Cuesta imaginarse a Lionel Messi trabajando de algo que no sea jugar al fútbol, con el sólo objetivo de poder pagarse los pasajes a un partido, o comprarse la camiseta para el Mundial. Esto suena impensado para la “Pulga”, y para cualquiera de los jugadores de la Selección argentina de fútbol masculino. Una realidad totalmente distinta a la que viven sus pares de la Selección femenina, la albiceleste olvidada y abandonada. Es que desde hace al menos 4 años, las jugadoras vienen denunciando que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hace oídos sordos a sus reclamos, que incluyen el pago de viáticos, nuevos equipos deportivos y la mejora de la infraestructura. Un pedido que se hizo viral en abril, cuando el seleccionado fue noticia por representar al país en la Copa América en Chile y con una foto en la que las deportistas se llevaban la mano a la oreja, pedían ser escuchadas. Por esta participación, el Senado las distinguió el martes 8, y volvió a poner sobre la mesa l los prejuicios a los que deben enfrentarse las mujeres que quieren dedicarse a la pelota en un país donde este deporte es casi religión.
Pelota parada. “Fue un reconocimiento que jamás se hizo. Necesitamos de la mano de otros porque somos totalmente amateur”, cuenta a NOTICIAS María Belén Potassa, jugadora de la Selección y del Uai Urquiza, respecto a la distinción del Senado. Potassa tiene 29 años. Jugó en Rosario Central, San Lorenzo y Boca Juniors, entre otros clubes. A pesar de que la Conmebol haya obligado a que todos los clubes de la Superliga que quieran participar de competiciones continentales deben tener equipos femeninos para el 2019, la AFA parece ignorar a las mujeres. Es que los apoyos que le da a la Selección femenina, tal como detallan sus jugadoras, son escasos. Por entrenar al menos tres veces por semana, de 14 a 20, reciben sólo 150 pesos en concepto de viáticos por cada encuentro, algo que la Asociación no estaba entregando. Y representa la única contribución para las chicas, ya que no se llevan premios si ganan alguna Copa o clasifican al Mundial. Otra de las tareas de la AFA es designar un director técnico. Si bien desde julio del 2017 está Carlos Borello, hasta ese entonces y por 18 meses, las futbolistas no tuvieron entrenador. Además, tienen que compartirlo con las categorías juveniles. “Para la Copa América entrenamos cinco meses. Lo hicimos cortado por la sub 17”, explica Potassa en relación al último campeonato, donde a pesar de los traspiés, lograron un desempeño que las ilusiona con tener un lugar en el Mundial de Francia 2019. “Para la AFA somos un gasto porque no vendemos. No tenemos sponsors ni nos vinculan con ellos”, cuenta indignada la jugadora.
Prejuicios. En un deporte que forma parte del ADN argentino, y que culturalmente estuvo asociado al hombre, las mujeres futbolistas se enfrentan con otras barreras simplemente por su género. “Hay que tomar la actividad como deporte y dejar de mirarla como un estigma que es de hombres. El futbol es un deporte en equipo; te da un montón de valores, y lo bueno del femenino es que no está contaminado de un montón de cuestiones”, explica la futbolista Evelina Cabrera, presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino, que creó esta fundación para poder brindarle ayuda financiera a chicas de todo el país. Y se emociona al hablar del 2019 como un año clave para las mujeres en el fútbol: “Las chicas se tienen que rebelar. Si las jugadoras paran, por la disposición de la Conmebol, los hombres tampoco van a poder jugar, y es una oportunidad para luchar por sus derechos”.l
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