Mariana Sández (Alejandro Guyot)

Un consorcio, dos amigas y una guerra de pasiones

La novela “Una casa llena de gente” tiene todos los ingredientes de una gran historia: misterio, muerte, amor y odio. La autora, Mariana Sández, dialogó con NOTICIAS.

Si el infierno son los otros, la vecindad obligada de un consorcio siempre será sufriente, aunque también ofrezca breves remansos de armonía. Así sucede en el edificio donde trascurre “Una casa llena de gente”, la novela de Mariana Sández, que llega a las librerías argentinas reeditada en España por el sello Impedimenta.

Cuatro unidades, dos familias -los Almeida y los Vilendi- unidos por la amistad y más tarde por el odio, una muerte misteriosa y el legado literario de una madre a su hija podrían ser los puntos fundamentales de una trama que, con humor e inteligencia, habla de pasiones y frustraciones. De amor filial y estilos de vida en conflicto.

Por otra parte, esta es una de las novelas más exitosas de la nueva literatura argentina, la que creció al calor de la edición independiente y que permitió que muchas voces desconocidas accedieran al mundo del libro.

La novela fue editada primero en Compañía Naviera Ilimitada, en 2019. Y luego fue reeditada en España, país donde actualmente vive la autora. En estos años, Sández también publicó el libro de cuentos “Algunas familias normales” y la novela “La vida en miniatura”. De visita en Buenos Aires, donde se presentó la nueva edición de “Una casa llena de gente”, Mariana dialogó con NOTICIAS.

Noticias: ¿Qué elementos autobiográficos tiene esta novela?

Mariana Sández: Las casas son la combinación de dos edificios donde yo viví aunque los ensamblé en uno. Eso me sirvió mucho. De ahí en más me fui dando cuenta de que las casas son muy protagónicas en mis libros.

Noticias: ¿Cuál fue la primera imagen que disparó la historia?

Sández: Una es una nena tirada en la cama tratando de ver la tele y a la que le cae el barullo de la discusión de los vecinos. A mí me pasaba eso cuando mi hija era muy chiquita. A veces tenía miedo. Tenía sobresaltos. Charo, el personaje de la nena, está tratando de escuchar la tele y baja el volumen para entender qué pasa. En paralelo, era un tópico muy fuerte para mí la amistad entre dos mujeres muy distintas. En este caso, los personajes de Leila y Gloria. Algo típico entre las mujeres es tener relaciones superintensas. Hay períodos de superamistad en que se comparte todo: el teatro, el yoga, los médicos. Todo te lo recomendás. Y de repente pasa algo y se separan las amigas. En una amistad de esas características también hay rivalidad y claroscuros, distintos matices que intervienen en la relación. Si bien hay cariño y admiración, al mismo tiempo hay envidia, rivalidad, competencia. Me interesaban esos juegos psicológicos. La historia también tiene de mí la pasión por la literatura. La literatura es lo que te hace sentir que la vida está en otro lado. Entonces, querés que solo pase literatura. Y sin embargo la realidad viene todo el tiempo limitarte. Esto genera mucha dualidad y cansancio. A mí me pasa. Si bien me encantan mi marido, mi hija, mi casa, mi trabajo, la verdad es que muchas veces solo quiero estar dentro de la cápsula y que nadie me venga a buscar.

Noticias: El libro hace un giro hacia el final y aparece una tensión más típica del policial.
Sández: Los libros que más me atraen son los que tratan de entender las relaciones o los comportamientos. Pero el lector siempre necesita que esa teoría vaya sostenida por algo de suspenso o de peripecia.

Noticias: ¿Sigue leyendo autores argentinos ahora que no vive aquí?
Sández: Estoy escribiendo un libro que ocurre en Argentina y entonces estuve leyendo a Hebe Uhart y Silvina Ocampo. Cosas puntuales. Querría leer mucho más, no solo de Argentina, pero mi trabajo principal en España son los clubes de lectura que organizo y me absorben muchísimo tiempo. Preparo lo que voy a dar y siempre estoy buscando nuevas obras.

Noticias: Hay un gran trabajo con el lenguaje de los distintos personajes,

Sández: Al principio no iban a tener los nombres. Quería era que el lector supiera quién estaba hablando a partir del estilo. Después alguien me dijo que era complejo. La novela tiene muchas repeticiones porque la idea es ir confrontando las versiones de cada uno de los personajes. Me divertí mucho escribiendo esta novela. Por ejemplo, cuando se pelean de un piso al otro. En general me divierto y por eso me gusta que haya humor. Tardé mucho en terminarla porque no encontraba quién contaba la historia, cuál iba a ser el punto de vista o el narrador. Y en esa época una amiga que tenía una empresa de Fotobooks, me contrató para hacer entrevistas a familias comunes, personas que querían dejarle su historia a sus nietos. Yo iba juntando los relatos de todos y después armaba el libro. En la escritura, yo tenía que mantener el estilo de cada uno de los que hablaba y, por otro lado, hacerlo homogéneo en el libro. En paralelo trabajaba la novela. Y hubo un momento en que dije: "¿por qué no adoptar el lugar que yo uso con esas familias con el personaje de Charo?". Que sea ella la que entrevista a todos. Eso resolvió el problema.

Noticias: Un dilema que enfrentan los escritores es querer ser leídos por mucha gente pero, por otro lado, respetar lo que les gusta escribir. ¿Cómo lo resuelve?

Sández: En algún momento me planteé ese dilema, pero ahora me doy cuenta de que al final lo que sale bien, lo que a mí me gusta, también le gusta a la mayoría. Entonces, más bien tengo que hacer lo que a mí me gusta, sin pensar qué se espera de mí. Pero también es válido escuchar al editor. Ese intercambio está bueno, porque en definitiva escribir es tan solitario. Siempre te hace falta una mirada externa.