nelson orquesta (CEDOC)

Los periodistas polirrubro: directores de orquesta, pilotos, DTs

Los comunicadores que incursionan en oficios paralelos. La batuta de Nelson.

En el periodismo argentino hay un rasgo común: muchos de sus protagonistas no llegaron al oficio de manera lineal. Antes de ocupar la pantalla o la radio, se formaron en profesiones distintas, siguieron pasiones paralelas o se animaron a reinventarse. Ese bagaje extra no solo los define como personas, también enriquece su forma de comunicar. A lo largo de la historia, no fueron pocos los cronistas que primero probaron suerte en otros terrenos: del derecho a la medicina, de la música al deporte. Hoy, Nelson Castro, Antonio Laje, Luis Ventura y Fabián Doman representan esa tradición: médicos, músicos, pilotos, técnicos y presidentes que encontraron en el periodismo un espacio para unir todas sus vocaciones.

El dueño de la batuta. La historia de Nelson Castro empieza en la música, mucho antes que en la medicina. A los 9 años comenzó a estudiar guitarra clásica, y a los 14 ya era profesor titulado. Dio recitales como concertista y hasta llegó a presentarse en Radio Nacional. Más tarde tomó clases de piano, canto y hasta dirección de orquesta, aprobando un preingreso al Teatro Colón. Esa formación artística marcó su carácter: disciplina, sensibilidad y oído fino. Después vino la ciencia. Se graduó como médico neurólogo en la UBA con diploma de honor y ejerció durante catorce años. En 1993 decidió dejar los consultorios porque la exposición mediática interfería en la relación con los pacientes. Desde entonces se dedicó de lleno al periodismo, sin abandonar su costado musical: en estos días acaba de coronar esa pasión al debutar como director de orquesta en Rosario, al frente de 700 músicos en el tricentenario de la ciudad. Para Castro, las tres pasiones de su vida —la música, la medicina y la comunicación— no se contradicen: se complementan.

Ajústense los cinturones. Antonio Laje soñaba con aviones desde chico, pero recién a los 50 años pudo obtener su primera licencia de piloto. No se quedó ahí: en 2017 se convirtió en piloto comercial, habilitado para comandar jets ejecutivos y realizar vuelos por instrumentos. Desde entonces lleva acumuladas miles de horas en cabina. Su faceta aeronáutica tiene dos caras: la glamorosa, cuando traslada a celebridades o empresarios en vuelos privados; y la humanitaria, cuando participa de operativos sanitarios del INCUCAI, llevando órganos para trasplantes o bebés en incubadoras. Para él, volar no es un pasatiempo: es una segunda carrera que convive con el periodismo y le da herramientas de precisión, calma y responsabilidad. También comparte en redes fotos de sus vuelos al amanecer, convencido de que los sueños de la infancia pueden cumplirse incluso décadas después. Son famosas las postales que lo muetran junto a una estrella de Hollywood como Johnny Depp, que fue su pasajero de lujo en febrero de este año. Depp estuvo con Jorge "Corcho" Rodríguez en Punta del Este, invitado en su chacra, y después viajó en un vuelo privado a Buenos Aires, como parte de sus vacaciones. Laje fue quien hizo de remisero aéreo y se sacó una foto con el actor, el periodista con su traje de tripulante y Depp con una simpática boina.
El gran DT. Luis Ventura es sinónimo de periodismo de espectáculos, pero desde hace más de 15 años también ejerce como director técnico en el fútbol del ascenso. Su primera experiencia fue en 2008 en El Porvenir, club de su barrio donde jugaban sus hijos. Luego pasó por Claypole y en 2017 desembarcó en Victoriano Arenas, de Valentín Alsina, con el que logró su mayor hito: ascender invicto a la Primera C en 2018. Ventura alterna sus días en la TV con entrenamientos y partidos en canchas humildes. Se sienta en un “banco verde” improvisado, grita y se enfrenta a árbitros e hinchas rivales con la misma vehemencia con la que discute en la televisión. Para él, el fútbol es un cable a tierra. Su caso prueba que detrás del personaje mediático hay también un hincha que se animó a vivir el fútbol desde adentro. No solo comenta la pasión: la juega, la entrena y la sufre como cualquiera en el tablón.

El presidente. Fabián Doman estudió abogacía en la UBA, aunque nunca ejerció. Esa formación, sin embargo, le dio herramientas que aplicó en su paso por la gestión empresarial: en 2021 fue director institucional de Edenor, cargo desde el que negoció con reguladores y enfrentó crisis energéticas. Un año después, la pasión pudo más: como hincha de Independiente decidió presentarse a elecciones en el club. Ganó con un récord de participación y el 72% de los votos, convirtiéndose en el primer periodista en presidir a un club grande. El desafío fue enorme: deudas millonarias, barras divididas, internas feroces. A los seis meses presentó la renuncia, admitiendo que había subestimado la magnitud del problema. Su paso fue breve, pero marcó un cambio: mostró que los socios estaban dispuestos a apostar por un outsider con formación distinta al típico dirigente sindical o ex futbolista.
Doman volvió luego a los medios y a la consultoría, pero esa experiencia dejó huella: lo enfrentó a los límites del poder y lo obligó a repensar su rol público.

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