Virginia Vallejo fue la primera gran vedette que tuvo Colombia en su historia. Tras años de ostracismo, en 2007 decidió salir del closet y revelar lo que era un secreto a voces: fue la amante de Pablo Escobar Gaviria, el capo narco del cartel de Medellin, entre 1982 y 1987. Publicó el libro "Amando a Pablo, odiando a Escobar", en el que contó su vivencias.
Revista NOTICIAS fue el primer y único medio argentino en entrevistarla. A principios de abril la editora Ejectuiva de NOTICIAS, Alejandra Dahia, viajó a Miami dónde tuvo un encuentro de tres días a solas con la inquietante y exitosa mujer de la TV colombiana.
A continuación, NOTICIAS reproduce parte de la entrevista que fue tapa de nuestra edición impresa el pasado mes de abril. ¡Imperdible!
Cuando atraviese la puerta del que resultó ser un departamento pequeño y austero de North Miami me encontraré con la mujer que compartió la intimidad de los cinco años fundamentales en la vida de Pablo Escobar Gaviria. Llevar muerto dos décadas no hizo más que convertir al narcotraficante en un inesperado producto exitoso. Y si su historia contada en libros, documentales y series de tevé, se consume con la avidez reservada a las mejores novelas, esta mujer que va a dejarme entrar en el mundo hermético que montó tras exiliarse en los Estados Unidos, conoce como nadie sus páginas más oscuras. Virginia Vallejo era en los ´80, cuando se cruzó con el Capo, la presentadora más popular de la televisión colombiana: una diva culta, algo caprichosa y muy bonita que no soñaba con ser recordada, precisamente, como "la amante de Escobar".
Camino al condominio senior –"solo apto para viejos", dirá ella– donde vive junto al mar de Florida desde que la DEA la sacó de Bogotá en un operativo de película, voy imaginando los pequeños lujos de un destierro dorado que no es tal. La señora bajita, coqueta y verborrágica que me recibe ha tenido que resignar el estilo de su suite en The Pierre de Nueva York, atiborrada de rosas y champán rosé. Lo que tiene ahora es un dos ambientes alquilado en el que no sobra nada más que retratos, todos de su dueña, congelada en una juventud con pose de estrella.
A sus casi 65 años, Virginia conoce bien la soledad. Cortó toda relación con sus familiares –aunque en Colombia quedaron su madre y sus tres hermanos– y en los siete años que lleva en Miami se retiró completamente de la vida social. "Nadie quiere ser amigo mío", dice. Una cotorrita que se asolea en una jaula del balcón es su única compañía. Me la presenta antes de comenzar una charla que se extenderá durante varios días. Es la primera vez que concede un reportaje a un medio argentino.
Noticias: ¿Por qué se exilió en los Estados Unidos?
Virginia Vallejo: Para salvarme la vida. Porque denuncié la complicidad con el narcotráfico de políticos muy importantes de mi país, entre los que había varios ex presidentes, pero sobre todo a Álvaro Uribe, que entonces estaba iniciando su segundo mandato. Por Pablo pude saber que cuando estaba al frente de la Dirección de la Aeronáutica Civil, Uribe le concedió docenas de licencias para disponer de pistas de aterrizaje. Me decía que sin la ayuda de "ese muchacho bendito" estarían trayendo la pasta de coca a pie desde Bolivia. Incluso cuando matan a su padre en un intento de secuestro de las FARC, como el helicóptero familiar de los Uribe estaba dañado, Pablo le prestó uno de los suyos para trasladar el cuerpo. Pero no es el único presidente colombiano comprometido. A Alfonso López Michelsen, le hizo muy buenos aportes para su campaña presidencial de 1982. Bueno... en realidad (se ríe) López les sacaba plata a los dos bandos porque además del de Medellín, también recibía del cártel de Cali. Igual que después Ernesto Samper, al que hasta le retiraron la visa para entrar a los Estados Unidos.
Tras la muerte de Escobar en 1993, Virginia Vallejo vio extinguirse su carrera de periodista. No conseguía trabajo y se hizo invisible hasta el 16 de julio del 2006, cuando "El Nuevo Herald" de Miami llevó en tapa sus explosivas declaraciones. La más grave: acusaba al ex ministro de Justicia Alberto Santofirnio Botero, líder del partido Nuevo Libealismo, de ser el instigador del crimen del candidato presidencial Luis Carlos Galán, asesinado en 1989 por orden de Pablo Escobar. Pero el escándalo no tuvo su correlato judicial. El juez alegó que el testimonio llegaba fuera de tiempo y no lo incorporó. "El hermano de Galán me acompañaba y fue quien intercedió ante la embajada de los Estados Unidos para convencerlos de que si no me sacaban del país me iban a matar –recuerda–. Ya habían asesinado a 23 testigos en ese caso y yo era la única que quedaba viva".
Aterrorizada por la idea de que la mataran, grabó un video con una ampliación de su denuncia que, al poco tiempo, resultó un boom televisivo. Pero ella ya no estaría en Colombia. "Hasta que el corresponsal del diario me convenció para que hablara –dice–, yo vivía callada y avergonzada de mi relación con Pablo, que solo había conocido el círculo político".
A los dos días de aparecida su revelación en El Nuevo Herald, tres autos blindados de la embajada norteamericana la recogieron del departamento de su madre en Bogotá, donde tenía hacía años una vida miserable por la pésima relación familiar. Llevaba consigo lo que logró empacar en unas pocas horas. Pero el apuro no la privó de cargar su tesoro más preciado; siete valijas Gucci y Vuitton con sus mejores vestidos de Valentino, Chanel, Armani y Saint Laurent.
"Vine a Miami, pero yo no sabía exactamente a dónde me llevaban –cuenta–. Ni bien aterrizamos, los agentes de la DEA me dijeron que estaban interesados en que fuera testigo contra los Rodríguez Orejuela, los capos del Cártel de Cali y archienemigos de Escobar. Pero querían que declarara haberlos visto cargando 500 kilos de droga en un avión y eso no era cierto”.
Noticias: ¿Cuál fue la primera impresión que le dio Escobar el día que lo conoció?
Vallejo: Me pareció muy joven y muy generoso. Antes de su llegada, con mi novio Aníbal habíamos chocado y destruido un boogie, pero él dijo que no nos preocupáramos porque tenía muchos más.
Noticias: Pero, ¿la atrajo?
Vallejo: No, para nada. Más tarde, yo estaba nadando en el río, quedé atrapada en un remolino y él fue el único que se dio cuenta y se tiró al agua para salvarme. Ahí sí que empecé a mirarlo de otra manera. Aferrada a él y temblorosa le dije: “Pues ahora vas a ser responsable de mi vida mientras vivas, Pablo”. Y él me preguntó qué me hacía pensar que él iba a morir primero.
Noticias: ¿Cuándo supo que su rescatista era un narcotraficante?
Vallejo: Esa primera noche. Le pregunté a Aníbal a qué se dedicaba y me dijo que era “El rey de la coca”. Me dijo que ese tipo que era capaz de traerse para su zoológico tres jirafas de contrabando desde Kenia, era capaz de meter toneladas de cualquier cosa en Estados Unidos. Recuerdo también que le dije que juraba que todo aquello se financiaba a punta de política. (Escobar era en ese momento parlamentario suplente por el Partido Liberal). Y me respondió: “No amor, es al revés, financia la política a punta de esta”.
Noticias: ¿Y eso no la espantó?
Vallejo: Me pareció que era una exageración de Aníbal. Y no pensé que se trataba de una industria de las dimensiones del narcotráfico. Me imaginaba que mandaba afuera unos paquetitos de coca y que eso valía mucho dinero en los Estados Unidos. Como quien lucra con esmeraldas sin autorización. Además, en esa época, el consumo de cocaína estaba totalmente naturalizado en los circuitos de clase alta en los que yo me movía. Se aspiraba en las casas, en las discotecas, en las fiestas. Aunque a mí nunca me atrajo. Y tampoco había en 1982 una condena social tan fuerte. Era un negocio ilegal pero todavía no se había desatado la guerra entre cárteles y con el Gobierno.
Noticias: ¿Qué tipo de relación tenía su novio con Escobar?
Vallejo: Aníbal era una persona muy social y divertida. Todos lo conocían. Y además se metía mucha cocaína. Tal vez a Pablo le interesaba que pertenecía a una familia vinculada al poder político. Le regalaba unas rocas gigantes, yo creo que para alejarlo de mí. Finalmente, lo dejé porque le pedí que eligiera entre la droga y yo, y Aníbal me dijo que nunca iba a dejar a su Blancanieves.
Noticias: ¿Qué la enamoró de él?
Vallejo: Al principio me trataba como a una reina. Envió a mi casa un arreglo floral de orquídeas tan gigante que no entraba en el ascensor y tuvieron que subirlo por la escalera. Tenía a mi disposición su flota de 11 aviones y 2 helicópteros. Además, fíjate, primero me salvó la vida; después me salvó económicamente y cuando empezamos nuestra relación me salvó de estar casada con el director teatral David Stivel.
Noticias: Se sabe que Escobar empezó con delitos menores. ¿Le contó cómo pasó de eso al narcotráfico?
Vallejo: Griselda Blanco, la reina de la Coca, había sido su maestra y fue quien lo inició. Era un personaje increíble que había matado a todos sus maridos cuando descubría que la habían engañado. Los Escobar se volvieron millonarios en apenas dos años. Me contó que con su primo Gustavo se trajeron los primeros kilitos de coca desde Ecuador, en las llantas de un Renault 4. Pero los descubrieron y quedaron un tiempo detenidos allá. Decía que cuando vio llorar a su mamá y a su esposa se juró que nunca más lo encerrarían. Y por eso tenía terror a la extradición.
Noticias: ¿Escobar consumía mucha cocaína?
Vallejo: No, apenas la probaba para constatar la calidad. Pero había una razón: Pablo era un obsesionado con la limpieza. Rechazaba todo lo escatológico. Y me decía que la cocaína produce diarrea. Le daba asco. Al final se había vuelto muy adicto a la marihuana.
Fascinación. Virginia se sentía una Cenicienta moderna. Aunque a veces se preguntaba si él también la haría sufrir como los demás hombres que había tenido, incluidos dos matrimonios fallidos. Pero siempre la tranquilizaba la frase de Françoise Sagan: "Es mejor llorar en Mercedes que llorar en bus". Y le agregó que mejor todavía que llorar en un Mercedes es hacerlo en un Lear Jet con piloto pintón.
Noticias: ¿La mala relación con su familia se originó en este romance?
Vallejo: No. Una vez mi mamá me preguntó cómo viajaba tanto y volvía con valijas llenas de regalos y yo le respondí la verdad. Pero como llegaba llena de obsequios para todos, no le importaba. El rechazo fue cuando me volví pobre. ¡Mi familia es tan avara!
Money, money. Los amantes clandestinos compartían esa obsesión por el dinero. Escobar le confesó que desde chico él solo quería ser rico. Y que se juró que, si a los treinta años no tenía un millón de dólares, se suicidaría con un tiro en la sien. "Su gran motivación era la riqueza. Y la mía también –dice Virginia con naturalidad–. Mi bisabuelo había sido uno de los hombres más ricos del país y luego se perdió todo".
Noticias: ¿Qué le dejó Escobar?
Vallejo: Nada. Podía haberle pedido un departamento acá en Miami, pero me daba pánico que la DEA o el FBI me preguntaran de dónde había sacado la plata para comprarlo Lo que sí hacía era darme dinero para que me fuera de viaje a Nueva York o a Europa.
Noticias: ¿Cuánto dinero implicaba una excursión suya por la Quinta Avenida?
Vallejo: Unos 30 o 40.000 dólares. Y me decía que los gaste y no fuera a traer más de 100 dólares de regreso porque no se podía entrar efectivo y él era una autoridad moral en lavado (se ríe). Yo compraba ropa para aparecer linda en televisión, porque en esa época no existía el canje. Y también le traía regalos a él. Me acuerdo que le compraba unos zapatos con taco interior, porque era tan bajito. Una vez me confesó que le hubiera gustado ser más alto. Pero él prefería andar con zapatillas por si debía salir corriendo.
Noticias: ¿Nunca una joya?
Vallejo: Sí, fíjate que una Navidad él estaba con su familia y me mandó un reloj Cartier con diamantes, pero me advirtieron que nunca lo llevara a reparar porque era robado. Me lo puse ese día y jamás me lo quité más que para bañarme, hasta que me lo arrebataron en la calle andando por Buenos Aires. Pero él nunca me dio un anillo de diamantes, aunque tenían cantidades. El dìa que fui a despedirme de los Escobar para siempre su primo Gustavo me regaló uno en gratitud porque yo hubiera arriesgado mi carrera por ellos. Trajo una caja llena para que eligiera. Claro que elegí el más grande. Me dijo que alguna vez en la vida me podría sacar de un aprieto y tuvo razón. Lo vendí hace dos años porque necesitaba para comer. Me lo compraron a 3.000 dólares, diez veces menos de lo que valía.
Noticias: Mantuvieron una relación larga en los que usted supo que, además de manejar un negocio ilegal, su amante era un asesino. ¿No le resultó un impedimento para seguir con él?
Vallejo: Estuve con Pablo entre el '82 y el '87, él aún no era un terrorista...
Noticias: Pero había cometido crímenes públicos como el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, y el del director del diario El Espectador, en 1986...
Vallejo: (Silencio. Se pone seria). Había una cantidad de emociones cruzadas. Julio Santo Domingo, que había sido mi novio (N de la R: empresario colombiano fallecido, abuelo de Tatiana, actual nuera de la princesa Carolina de Mónaco) me contó en una oportunidad cómo mató a un hombre y también les conocía historias similares a otros señores muy respetables. Entonces yo me dije: este no es el primer asesino en mi vida. Yo encontraba en él protección, porque ya tenía muchos enemigos. Y obviamente estaba el dinero. Además la relación estaba muy avanzada y le tenía miedo. Me enteré que a una jovencita que quedó embarazada de él y presumió de ello ante la esposa de Pablo, le mandó a sus sicarios para que le hicieran un aborto sin anestesia. Y que después la mataron. A esa altura temía que si lo dejaba me matara.
Noticias: En su libro cuenta que estuvo a punto de hacerlo, ahogándola con una almohada mientras la violaba, cuando descubrió que usted lo había engañado con su archienemigo líder del Cártel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela. No se me ocurre una provocación mayor a alguien como él...
Vallejo: Gilberto me usó. Forzó la situación. Me invitó a cenar y luego me tumbó en la cama del hotel, me hizo el amor y se fue. Su único propósito era que le fueran a contar a Pablo que lo había traicionado. Pablo se enfureció porque los hombres temen que una le cuente al otro qué tal es en la cama. Y Escobar era un pésimo amante.
Noticias: ¿Nunca se cruzó con la esposa de Escobar?
Vallejo: Jamás. Pablo respetaba mucho a su familia. Pero ellos no hicieron lo mismo con él. Eso de cambiarse el apellido es indigno. Y, después, el hijo andaba vendiendo por la Argentina camisetas con la cara de su padre. Por lo menos hay que tener coherencia.
Noticias: ¿De nada se arrepiente?
Vallejo: De nada. Si yo no hubiese abierto la boca todos seguirían creyendo que los narcos eran unos genios y que están, aún hoy, por un lado los funcionarios buenos y por el otro los traficantes malos. Yo puse sobre la mesa cómo están todos juntos.
Noticias: Fue su cómplice...
Vallejo: ¿Cómplice yo? Sin mí nadie conocería los secretos de la explosión de ese puñado de peones que se convirtieron en los hombres más ricos del mundo con la ayuda de varios presidentes.
Noticias: ¿Andaba armada?
Vallejo: Cuando la situación se le complicó Pablo me dio una Beretta con incrustaciones de marfil, me enseñó a tirar y me pidió que no me despegara de ella ni para dormir. Pero hasta de eso me despojó. Cuando definitivamente lo dejé, entraron a mi casa y se llevaron el arma y los dólares que me quedaban. Solo conservaba de él un libro con Poemas de Pablo Neruda que me había dedicado. Pero me lo perdió un periodista en el 2008.
Noticias: Me asombró entender, al leer su libro, que después de tantos episodios trágicos encontró la fuerza suficiente para dejarlo cuando se enteró de que le había regalado a otra mujer un collar de esmeraldas...
Vallejo: ¡Sí! (parece que todavía le sigue el enojo). Eso me produjo un ataque de furia. ¡Un collar de 250.000 dólares para una cualquiera y a mí nada!
Aunque Escobar vivía llenando su jacuzzi con sales y reinas de belleza, Virginia sentía que su relación era de otra naturaleza. Era la única mujer de su misma edad que él había tenido, discutían de geopolítica, había estado a punto de acompañarlo en sus negociaciones con los sandinistas nicaragüenses a quienes financió a cambio de libre tránsito, y le anticipó que en Cuba sus intentos de penetración no iban a prosperar.
Noticias: ¿Qué cree que le diría Escobar si hubiera podido leer su libro?
Vallejo: Estaría dando alaridos de alegría porque lo convertí en una leyenda. Me diría: "Por fín Almalimpia –así me llamaba–. Por eso te fregué la vida, para que fueras testigo de todo y pudieras escribirlo". Él quería que yo fuera su biógrafa y desde ese lugar pude contar la historia negra de Colombia.
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por Alejandra Daiha*
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