El sanatorio Otamendi estaba más revolucionado que nunca. Madres y padres con bebés en brazos, y familias que corrían de un lado a otro, se mezclaban con los agentes de seguridad de presidencia. Era el 24 de agosto del 2015, y la entonces presidenta Cristina Kirchner se preparaba para convertirse por segunda vez en abuela. Su hija, Florencia Kirchner (25), había programado esa fecha para dar a luz a su primogénita. El nombre elegido para la flamante heredera fue Helena Victoria. Pero la hija de la ex Presidenta no solo previó antes de ser madre el nombre y el tipo de parto, sino también, algo un tanto más controversial: no amamantar. Es que Florencia intenta romper con varios de los esquemas de lo que socialmente se espera de las mujeres que se convierten en madres. Un modelo que deje de lado la idea edulcorada de ser madre, y ponga sobre la mesa los pesares que atraviesa el sexo femenino.
Lejos de querer repetir esa típica imagen de las películas, en la que la madre, llena de sudor y lágrimas, toma emocionada en sus brazos a su hijo y lo lleva a su pecho, la hija de Cristina, tuvo otras prioridades. Según pudo saber NOTICIAS, la joven había avisado previamente a sus médicos que no iba a amamantar y, para eso, debían vendarle los pechos. A este método se lo conoce como vendaje mamario. Los pechos, al estar comprimidos, evitan que se llenen de leche.
La polémica medida, que se contrapone con la promoción de la lactancia prolongada, empieza a tomar espacio en las generaciones más jóvenes. Y al respecto habló la hija de la ex Presidenta en la revista “Paco”. “Yo siempre supe que no quería dar la teta, me generaba mucha impresión, y me juzgaron muchísimo”, comenzó diciendo la joven. Y luego agregó: “Me parece bien que se promueva la lactancia. Pero afirmar que dar la teta es lo mejor de vos es sentenciar a las mujeres.Todos hablan de la maravilla de la naturaleza, pero nadie habla del lado b, y eso también está naturalizado”.
Según distintas organizaciones científicas y médicas, como la Organización Mundial de la Salud, la lactancia es beneficiosa para la salud del bebé. Sin embargo, cada vez son más las voces que cuestionan la obligación social de las mujeres en dar la teta. Una de estas voces es la de la la psicóloga y Directora del Programa de Estudios de Género y Subjetividad de la UCES, Mabel Burin: “La lactancia como experiencia suprema de vínculo con el hijo se configuró como un estereotipo funcional a las circunstancias políticas y económicas. Es importante cuestionarse la valoración que se le da, porque si este vínculo sólo se genera con el amamantamiento, ¿qué pasa con los chicos adoptados? ¿Acaso no se puede dar en otra forma de crianza?”. En la misma línea opina la epidemióloga y presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer, Mabel Bianco: “La leche es beneficiosa pero no es irremplazable. Es un derecho de las mujeres elegir si quieren dar la teta o no. Lo importante es cómo se da el alimento. Por eso los papás también deben dar el biberón”.
Mario Sebastiani, obstetra y autor del libro “Embarazado. Mitos y verdades del hombre que espera un hijo”, asiente en que dar la teta es favorable. “Hasta ahora la leche de la madre pareciera ser el mejor alimento para el bebé”. Aún así, el obstetra intenta romper con los prejuicios sobre la lactancia: “Es cierto que hay estudios sobre los beneficios de la leche, pero aún deben confirmarse. Es adecuado el mensaje. Pero lo importante es no culpabilizar a la mujer que decide no amamantar”.
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