★★★1/2 Con buen ritmo, con acciones que se entienden, con amor por los géneros, Daniel de la Vega plantea una historia con niños secuestrados, sectas diabólicas y madres desesperadas. Se trata de reencontrar el placer de la fantasía en el cine. Sus deméritos son menos importantes que sus logros, y permiten pensar con optimismo sobre un cada vez más posible cine de género local. Realizadores hay, lo que faltan son financistas.
por Leonardo D’Espósito
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