La llegada del Papa Francisco constituyó un hecho histórico. Por segunda vez un sumo pontífice visita Ecuador, algo que no sucedía desde 1985, año en que Juan Pablo II desembarcó en el país. Durante tres días y con jornadas que duraron más de quince horas, a sus 78 años, Francisco estuvo siempre fresco. Incansable.
Guayaquil y Quito fueron las ciudades en las que el Papa desarrolló sus actividades. Allí, habló sobre el amor, la familia, la integración, y repasó ideas de la Doctrina Social de la Iglesia. La visita del Vicario de Cristo concentró la atención de la mayoría del país.
Las frases más destacadas de Francisco giraron en torno a la inclusión de todas las personas en los procesos de la sociedad. “Que no haya exclusividad”, dijo. También subrayó que en la familia debe ganar el amor.
Según fuentes gubernamentales, Ecuador recibió a 250 mil personas durante la estadía del Papa. En su mayoría feligreses que ingresaron vía terrestre desde Perú, Colombia y Costa Rica. Sin embargo, la congregación más grande se dio en Quito. Allí, Francisco pronunció una misa en el Parque Bicentenario y se colocó un monumento en homenaje a su visita.
Pero la fe y algarabía que trajo Francisco no pudo con los problemas políticos que vive el país. En su primer recorrido del aeropuerto de Quito hasta la nunciatura, lugar donde se alojó, se dejaron oír los gritos opositores. “Fuera Correa” exclamaban algunas de las personas que salieron a la calle a saludar al Papa.
José Leavy, periodista de la cadena CNN relató en uno de sus informes que el transporte que trasladaba a los periodistas internacionales fue desviado de su recorrido para que no presencien las manifestaciones en contra del régimen de Rafael Correa.
En este contexto, Francisco llamó al diálogo y a la unidad, y señaló que “el pueblo ecuatoriano se ha puesto de pie con dignidad”. Pese a ello, y tras su partida, se anunciaron más protestas en Ecuador, inclusive un paro nacional organizado por todos los gremios cuya fecha se dará a conocer el próximo lunes en rueda de prensa.
*Periodista.
por Jorge Luis Rubio Espinosa*
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