"¿Viste el juego del jenga? Clarens es la ficha de abajo. Si lo tocan a él se mueve la base... se cae todo”, decía esperanzado un funcionario de Cambiemos en los pasillos de la Casa Rosada antes de conocer que el financista había confesado. Recién el jueves 6, al cierre de esta edición y tras haber ido a declarar a Comodoro Py en tres oportunidades, el financista de los Kirchner logró su objetivo: que el juez Claudio Bonadio le homologara el acuerdo de arrepentido.
Ernesto Clarens se transformó en el confesor número 19 de la llamada causa de los cuadernos de la corrupción K, pero con él empezó una nueva etapa en la investigación. Una fase que ilusiona al juez Claudio Bonadio y al fiscal Carlos Stornelli y que los llevaría directo al bronce. Descubrir la pregunta del millón (o de los millones, en este caso): ¿dónde está la plata de la corrupción K?
Los sujetos de la investigación se fueron descubriendo solos, con una inédita fila de arrepentidos que fue confesando a su paso los delitos, aportando datos nuevos y apuntando hacia arriba. Pero con el paso de los empresarios y ex funcionarios, la investigación fue ganando en intensidad.
Para cuando Clarens se decidió a aportar, ya no le permitieron ser vago en sus definiciones. Querían precisiones. Por eso pasaron 17 días entre su primera declaración y la homologación del acuerdo: ningún otro imputado había tenido que remar como el financista K.
La primera confesión fue a todas luces insuficiente. El juez Bonadio amenazó con pedir su detención si eso era todo lo que tenía para decir. La segunda tuvo aportes interesantes y en la Justicia decidieron tomarse un día completo para analizar los datos, algunos de ellos entregados en un pendrive en el que figuraban 120 obras donde él había cobrado coimas. Pero no dieron el brazo a torcer y lo convocaron de nuevo: la tercera fue la vencida para obtener el beneficio.
Con Clarens se inició la fase 2 en el Cuadernogate. Pero no viene sola, porque Comodoro Py es un hervidero para el kirchnerismo: las causas judiciales que más arrinconan a la ex presidenta y a sus laderos tienen novedades y hasta el Poder Ejecutivo hace su aporte con una recompensa a quienes arrojen datos para recuperar el dinero.
Clarens es la clave del escándalo. Si él cae, indefectiblemente empuja al resto.
Fase 2. El fiscal Stornelli sabía que tendría que apretar con todas sus herramientas jurídicas al financista. A diferencia de otros imputados, que no eran considerados sólidos, él estaba catalogado como un hombre “brillante” para los negocios espurios. El armador de un entramado que empresarios y funcionarios habían utilizado para enriquecerse. Su declaración judicial era un desafío importante para la dupla Stornelli-Bonadío.
Tomaron su testimonio, lo analizaron y le exigieron más datos. Pero casi no hubo filtraciones en el proceso, a diferencia de lo que sucedía con los demás imputados cuyas declaraciones deambularon hasta por cadenas de WhatsApp. “De Clarens no voy a hablar”, decía el fiscal ante la consulta de este y otros periodistas ávidos de datos.
El financista confesó que le daba bolsos de dinero al secretario K Daniel Muñoz y que la familia Kirchner prefería el efectivo antes que las divisas en cuentas bancarias fuera del país.
Con Invernes SA descontaba cheques de empresas vinculadas a la obra pública. Un porcentaje era el retorno de la familia presidencial, que iba en bolsos hasta las manos de Muñoz, el resto era su comisión.
Invernes había sido creada en 1988, pero hasta el 2001 había permanecido inactiva. Hasta el 2017 poseía un solo empleado, el contador de las empresas de Lázaro Báez.
Fue con el empresario predilecto de Néstor con quien entró al mundo del kirchnerismo. La necesidad lo llevó a Santa Cruz, donde esperó largas horas a Lázaro para ofrecerle un negocio. Fue su puerta de entrada. Y se convirtió en el armador de la estructura financiera para el flamante empresario que carecía de herramientas jurídicas. De hecho fue uno de los accionistas de la ya afamada Austral Construcciones, la empresa insignia de Báez, que en ese momento sólo tenía el 20% de las acciones. Clarens tenía el mismo porcentaje y la familia Gotti el 60% restante. Luego sería absorbida en su totalidad por Lázaro.
Con los datos de los empresarios que pagaron coimas, las cantidades precisas de dinero que abonaron, los 91 viajes relámpago de Clarens a Uruguay, además de la confesión de los bolsos entregados a Muñoz, la ruta del dinero por fin empieza a asfaltarse.
Estampida judicial. Los cuadernos del chofer Oscar Centeno produjeron un cimbronazo en la sociedad, pero el tembladeral también se sintió en Comodoro Py y desacomodó los expedientes que tenían a Cristina Kirchner como sujeto de la investigación. ¿Qué hacer con la ex presidenta? ¿Esperar a que sea juzgada en una causa que a fuerza de confesiones avanzó a pasos agigantados o continuar en paralelo las otras investigaciones a riesgo de que los abogados K reclamen que hay un doble juzgamiento? Esa es la cuestión.
Por ejemplo, en el expediente de la llamada ruta del dinero K decidieron no aguardar a que se resuelva la situación de la ex presidenta, que está en fase de investigación. A fines de octubre comienza el juicio para el resto de los procesados.
Con esa resolución, se adelantaron al Tribunal Oral 2, que había fijado la fecha de inicio de su juicio por el direccionamiento de la obra pública para el 26 de febrero. Los judiciales también saben hacer sus corridas.
Y todos pidieron la confesión de Clarens, que aún no había sido enviada a otros juzgados porque no conseguía la homologación de Bonadio. “Se estaba guardando cartas, no terminaba de cerrar su declaración ni de contar dónde está la plata”, dice la abogada Silvina Martínez, “amicus curiae” en la causa de la ruta del dinero K.
Sin embargo, una duda procesal sobrevuela la estampida judicial por conseguir la ubicación del preciado tesoro. ¿Hasta qué punto los sujetos de la investigación, que se repiten de caso en caso, pueden ser juzgados por delitos similares? “Nos van a plantear nulidades”, protestaban en un juzgado por el avance meteórico de Bonadio.
“Hay una laguna con la figura de los arrepentidos: si confiesan en una causa, ¿alcanza la misma figura a las demás?”, se planteaba Martínez sobre la flamante ley que le dio un impulso inusitado a la lucha contra la corrupción kirchnerista. Su interrogante todavía no tiene respuestas.
Más allá de los avances descoordinados de la Justicia, en el Ejecutivo también quisieron hacer su aporte. Ningún funcionario ignora que si aparecen nuevos bolsos con dólares, tendrán a Cristina arrinconada hasta los meses previos de las elecciones. “Presa o no, a nosotros nos conviene ahí, asediada por los hechos de corrupción”, confiesan en un importante despacho de la Casa Rosada. Para eso pusieron un número de teléfono, el 134, donde se cansan de recibir hipótesis alocadas y no tanto de lo que pudo haber pasado con el dinero.
Pero una pista repetida despertó el interés de la ministra Patricia Bullrich: “Hay información de containers enterrados”, confesó. Serían más de mil llamados que ubicarían en un radio determinado del sur el posible tesoro.
Sin embargo, allí la Justicia quiere tomarse un respiro. Chequear al extremo la información. En Comodoro Py aún recuerdan el paso en falso del fiscal Guillermo Marijuan a paladas limpias con retroexcavadoras en la Patagonia, imagen que los militantes K usan todavía para reírse del “circo judicial”. El fiscal no se avergüenza: al contrario, se ufana de haber sido un adelantado.
Con la confesión de Clarens se inició la fase 2 de la investigación. La que podría inmortalizar a la dupla judicial de Stornelli y Bonadio, y darle más aire al Gobierno. Significaría la recuperación del botín y la estocada final contra Cristina.
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