Fito Páez (Cedoc)

Yendo del living al living

Fito Páez hizo un concierto de 15 canciones en poco más de una hora desde la cuarentena en su casa. Puede verse en las redes.

* * * * Son tiempos raros que cada uno procesa y sostiene como puede. En medio de eso, un hecho cultural que nació gregario y que así atravesó todos los tiempos, se ve obligado también a acuartelarse. La música “en vivo” y con un público siendo parte de la ceremonia vibra y funciona como de ninguna otra manera; y es irreemplazable. Gracias a un siglo XX que nos lega los registros sonoros de muchos de los grandes artistas, podemos seguir disfrutándolos aún después de desaparecidos. Pero la muestra cabal de que una cosa no reemplaza la otra está en la evidencia de que cuando las grabaciones dejaron de ser el centro del negocio y se hizo fácil acceder a ellas con costos muy módicos o simplemente gratis, los precios de las entradas para los conciertos y recitales crecieron de modo exponencial; en un recorrido de acomodamiento comercial que, como siempre, complica más a los que tienen convocatorias más discretas y a los artistas en desarrollo.

El público necesita ver a sus cantantes y músicos favoritos y estos necesitan de un público que dé sentido a su trabajo. Quizá por eso es que, aún cuando es prácticamente imposible monetizarlo –más allá de algunos aportes que pueda hacer el estado–, son muchísimos los que, en medio de la pandemia, se han dado a la tarea de “salir” a tocar y cantar por las redes y a entregar conciertos unipersonales desde sus livings o sus estudios particulares, con pocos y sencillos recursos técnicos que hoy están fácilmente a la mano.

Fito Páez estaba a punto de presentar en Rosario su último disco “La conquista del espacio” y el coronavirus, como a tantos, lo frustró. Los grandes shows quedarán para más adelante, pero mientras tanto decidió hacer un pequeño recital desde su casa. Como algunas veces en los escenarios, fue en solo piano; a nuestro gusto, su mejor versión. Pero no fue la oficialización del disco. Hizo clásicos como “11 y 6”, “Cable a tierra”, “Mariposa Tecknicolor”, “Al lado del camino”, “El cuarto de al lado” –dedicado a sus hijos–, “Dar es dar” o “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, ya en el final. Interpretó cariñosamente canciones de otros autores, como “Esta tarde vi llover” de Manzanero, “Gracias a la vida” de Violeta Parra, “Desde que o samba é samba” de Caetano Veloso o “Ring the Bells” de Bob Dylan. De lo nuevo, hubo solo tres títulos: “Resucitar”, la muy jugosa “La canción de las bestias” y la que da nombre al álbum. Hubo muy interesantes atrevimientos armónicos en algunas piezas. Y siendo tan buen músico, es una pena que él mismo se ría de sus desafinaciones, que podría resolver con un poco de entrenamiento vocal. En cualquier caso, lo que entregó fue un buen rato del mejor Fito. Ya con decenas de miles que lo vieron, el concierto sigue en las redes y está a la mano de cualquiera. Vale la pena buscarlo para acompañar el aislamiento.

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