Marra y Salazar (CEDOC)

Inesperado match: Ramiro Marra le "hizo la noche" a Luciana Salazar

Lo que empezó como un saludo formal derivó en química inesperada. Salazar y Marra mezclaron farándula, política y nostalgia en una noche que dio que hablar.

En la Argentina, donde la política y el espectáculo suelen entrelazarse como cables pelados, no sorprende que de vez en cuando salte una chispa. Lo que sí sorprende es quiénes están protagonizando la última combustión: Luciana Salazar y Ramiro Marra, dos figuras que, hasta ayer, convivían en universos paralelos… o eso creíamos, porque resulta que la trama incluye incluso recuerdos de infancia, como si fueran dos personajes secundarios de “Verano del ’98” que la vida acaba de ascender a protagonistas.

El encuentro ocurrió en un restaurante exclusivo de Palermo —como todo romance porteño que aspire a titular— donde Marra, ahora exlegislador y recién despechado tras su separación de la ex tenista italiana, decidió saludar a Salazar. Uno imagina un saludo formal, un gesto amable… pero no: el hombre agarró la silla y no se movió más, señal de firmeza política si alguna vez la hubo. Y ahí empezó el intercambio: risas, anécdotas, recuerdos compartidos de colegios cercanos, como si la vida hubiera dicho “bueno, ya fue, juntemos estos dos timelines”.

Ella, que no es novata en el equilibrio entre farándula y rosca —recordemos su largo y ruidoso historial con Martín Redrado, el único economista capaz de discutir la cuota alimentaria con la misma pasión con la que discute reservas del BCRA—, se mostró genuinamente sorprendida. “Muy amoroso”, dijo sobre Marra. Ya esa frase encendió alertas: en el diccionario mediático, “muy amoroso” suele significar “quedamos a un WhatsApp de que esto sea tapa”.

Pero hay más. Marra, que vuelve a asomar la cabeza en el rubro financiero tras su aventura política electoral que terminó tan rápido como un plazo fijo en 2018, decidió reconquistar terreno social contando anécdotas de la infancia de Salazar que ni ella recordaba. Estrategia psicológica o simple memoria privilegiada, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que Luli terminó entre risas, diciendo que “le hizo la noche”. El país, mientras tanto, siguió sin dólar estable, pero agradeció el entretenimiento.

Se intercambiaron teléfonos, se siguieron en Instagram —que hoy equivaldría al tradicional paso de entregarse una flor en un balcón— y dejaron el restaurante cada uno por su lado, gesto que en el manual del famoso indica: “no queremos confirmar nada, pero tampoco se esfuercen mucho en desmentirlo”.

Salazar, siempre estratégica, negó relación formal pero dejó una puerta abierta con esa frase que ya es patrimonio cultural: “Si me invita a una cita, le respondo en privado”. En criollo: esto sigue, pero sin cámaras (por ahora).

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