Wednesday 17 de December, 2025

MUNDO | 24-11-2025 16:45

Trump en su laberinto

Se multiplican las grietas en su liderazgo y crece sobre él la sombra del “caso Epstein”. El significado de patriotismo.

"The last refuge of a scoundrel”. Así describió al patriotismo oportunista el escritor inglés del siglo 18, según su discípulo y biógrafo James Boswell. En su magnífico libro La Vida de Samuel Johnson, aquel aristócrata escocés le atribuyó a su maestro  haber dicho que “el patriotismo es el último refugio de un canalla”. Una frase de inmensa utilidad para entender a tantos personajes inescrupulosos que tuvieron el poder a lo largo de la historia. La palabra “patria” comienza a retumbar en la boca de ciertos líderes, cuando algún hecho grave comienza a horadar su poder y a menguar su popularidad.

La lista sería interminable, incluiría a personajes como Galtieri haciendo que más argentinos mueran por la dictadura cuando intentó perpetuarse en el poder con la guerra de Malvinas y, al parecer, se agregará dentro de poco otro nombre: Donald John Trump. Que las Malvinas hayan sido invadidas y usurpadas por el Reino Unido no implica que aquel dictador haya tenido una motivación sólida y coherente para lanzar aquella guerra en aquel momento. Su motivación era personal y grupal: salvar la dictadura criminal de la marea de descontento que crecía en la sociedad.

También es indudable que el pogromo sanguinario de Hamas contra aldeas agrícolas del sur de Israel fue un acto inmensamente criminal, pero eso no justifica los crímenes de guerra que cometió el ejército israelí en Gaza, donde Netanyahu encontró un escondite “patriótico” para guarecerse de las causas judiciales que lo acechan.

En Venezuela impera una dictadura de patanes impresentables a los que nadie en la región defendería, salvo, quizá, aquellos dirigentes que en sus respectivos países recibieron torrentes de petrodólares para encumbrar a Hugo Chávez como líder de Latinoamérica. En definitiva, que caiga un par de crápulas, como Maduro y Diosdado Cabello, junto con el régimen militar cuya represión asesinó, encarceló, torturó y expulsó del país a millones de venezolanos, no entristecerá a nadie que no se haya enriquecido desde las suculentas arcas clandestinas del régimen y del expolio a PDVSA.

Pero si la caída de esa dictadura calamitosa es al precio de una guerra en Sudamérica lanzada por Estados Unidos, la situación se vuelve controversial y peligrosa. La Casa Blanca ya le puso nombre al conflicto armado que necesita Trump para eludir una serie de problemas que lo están arrinconando. '''Operación Lanza del Sur se denomina lo que el titular del Pentágono, Pete Hegseth, definió como el  instrumento para “defender nuestra patria….expulsar a los narcoterroristas.. y proteger nuestra patria de las drogas”.

Dos veces la palabra “patria” en un párrafo breve parece revelar una de las intenciones del magnate neoyorquino, quien en su propia ciudad fue derrotado en las urnas por su opuesto absoluto: el inmigrante socialista y musulmán Zohran Mamdani.Que ocho senadores demócratas hayan traicionado la disciplina partidaria para que los republicanos puedan reabrir el gobierno después del cierre más largo de la historia, no le oculta al común de los norteamericanos que el shutdown se prolongó por la intransigencia de Trump con su recorte a la financiación de los planes de salud para los sectores vulnerables.

No fue un sabotaje demócrata como describió el presidente. La oposición ofrecía ceder en sus posiciones para alcanzar una solución negociada. Fue en el Despacho Oval donde se emitió la orden de no ceder ni un centavo en el presupuesto presentado. Las encuestas venían mostrando una fuerte caída en la aprobación del presidente. Empezaron a escucharse voces críticas en el Partido Republicano. 

El salvataje megamillonario con el que salvó a Javier Milei de un colapso financiero y una derrota electoral, le valió muchas críticas en la vereda conservadora. Hasta la congresista ultraderechista por Georgia, Marjorie Taylor Greene, terminó peleándose con el líder al que idolatraba. Y en el mismísimo movimiento MAGA comienza a hacer ruido otro suceso muy oscuro: el caso Epstein. Que en Gran Bretaña un miembro de la Casa Windsor haya perdido el rango de príncipe y de duque de York, además del derecho a residir en Royal Lodge, tuvo eco en los Estados Unidos.

En las últimas décadas, muchos príncipes dejaron de serlo en Europa. Antes de abdicar el trono de Dinamarca en Federico X, su primogénito, la reina Margarita II les quitó el rango de altezas reales a los cuatro hijos del príncipe Joaquín, el menor de la Casa Glüksburg. Pero no fue por desprecio o enojo con sus nietos, sino por reducir los costos de la realeza ante sociedades cada vez más atentas al peso de la monarquía sobre las arcas públicas.

También las casas reales de Suecia, Noruega y España redujeron el plantel de príncipes para bajar costo al estado. Los nietos de Carlos Gustavo de Suecia pasaron de príncipes a duques y duquesas. Los sobrinos de Guillermo de Orange dejaron de ser príncipes de Países Bajos. Y Felipe VI redujo a seis los miembros la casa real española: él, la reina Leticia, las hijas de ambos, la reina emérita Sofía y el rey emérito Juan Carlos, al que buena parte de los españoles quieren despojar de todo rango por sus estropicios.

El caso británico se parece al tembladeral que aún no terminó de derribar a Juan Carlos de Borbón. Incluso es peor, porque el derrumbe del hermano del rey Carlos III tiene que ver con uno de los delitos más aberrantes que existen: abuso sexual de una menor de edad.

Si Andrés Mountbatten-Windsor luce hoy el humillante rótulo de “ex príncipe”, es posible que el caso Epstein logre en Estados Unidos lo que no logró un prontuario de denuncias de agresiones sexuales, el violento intento de golpe de Estado que causó varias muertes en el Capitolio, pagos ilegales para silenciar a la actriz porno Stormy Daniels, la indecencia de insultar a Biden incluso al enterarse de que el ex presidente padece un cáncer delicado, sustracción de documentos clasificados de la Casa Blanca y varios presuntos delitos más.

Que las consecuencias de sus vínculos con el magnate de la pedofilia empiezan a preocuparlo queda a la vista en su intento de acusar de clientes de Epstein a Bill Clinton, Larry Summers, al CEO del JP Morgan y a otros poderosos empresarios. Como quien empieza a disparar a mansalva para escudarse entre cadáveres políticos. 

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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