaron por “bancarizarse” en cuentas remuneradas, bancarias y no bancarias y pagan digital para mantener los saldos más tiempo”, concluye Calveiro.
Dinero juvenil. Por su parte, para el Sergio Candelo, director y co-founder de Snoop Consulting, esta transformación no es casual ni aislada. “Argentina se convirtió en uno de los países pioneros en la adopción de billeteras digitales y son precisamente los más jóvenes quienes lideran esta revolución silenciosa que está redefiniendo para siempre la relación con el dinero”, destaca. Los adolescentes no recuerdan la última vez que tocaron un billete, dividen las cuentas del local de comidas rápidas con sus amigos desde su celular y hasta le pagan la propina al delivery escaneando un código QR. Para ellos, el dinero físico es una reliquia del pasado, una anécdota de sus padres.
Los datos son contundentes y reflejan un cambio de paradigma. Según un reciente informe de la Universidad Torcuato Di Tella, el uso de billeteras digitales en adolescentes se disparó de 51% en 2022 a 89% en 2024. Este salto no solo muestra una adopción masiva, sino que redujo drásticamente la exclusión financiera en ese segmento. “La billetera virtual se convirtió en la puerta de entrada al sistema financiero, superando ampliamente a los productos tradicionales: mientras que la gran mayoría ya opera con estas apps, solo un 17% de los jóvenes tiene una cuenta bancaria”, agrega.
Nuevas costumbres. Más allá de los pagos, la tecnología vino forjando nuevos hábitos y rituales económicos.
- El "control remoto" financiero: la billetera ya no es solo para pagar; es el centro de comando de sus finanzas. Desde allí gestionan gastos, ahorran y tienen su primera experiencia con inversiones a través de las cuentas remuneradas.
- Inclusión financiera acelerada: para la mayoría, la billetera digital es su primer producto financiero formal.
- El fin de las cuentas complicadas: dividir gastos entre amigos solía ser un drama matemático.
- El Código QR como lenguaje universal: los adolescentes los escanean con la misma naturalidad con la que abren Instagram, convirtiendo cada pago en una interacción fluida y sin fricciones.
El Lado B. No todo son ventajas en este mundo sin efectivo. La velocidad y la facilidad de uso traen consigo nuevos desafíos y riesgos que no pueden ser ignorados. "Los chicos gastan más fácil cuando no ven billetes salir de sus manos", advierten psicólogos y analistas del comportamiento humano. El dinero digital se vuelve más abstracto, menos tangible, lo que puede llevar al gasto impulsivo. Otros riesgos son:
- Vulnerabilidad a estafas: son objetivos frecuentes de phishing y smishing. Suelen ser más confiados y menos propensos a identificar correos o mensajes fraudulentos que buscan robar sus credenciales.
- Brecha educativa: solo un 28% de los adolescentes tiene conocimientos sólidos sobre manejo de deudas o productos financieros complejos.
- Dependencia tecnológica: Sin celular, sin batería o sin conexión a internet, los jóvenes quedan temporalmente excluidos del sistema.
- Pérdida de privacidad: cada transacción genera un registro digital permanente, una huella que, si no se gestiona con cuidado, puede exponer datos sensibles.
“La pregunta ya no es si los adolescentes adoptarán estas herramientas, sino qué nuevas formas de intercambio económico inventarán cuando sean adultos” anticipa Candelo. “El futuro del dinero se escribe en pantallas, no en papel, y los jóvenes ya son los autores de los próximos capítulos”, concluye.
por Marcelo Alfano
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