Sunday 15 de September, 2024

MUNDO | 02-09-2024 10:31

Kamala Harris, candidata “Superstar”

Siempre opaca en los segundos planos, la vicepresidenta y candidata, brilla ahora con energía arrolladora.

“Lo que necesitamos en Estados Unidos no es división, lo que necesitamos no es odio, lo que necesitamos no es violencia…sino compasión… y un sentimiento de justicia hacia quienes todavía sufren en nuestro país…” dijo en un barrio negro de Indianápolis, tras anunciar en ese mitin lo que acababan de informarle: en Memphis habían asesinado a Martin Luther King. Semanas más tarde le tocaría a él. Y ahora, habría sentido la decisión que tomó uno de sus hijos como sintió las cuatro balas que lo acribillaron en junio de 1968. Para Robert Francis “Bobby” Kennedy habría sido el quinto balazo que se suma a los recibidos en el Hotel Ambassador, de Los Angeles.

Quizá aquel joven senador que, como Fiscal General, fue parte de la gesta progresista que también le costó la vida a su hermano JFK, habría muerto de nuevo si viera al tercero de sus once hijos abrazándose con Donald Trump y brindándole su apoyo sobre un escenario ovacionado por ultraconservadores. Justo a Trump, cuyo combustible político es precisamente “la división” (la grieta), el “odio político” y “la violencia” de los grupos de extrema derecha que, en respaldo al magnate neoyorquino, asaltaron el Capitolio aquel seis de enero que dejó cinco muertos y una mancha en la historia de la democracia norteamericana.

-Donald Trump

Robert Kennedy Jr, un abogado que pasó de defender el Medio Ambiente a propalar teorías conspirativas y a situarse en la vereda anti-vacuna durante la pandemia de Covid-19, ahora abandonó una campaña presidencial fallida para darle su apoyo al candidato amado por los ultraconservadores de Estados Unidos y el mundo.Seguramente, los otros hijos de Bobby que salieron a despegarse y a repudiar el apoyo a Trump, interpretan mejor las ideas de su padre y de su tío.

También sentirá vergüenza Ethel, la madre de Robert Jr, quien aún cerca de los cien años sigue apoyando la defensa de los Derechos Humanos y las políticas socialdemócratas del partido de los progresistas norteamericanos. Lo más grave no es el puñadito de votos que RFK Jr. aportará al magnate neoyorquino, sino el símbolo que le ha entregado al candidato de la derecha más recalcitrante.

Rebe de Luvabich y Kennedy

Ahora Trump puede lucir el emblemático apellido Kennedy como los cazadores lucen en la pared la cabeza embalsamada de sus presas. Eso fue lo peor que le ocurrió a los demócratas en estos días. Lo mejor fue la Convención partidaria en Chicago. Un fantasma merodeó “la ciudad de los vientos” en la antesala del encuentro Demócrata. Era el espectro de 1968, cuando la guerra en Vietnam dividió a los demócratas en la convención en la gran urbe de Illinois. Sobre todo los jóvenes protestaban contra lo que hacían las fuerzas del general Westmoreland en el sudeste asiático.

Los electores del 68 llegaron a Chicago también bajo la sombra del magnicidio que los dejó sin ese candidato fuerte que era Bobby Kennedy. A la desolación se sumó la rebelión en las bases por las masacres cometidas con Napalm y la destrucción ambiental que causaban los defoliantes como el Agente Naranja, para quitar a los milicianos del Vietcong el resguardo de la selva.

A los jóvenes les indignaba que fuese un presidente demócrata, Lindon B. Johnson, el que hundió a Estados Unidos en esa guerra, teniendo como aliado al criminal presidente survietnamita Nguyen Van Thieu. De aquella accidentada convención salió la candidatura de Hubert Humphrey, luego derrotado por Richard Nixon. Lo que fue la guerra de Vietnam en la convención de 1968 podía ser ahora la guerra en Gaza.

Joe Biden

En las bases demócratas, sobre todo en los jóvenes norteamericanos, indignan los envíos masivos de armas y municiones con que la administración Biden ha estado apoyando la operación israelí que ha devastado ciudades, aldeas y campos de refugiados, además de exterminar decenas de miles de civiles gazatíes.

Es cierto que Joe Biden defiende la “solución de los dos Estados” y que ha presionado a Benjamín Netanyahu para que acepte treguas, deje ingresar ayuda humanitaria y evite atacar hospitales, escuelas y demás lugares donde puede producir víctimas civiles. De todos modos, el nivel de catástrofe que ha producido la operación israelí,  que sigue al pie de la letra el plan trazado por Hamas para que las masacres civiles destruyan la imagen de Israel, provoca que colaborar de cualquier modo con Netanyahu y su gobierno de fanáticos resulte tóxico para el gobierno norteamericano.

Blinken y Netanyahu

Finalmente, el fantasma de la convención de Chicago de 1968, con sus trifulcas y divisiones, no ingresó a este encuentro también realizado en Chicago. Pero las protestas por la tragedia que Hamás y el gobierno israelí le están infligiendo a la población de Gaza, no era la única preocupación. También preocupaba la forma en que se dio la postulación de Kamala Harris.

Al no haber antecedentes de que un candidato elegido en primarias sea empujado a dejar la postulación a alguien que no fue elegida en primarias, lo que ocurriría en la convención sobre la candidatura de Harris causaba incertidumbre.

Fotogaleria El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, abraza a su esposa y exprimera dama, Michelle Obama, después de que ella lo presentara

Sin embargo todo salió mejor que lo esperado. Los discursos de Michelle y Barak Obama tuvieron el brillo que siempre se espera de ellos. Bill Clinton tuvo buena puntería al destacar como diferencia esencial entre los contendientes de noviembre que Harris siempre “primero piensa en la sociedad y actúa por la sociedad”, mientras que Trump “siempre primero piensa en él y actúa en pos de sí mismo”.

Oprah Winfrey acertó al destacar que dar el voto a la actual vicepresidenta en noviembre es votar “por la verdad, por el honor y por la alegría”, destacando sobre Trump su adicción a mentir y los procesos por corrupción y por delitos políticos y sexuales que lo acechan, mientras que de Harris resalta franqueza, una trayectoria moralmente intachable y lo que refleja su eterna sonrisa y también sus seguidas carcajadas: alegría.

El resultado: la Convención Demócrata irradió desde Chicago optimismo y energía, además de salvar la unidad partidaria en un tiempo plagado de acechanzas divisivas y furias desmadradas.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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