Los sindicalistas, los barrabravas, los narcotraficantes y hasta sus propios colegas de la política les temen. Las investigaciones tocan a todos por igual. En un terreno en el que todavía los hombres son mayoría, Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Graciela Ocaña y Florencia Arietto se hicieron un lugar a fuerza de denunciar al poder. Son mujeres, militantes, madres y esposas que rompieron con todos los prejuicios hasta llegar a convertirse en las abanderadas de la lucha contra la corrupción.
Sucede que las reglas del juego en la política parecen haber sido escritas sólo para hombres. Alcanza con ver que las agendas de los funcionarios suelen ser apretadas. Las reuniones de partido se programan a cualquier hora. Los constantes viajes son parte de una rutina que termina distanciando a los políticos de sus familias. Sin embargo, estas mujeres aceptaron esas pautas y construyeron una carrera política que las destaca del resto de sus colegas.
En los '90 Carrió fue un emblema de la lucha contra la corrupción menemista y ese mismo perfil es el que sostiene en la actualidad, cuando, siendo una aliada del macrismo, cuestiona la amistad entre Mauricio Macri y el empresario Nicolás Caputo, a quien lo acusa de beneficiarse de los subsidios y las licitaciones del Estado. Margarita es la una de las denunciantes en la causa “Hotesur”, la que le quita el sueño a Cristina Fernández, ya que a la ex presidenta se la investiga por posible lavado de dinero. Ocaña (que en el pasado develó la mafia por la venta de medicamentos y las irregularidades en el PAMI) denunció irregularidades en el programa “Qunita”, en la que el juez Claudio Bonadío investiga sobreprecios en el reparto de kits maternales a embarazadas y donde está imputado el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Arietto, ex jefa de Seguridad de Independiente, comenzó su carrera visibilizando las injusticias del sistema carcelario y hoy se convirtió en una referente de la lucha contra los barrabravas y su connivencia con la política.
“A pesar de las diferencias, me siento identificada con ellas porque tenemos algo en común: somos intransigentes, no nos conformamos y nos peleamos con quien nos tengamos que pelear”, dijo Arietto a NOTICIAS. Para ella, que las voces más fuertes contra la corrupción sean femeninas no es casual: “En un sistema dominado históricamente por hombres, la ruptura del statu quo siempre estuvo en manos de las mujeres”, afirmó.
Amas de la política. La participación femenina en política, igual que en el mercado laboral, es relativamente reciente. A pesar de los avances de las últimas décadas, los expertos insisten en que todavía falta un largo camino por recorrer. “A pesar de que ingresaron en estos terrenos, las tareas de cuidado social siguen estando en manos de las mujeres. El bienestar de los hijos, por ejemplo, sigue primordialmente en manos de las madres”, sostuvo la politóloga María Rigat-Pflaum, directora de los proyectos de género de la fundación Friedrich Ebert.
Ser política y cumplir los roles de madre y esposa, no es tarea fácil. Según Carrió, su trabajo afectó la relación con sus hijos: “No soy el estereotipo de madre que hubieran querido tener, porque no pude estar con ellos de manera permanente, pero nos amamos profundamente. No les gusta la exposición ni se dedican a la política. El mayor sufrió mucho que yo viviera tan expuesta”, confesó en el 2010 y lo sostiene hasta el día de hoy.
“Tengo dos hijas muy chiquitas y, por suerte, un compañero que no responde a la figura de hombre más tradicional y se hace cargo de todo a la par mío. Igualmente, siento culpa y siempre trato de poder acomodar mis horarios para que ellas estén siempre conmigo o con él”, afirmó Arietto. Para Stolbizer, en cambio, esa dedicación no es diferente a la de cualquier otra mujer que se desenvuelve en el ámbito privado: “Hay que desacralizar a las mujeres que investigan la corrupción”, aseguró a NOTICIAS.
Las dificultades de estas mujeres no se reducen a estar fuera de la casa por muchas horas. En algún momento de su carrera, todas ellas contaron que recibieron amenazas como consecuencia de sus investigaciones. “Es difícil porque es lo que a una le gusta hacer y lo que cree correcto, pero ves sufrir a las personas que te quieren. No tenés miedo por vos, porque lo elegiste, sino por ellos. En mi casa, mi marido me comprende y está un poco resignado”, confesó Ocaña.
Duras, pero sensibles. Carrió se presenta en los medios como si fuera la Justicia en sí misma. Con diferentes estilos, todas encarnan la idea de “protectoras” de la democracia y a la hora de explicar por qué no sucede lo mismo con los hombres, coinciden en un concepto: la sensibilidad femenina.
“Lo que se robó después falta en políticas públicas para la gente, en escuelas u hospitales. Hay una cuestión de sensibilidad que como mujeres tenemos muy presentes”, sostuvo Ocaña. En la misma línea se expresó Stolbizer: “Existe una sensibilidad particular para entender los costos sociales y humanos de la corrupción y cuántas personas y de qué manera padecen las consecuencias de este mal. También creo que las mujeres especulamos menos y somos valientes”. Por su parte, Arietto relacionó esta voracidad por denunciar al poder con el hecho de que las mujeres son muy maternales y acogedoras. “Relaciono esa potencia con la potencia de parir. Siempre seguimos para adelante, aunque nos caigamos”, afirmó.
Para Rigat-Pflaum, en cambio, no hay algo natural que lleve a las mujeres a enfrentarse con los grupos de poder sino que tiene que ver con construcciones sociales y culturales. “Existen modelos de socialización muy diferentes entre los varones y mujeres y es por eso que la apropiación de los temas suele ser diferente”, explicó la politóloga.
Espacio machista. “No me masculinizo sólo porque tengo que discutir con varones. Me gusta maquillarme y no veo por qué eso debería obstaculizarme para moverme entre hombres. No creo en la idea de mujer fálica, pero sí es verdad que está muy presente. Lo vimos con Cristina Fernández”, afirmó Arietto.
Abrirse camino en un mundo dominado por hombres no es tarea fácil y, según estas mujeres, hay prejuicios que todavía siguen vigentes.
Stolbizer afirmó que las mujeres que acceden a puestos de representación deben trabajar para las que no pueden acceder. “El peligro es el de la mujer que acepta el poder masculino, se somete, no compite o se masculiniza”, agregó.
En esta línea, Ocaña insistió en que la presencia masculina en los puestos de decisión está muy por encima de la presencia femenina. “A mí no me gusta que me elijan por cupo sino por capacidad. El gobierno actual tiene pocas mujeres. Malcorra es un ejemplo pero hay muy pocas. Es un espacio machista”, apuntó.
Sin embargo, las estigmatizaciones no se reducen a una cuestión de femeneidad o de elección en puestos clave. Según Arietto, cuando la mujer se encarga de investigar a los poderosos y de denunciar los casos de corrupción, hay un prejuicio que se repite: “Te tildan de loca”. “El sistema es muy efectivo con mujeres como nosotras. Tenés que hacerte espacios a la fuerza y cuando lo lográs y denunciás lo que pasa, inmediatamente te dicen que estás desequilibrada, que no podés gestionar. Esa construcción social es mucho más grave porque imposibilita la discusión política”, concluyó.
Para algunos son un ejemplo, para otros no tanto. Pero lo cierto es que nada las detiene en una lucha que hace tiempo dejó de ser personal. Las cuatro, Carrió, Stolbizer, Ocaña y Arietto están convencidas de que gracias a ellas los argentinos están protegidos y los corruptos cada vez más cercados.
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