Monday 8 de December, 2025

SOCIEDAD | Hoy 04:13

Estrella de visita: el fenómeno Rosalía

Los secretos de la artista española que combina éxito, premios y un estilo experimental. Su paso por Buenos Aires y las amistades locales.

En una industria como la musical, que rara vez concede pausas, Rosalía volvió a demostrar que su magnetismo artístico excede cualquier tendencia. La española de 33 años, nacida en San Esteban Sasroviras y formada entre el flamenco, la performance y la experimentación catalana, acaba de lanzar "Lux", su nuevo y más esperado álbum, que no solo redefine su obra, sino que confirma su estatura global. Su paso por Buenos Aires, donde combinó entrevistas, paseos turísticos, encuentros íntimos con artistas locales y escenas que se viralizaron con naturalidad, demostró que Rosalía ya no pertenece a una país o a un género de música especifico, sino que es un fenómeno que trasciende fronteras, edades y estilos.

Con esta nueva etapa de su carrera bajo el ala de "Lux", la artista despliega un proyecto conceptual sin precedentes. El disco, estructurado en cuatro movimientos y con dieciocho canciones en su edición física, es un viaje por lenguas, sonoridades y tradiciones con la ambición de un manifiesto artístico. Allí canta en trece idiomas, entre ellos español, catalán, inglés, latín, siciliano, portugués, francés, ucraniano, árabe, mandarín y alemán; un gesto que  trasciende lo anecdótico. Cada lengua, explicó, corresponde a la voz simbólica de una “santa”, una mujer histórica o espiritual cuya energía quiso reinterpretar. “Han sido tres años trabajando en un proyecto completamente diferente a lo que había hecho antes. Me daba un poco de miedo”, confesó en una entrevista reciente a la revista Billboard. Ese temor, sin embargo, funcionó como motor creativo. "Lux" es tal vez su obra más osada, más espiritual y, al mismo tiempo, más terrenal.

Efervescencia. Los números avalan ese salto. A pocas horas de su publicación, "Lux" se convirtió en el álbum de una artista hispana más reproducido en un solo día en Spotify, un récord que parecía intocable. Poco después debutó en el puesto 4 del Billboard 200, algo que ninguna de sus producciones anteriores había logrado. También ingresó simultáneamente en las cinco listas principales de Billboard, confirmando su expansión en el mercado anglosajón. Ese crecimiento no es casual, Rosalía lleva años construyendo un lenguaje propio que combina riesgo experimental con una intuición melódica de enorme alcance popular. En ese punto, su nuevo disco funciona como síntesis y como plataforma.

Desde sus inicios en Barcelona, donde se formó en escuelas de música y talleres de cante jondo, Rosalía mostró una capacidad singular para tensar los bordes del flamenco y convertirlo en territorio híbrido. "Los ángeles" fue su carta de presentación, "El mal querer", la obra que la catapultó al centro de la escena global y "Motomami", el trampolín definitivo hacia una estética pop futurista que los críticos celebraron como disruptiva. Pero con "Lux" accede a otra escala, más introspectiva y literaria. Durante su proceso creativo leyó sobre mística femenina, biografías de santas, poesía monástica, filosofía espiritual y textos de pensamiento “fuerte”. Ese corpus intelectual, lejos de la solemnidad, se tradujo en un disco que irradia luz: “Esa sensación espiritual siempre ha estado en mí, solo que nunca antes la había racionalizado”, reconoce.

Una porteña más. En Buenos Aires, la artista se permitió mostrar una faceta más cotidiana, acaso más humana. Su llegada despertó un entusiasmo inmediato, lo que se tradujo en un centenar de fans apostados frente al hotel, cronistas siguiendo cada movimiento e imágenes replicadas en redes antes de que la propia artista pudiera publicarlas. Aún así, Rosalía consiguió conservar un tono íntimo en su visita, como si buscara encontrarse con la ciudad más allá de la exposición. Recorrió la Avenida 9 de Julio, ascendió por el interior del Obelisco y grabó un video entusiasmada ante la vista panorámica al caer la tarde. “Tengo que llegar antes de que se haga de noche”, relata con la espontaneidad de una turista que se maravilla ante un paisaje cosmopolita por excelencia.
La catalana más carismática y amada por los argentinos también visitó La Bombonera, invitada por el cantante Trueno y el streamer Momo. Allí posó con la camiseta de Boca Juniors y probó mate mientras observaba el estadio vacío, envuelto en esa luz amarilla que antecede a los grandes partidos.

Esa visita, como tantas escenas de su paso por Buenos Aires, se viralizó en minutos. Pero hubo otros momentos más reservados, como cenas en restaurantes porteños donde probó medialunas, sándwiches de miga, empanadas y flan con dulce de leche; encuentros con productores locales; y una tarde en la que cocinó empanadas para un video que rápidamente se volvió tendencia. Su facilidad para integrarse al paisaje social argentino sorprendió incluso a quienes la conocen desde sus primeras giras por el país.

Uno de los episodios más comentados fue su noche junto a Lali Espósito, Úrsula Corberó y Emilia Mernes en una especie de bodega privada. Allí, lejos de los flashes, conversaron, cantaron fragmentos improvisados y compartieron una sobremesa íntima. Rosalía apareció relajada, sin maquillaje, riéndose a carcajadas, como lo que es, una visitante que se siente entre amigos y no una de las cantantes más vendedoras de habla hispana. Esa imagen humana contrastó con el aura solemne que a veces rodea su figura artística, y esa dicotomía, de ser monumental sobre un escenario y camaleónica en la vida personal es lo que la convierte en una figura tan magnética.

Raid mediático. El mano a mano con Mario Pergolini en “Otro día perdido” ofreció quizá las confesiones más reveladoras de su visita a nuestro país. La cantante no esquivó ningún tema, habló de su familia, espiritualidad, influencias y presente creativo. Cuando el conductor le preguntó si alguna vez había pensado en ser monja, ella respondió con la franqueza que la caracteriza: “Respeto mucho a las mujeres que deciden dedicarle su vida a Dios. Mi abuela era muy católica, pero no es para mí. El disco es la mística, no la religión”.
En otro pasaje de la entrevista, que se repartía entre Pergolini, Agustín Rada y Laila Roth, Rosalía reveló su admiración por artistas argentinos contemporáneos: “Hay muy buenos músicos acá. Me encanta Milo J, lo hace muy bien. A Emilia la he visto en el escenario y es un terremoto. Nathy Peluso, que escribe maravilloso. Me gusta todo lo que está bien hecho”.

Sin embargo, lo que quedó en la memoria colectiva tal vez fue la escena lúdica del “flechazo”. Al cierre del programa, cuando Pergolini le regaló una camiseta de Boca Juniors, Rosalía no dudó en ponérsela frente al público. Apenas levantó la mirada, vio a un miembro del equipo de producción, le dedicó una sonrisa y una frase espontánea: “Encantada, un gusto, un placer, qué majo Nico”. Y agregó en clave beboteo: “Se puso rojo, ¡qué majo!”. El momento, breve, explotó en risas y se volvió viral, una pequeña comedia romántica en medio de la promoción global de un álbum.

Rosalía también visitó LUZU TV, lo que constituyó un verdadero hito en la pantalla digital argentina. Durante su paso por el ciclo "Nadie dice nada", la artista irrumpió con naturalidad, combinando confesiones íntimas sobre su proceso creativo con gestos de alegría genuina: cantó a capella junto a Ángela Torres, bailó cumbia, se puso una bandera argentina y compartió su entusiasmo por la cultura local.
Esa mezcla de talento, simpatía y complicidad generó picos inéditos de audiencia -con varios cientos de miles de televidentes conectados- y convirtió la emisión en una de las más vistas de la historia del canal.

Más allá de lo anecdótico del paso de la cantante por los medios argentinos, Rosalía confirmó que su fenómeno no se sostiene únicamente en su música, sino que atraviesa lo simbólico, lo emocional y lo identitario. Cuando recibió la camiseta en ambas emisiones, muchos pusieron el foco en su simpatía; otros, quizá con más atención, vieron en su gesto algo más profundo, una artista dispuesta a jugar con el sentido de pertenencia de sus anfitriones, con el fin de mezclar culturas y construir territorios múltiples.

Este cruce de mapas que propone Rosalía como lingüísticos, culturales y geográficos no es nuevo en su pensamiento, pero jamás había sido tan explícito. "Lux" no solo confirma su madurez artística, sino un punto de inflexión. Su breve, intensa y humana visita a Buenos Aires funcionó como un puente simbólico entre su mundo mediterráneo y lo porteño. Y esa parece ser la fórmula para unir los países que más van con su música y su propio deseo artístico. Lo que antes se basaba en conferencias de prensa y eventos privados para la prensa especializada, ahora, de manera más genuina y orgánica, es cenar empanadas, recorrer la ciudad y juntase con amigos del gremio.
Cifras y récords. Vale recordar que Rosalía se ha consolidado en menos de una década como una de las cantantes emblemas de la música en español. A la fecha acumula cuatro álbumes de estudio, y una serie de giras que la llevaron de los escenarios íntimos a los estadios internacionales. Su primer gran estallido viral fue "Malamente", el video que en 2018 la proyectó al circuito masivo y que marcó un antes y un después en su estética.

En plataformas digitales, la dimensión de su impacto se traduce en números contundentes. Con "Despechá" superó el billón de escuchas y su catálogo musical ya supera los 10 mil millones acumulados. Su audiencia mensual en Spotify ronda los 40 millones de oyentes, sumando desde la salida de su nueva canción "Berghain", un millón de seguidores nuevos por día.

Las 18 canciones de "Lux" son su declaración de principios, su apuesta por el arte como exploración y su diálogo intercultural en un mundo cada vez más polarizado. Y tras su estruendosa visita a Buenos Aires, lo esperado, la artista confirmó su regreso a Argentina con dos shows el 1 y 2 de agosto de 2026 en el Movistar Arena.   

Y todo indica que este fenómeno pop que emana de su garganta es apenas el comienzo de una verdadera revolución.

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Mariano Casas Di Nardo

Mariano Casas Di Nardo

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