Tuesday 16 de April, 2024

MUNDO | 31-10-2021 00:05

El chavismo y los testigos comprometedores

Mecanismos de corrupción interna y externa quedarían expuestos si declaran dos ex socios del poder.

Uno entró en la primera hora, cuando había que recorrer un arduo trayecto para alcanzar el poder. El otro entró por la ventana, cuando el poder estaba envilecido y abocado a la rapiña. Pero tienen en común tres cosas: haber jugado roles claves en el lado más oscuro del poder chavista, encaminarse a una prisión en Estados Unidos y poder dar información que causaría estragos al régimen y a sus aliados en el mundo.

Las revelaciones que puede hacer uno, mostrarían como se corrompió el régimen chavista, mientras que lo que ya empezó a revelar el otro describe cómo ese régimen corrompió a gobiernos y dirigencias extranjeras.

Alex Saab, el empresario colombiano que cruzó la frontera cuando olfateó la posibilidad de amasar fortunas a la sombra de una nomenclatura facinerosa, intentará no hacer revelaciones explosivas a la justicia norteamericana porque su esposa y sus hijos quedaron en Caracas. En cambio para Carvajal no hay riesgos si continúa en Estados Unidos el parloteo que inició ante los magistrados españoles que debían resolver su extradición.

Aunque Saab no lo confiese, los sobreprecios que cobró al Estado venezolano por viviendas populares, importaciones de alimentos, productos de las bolsas Clap y otros suculentos negocios que le concedieron, sólo pueden leerse como negociados que llenaban los bolsillos de quien los posibilitaba: Nicolás Maduro. De ahí a que sea su testaferro, como dicen muchas denuncias y voces en off, hay una distancia corta.

Incluso si no fuese su testaferro, es lógico sospechar que semejantes sobreprecios terminarán enriqueciendo a la cúpula del régimen. Por eso a Maduro le inquietó tanto que el empresario que diseñaba las triangulaciones para eludir sanciones norteamericanas, hubiese sido detenido en Cabo Verde y extraditado a Estados Unidos. Hizo todo para evitarlo. Pero ahora le queda esperar que no hable. Y también le queda tener en Venezuela a la esposa y los hijos del extraditado. No hace falta explicarle a Alex Saab lo que eso implica.

Lo que el empresario podría revelar es el mecanismo de cohesión del régimen mediante la distribución de dinero. Eso explica por qué los militares no sacaron los pies del plato.

Y Carvajal aportaría el mecanismo de cohesión externa, o sea la explicación de cómo logró un régimen represivo y calamitoso que gobiernos y dirigencias de la región y de Europa continuaran apoyándolo y votando a su favor en la ONU y otras instancias internacionales.

Las razones para poner en duda lo que ya empezó a revelar Carvajal, son las mismas que deben tenerse en cuenta para darles credibilidad: la neurálgica posición que ocupó en las cumbres del poder chavista y su rol en la construcción del mecanismo de recaudación ilegal que reemplazó a la exhausta PDVSA para financiar la compra de apoyos y complicidades en la región y en Europa.

Chávez convirtió a Carvajal en discípulo cuando, con el grado de capitán, era su instructor en la academia militar. Ese discípulo lo acompañó en la fallida asonada golpista del 4 febrero de 1992.

No pudieron derrocar a Carlos Andrés Pérez y quedaron en prisión, junto a otros oficiales golpistas. Desde el indulto concedido por Rafael Caldera, Chávez inició la campaña para llegar al poder por las urnas, y Carvajal trabajó para ayudarlo. Por eso, ya en la presidencia, Chávez lo designó jefe de inteligencia y contrainteligencia militar.

Desde esa posición, “el Pollo” forjó los vínculos del régimen con las FARC, el “Cartel de los Soles” (organización narco de altos militares venezolanos) y mafias de Irán, Turquía y Rusia a las que se les permitió la explotación ilegal de la minería en la Cuenca del Orinoco.

Esas serían las fuentes del río de dinero que siguió regando a la nomenclatura y a sus aliados y cómplices externos. En España, Carvajal empezó a dar nombres. Sorprendió al decir que el Movimiento 5 Estrellas recibió millones entregados a Gianroberto Casaleggio, experto en comunicación que hacía el blog del ex juez Antonio Di Pietro y fue, con Beppe Grillo, cofundador del partido antisistema. Esa fuerza que integra el gobierno italiano no registra actos a favor del régimen. En cambio, no sorprendió que nombrara a Rodríguez Zapatero porque las mediaciones en Venezuela del ex presidente español siempre fueron funcionales al régimen, y a Juan Carlos Monedero, recaudador de Podemos, el partido antisistema que nació alabando al chavismo.

Por la misma razón, tampoco sorprendieron los presidentes, ex presidentes y dirigentes latinoamericanos señalados. En todos los casos hubo votos en foros regionales y globales encubriendo al régimen ante denuncias por violaciones de Derechos Humanos.

Desde Evo Morales hasta el kirchnerismo, pasando por Lula, Correa, el líder izquierdista colombiano Gustavo Petro, los ex presidentes de Honduras y Paraguay Manuel Zelaya y Fernando Lugo, tuvieron gestos y posicionamientos a favor de Chávez y Maduro.

El caso del peruano Ollanta Humala no es tan claro, pero en los demás casos las contraprestaciones resultan visibles.

Las potencias siempre compraron lealtades externas. Washington lo hizo por razones geoestratégicas y también para facilitar inversiones y negocios. Pero no es común que lo hagan países poco desarrollados. Carlos Andrés Pérez aportó a la campaña de Violeta Chamorro, pero Chávez convirtió en regla esa excepción.

El exuberante líder caribeño repartió dinero negro para construir poder a escala continental. Y Maduro utilizó aquellos pagos como instrumento de presión sobre los receptores.

El mecanismo que se hizo visible en la valija de Antonini Wilson, la “embajada paralela” que denunció el ex embajador Eduardo Sadous y la denuncia del diputado Álvaro de Lamadrid, podría explicar la reticencia del gobierno argentino para reclamar por los presos políticos venezolanos. El mismo presidente, Alberto Fernández, y la misma fuerza política, el kirchnerismo, que reclamaron con razón la libertad de Lula cuando fue injustamente encarcelado por Sergio Moro, favor a Bolsonaro que cobró con un “súper-ministerio”, se abstuvo de reclamar lo mismo para Cristiana Chamorro y los demás candidatos encarcelados por Ortega.

Hubo razones lógicas para cuestionar la destitución de Lugo, la legitimidad de Jeanine Áñez y el encarcelamiento de Lula. Pero esos pronunciamientos desmienten el argumento de la “no injerencia” con que se justifican silencios inexplicables respecto a Venezuela y Nicaragua.

La dificultad para exigir libertades y derechos fundamentales secuestrados por dos regímenes impresentables, no se explica por afinidades ideológicas. Los ideologismos actúan como psicotrópicos en ciertas militancias, pero en las cúpulas son la máscara de una razón oscura, contante y sonante.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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