Wednesday 17 de December, 2025

ECONOMíA | 30-11-2025 08:58

Jaque al monotributo

El cambio en el sistema del mecanismo de inserción fiscal de los autónomos es un banco de pruebas de las reformas anunciadas.

El fantasma del tobogán descendente en que entró la administración Macri luego de su triunfo en las elecciones de medio término tiene mucho que ver con la decisión por encarar reformas pensadas, pero nunca instrumentadas antes que desaparezca la ventana de tiempo postelectoral. Además, la convicción de economistas cercanos y de los otros (“mandriles” y “pifiadores seriales”) que el programa ya no “cerraba” y necesitaba de una urgente entrada en boxes. La profundidad de la reparación, desde un cambio de motor hasta un simple service, dependerá del diagnóstico que surja y luego de las expectativas puestas sobre la efectividad en su reingreso a la pista. Y si hay una reforma que sintetiza todos estos cambios propuestos en el plano tributario, laboral y previsional, a través de globos de ensayo y trascendidos, es el que puso bajo la mira al régimen del monotributo.

Morir de éxito. El sistema, surgido como un intento por introducir en la formalidad a cuentapropistas (trabajadores y pequeños comerciantes) que hasta ese momento no podían ni siquiera pensar en convertirse en autónomos, estuvo proyectado en 1998 para incluir a 300.000 contribuyentes, pero con el correr del tiempo fue aumentando hasta los números actuales (3,7 millones de contribuyentes registrados bajo este formato jurídico). Según datos de la Secretaría de Trabajo y el INDEC, se estima que en total hay 6 millones de cuentapropista de los cuales: los registrados como autónomos son el 6%, los del Monotributo son el 34% y los no registrados o informales son el restante 60%. Estos datos estarían mostrando que la simplicidad y el bajo costo del Monotributo no evitan que la mayoría de los cuentapropistas opten por operar en la informalidad.

La respuesta explosiva de la población activa se debió a varios factores y no sólo a las bondades de la fórmula utilizada (mayor practicidad y menor carga fiscal). En primer lugar, fue una forma de incluir a informales con algún paraguas tributario, eludir el IVA tan difícil de descargar en pequeños comerciantes y talleres que trabajan en una zona gris; y generar alguna contención previsional y de asistencia social. Muy poco frente a los beneficios de un empleo “en blanco” pero muchísimo más comparado con el inhóspito desamparo de la informalidad. El perjuicio fue el de haber abierto una puerta de escape y socavar el financiamiento a través de las cargas salariales y patronales del sistema jubilatorio y la generación de una gigantesca brecha tributaria entre los autónomos “tradicionales” (los más castigados), los empleados (intermedios) y los monotributistas (elusores formales).

El tributarista César Litvin, CEO en el Estudio LL&A y profesor Titular de Teoría y Técnica Impositiva en la UBA sigue creyendo que es una buena opción para pequeños comerciantes y emprendedores, en los oficios y profesionales que recién empiezan. “Es un privilegio estar encuadrados en dicho régimen porque pagan una cuota baja que incluye IVA, Ganancias, tienen seguridad social y jubilación, pero la distorsión más grave es que no es un tránsito, sino que la gente para la que estuvo pensada se quedó a vivir en el monotributo”, explica. Esto generó una corriente de subdeclaraciòn sistemática de los ingresos y al no haber un puente para el que va al régimen de autónomos, se transformó en un temido salto al vacío tributario. “No hay que eliminarlo, sino modificarlo para que ese cambio no sea tan gravoso: el monotributista paga menos que el autónomo y casi recibe la misma prestación”, agrega.

Bajo la lupa. Los investigadores Laura Caullo y Guadalupe Galíndez, responsables de la sección Social-Laboral del IERAL, analizaron su impacto fiscal y las alternativas viables de reformas que existen. El componente impositivo del monotributo se organiza en 11 categorías según ingresos brutos anuales (y en el caso de locaciones o prestaciones de servicios, en 8 tramos). En noviembre, los montos correspondientes arrancan en $4.183 mensuales para la categoría A y llegaban hasta $306.724 mensuales en la categoría H, pero el 80% de los inscriptos se concentra en las tres categorías inferiores, con escasas recategorizaciones y poca migración hacia el régimen general (“Responsables Inscriptos”). “Esta dinámica derivó en fenómenos de subdeclaración y permanencia crónica en los tramos bajos, conocidos en la literatura como ‘enanismo fiscal’, con impacto directo en la base imponible de IVA y Ganancias”, detallan.

Además, observan que el régimen de monotributo muestra un proceso de envejecimiento. “La baja participación de jóvenes indica que la puerta de entrada al mercado laboral ya no es este régimen, sino la informalidad y mientras tanto, el grueso de los aportantes se concentra en el tramo etario más productivo, entre 30 y 49 años, que explican casi la mitad del total de adherentes”, analiza.

Por su parte, el economista de IDESA Jorge Colina, cree que las críticas al monotributo son pertinentes, pero su eventual sustitución por otro tributo tiene que ser cuidadosamente diseñada porque de lo contrario, se puede intensificar la informalidad. “Explotando la información que actualmente dispone ARCA (la factura electrónica) se puede avanzar hacia un único impuesto a los ingresos personales que se aplique con criterios homogéneos a todos los trabajadores, tanto asalariados como independientes”, avanza. A su juicio, una solución es crear un impuesto a los ingresos que absorba los aportes personales a seguridad social de los asalariados, el aporte personal y el impuesto a las ganancias de los autónomos y el monotributo: esto es que todos los trabajadores –tanto asalariados como independientes– queden sujetos al mismo tributo. “El diseño del impuesto a los ingresos personales debe contemplar un mínimo no imponible y alícuotas progresivas que crezcan con el nivel de ingreso de la persona”, agrega. Con respecto al IVA, sugiere que habría que estipular un monto mínimo donde la adhesión sea voluntaria (para pequeños comerciantes y proveedores de servicios) y a partir de dicho monto la adhesión sea obligatoria con liquidación automática también a cargo de ARCA en base a las facturas electrónicas.

Condenados a la mínima. El otro flanco débil que fue creciendo es el del desfasaje entre aportes y beneficios previsionales del régimen del monotributo. Para el economista Julián Folgar, profesor de Finanzas públicas en Ciencias Económicas-UBA, aportan muy poco al sistema previsional y realiza una cuenta asombrosa: con los montos se necesitan 19 monotributistas promedio para pagar 1 jubilación mínima (y sin bonos). Del total, sólo 2,5 millones aportan al sistema previsional, el resto (4,9 millones incluidos los del monotributo social) solo pagan el componente impositivo.

Este descalce, fue observado hace tiempo por los sabuesos del FMI cada vez que Argentina pedía un salvataje y se buscaban líneas de dónde aplicar el lápiz rojo. Ahora, nuevamente, la contracara de los millones que garantizan la estabilidad cambiaria por el momento, es modificar este régimen para que sea menos gravoso y, sobre todo, que no se convierta en un faro de la elusión fiscal. Eduardo Levy Yeyati lo destaca, pero advierte que dicho organismo no pidió su eliminación sino "armonizar la tasa del monotributo y mejorar la transición de los pequeños contribuyentes al régimen general", algo sensato dada la brecha con autónomos. Mientras que el aporte al sistema es entre el 5% y el 7% de los ingresos para los monotributistas, sus pares autónomos tributan pagan entre el 21% y el 31%, para las categorías más altas. No por nada, según las cifras que trabajó la consultora Centralpyme, mientras en 2012, había 22 monotributistas por cada 100 empleados privados, en la actualidad la proporción es de 44,5. Una duplicación que invita a reformular un sistema que popularizó la inclusión fiscal, pero, como insisten Caullio y Galíndez, podría fomentar el espejismo del “yo pago mis impuestos”.

 

 

 

 

 

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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