El presidente francés, Emmanuel Macron, renovó por otro mandato, imponiéndose por una ventaja de 10 puntos a Marine Le Pen, su oponente de extrema derecha.
Pero la batalla por Francia apenas comienza. El país celebrará elecciones parlamentarias en junio. Y estas bien pueden limitar notablemente la capacidad de Macron para implementar su visión.
BAJO APOYO
El candidato de la centroderecha se impuso no tanto porque a la gente realmente le guste, sino porque les desagradan más sus oponentes. Macron es visto casi universalmente como arrogante y elitista. Le Pen, de extrema derecha, le resultó al electorado más accesible, y más en sintonía con el fuerte desencanto con el sistema político, y el creciente enojo por el aumento en el costo de vida y otros males económicos.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, más de la mitad de los votantes apoyaron a candidatos de extrema izquierda o de extrema derecha. Ambos extremos perdieron, pero pueden ser determinantes desde el parlamento.
Es que el partido de Macron, "La marcha de la República", carece de candidatos de peso: es solo una colección de obsecuentes con poca experiencia política. Y dados sus bajos índices de popularidad, es muy probable que “la marcha” sufra serias pérdidas.
Le Pen bien podría ser la beneficiaria de las elecciones de junio. Pero todos los ojos están puestos en Jean-Luc Melenchon, un político de extrema izquierda que dirige un movimiento llamado La France Insoumise, que aboga por políticas como la imposición de un impuesto del 100 por ciento a los ricos, o la abolición del derecho a la propiedad privada, que coincide con Le Pen -aunque en el otro extremos- en muchos diagnósticos sobre lo que debe cambiar.
POR IZQUIERDA
Melenchon está cortejando, desde que quedó tercero en la primera vuelta de las presidenciales, aliados para que lo ayuden a convertirse en primer ministro en
junio, otorgándole poder para jaquear a Macron. Ferviente opositor del presidente francés, prometió que lo obligará a una incómoda “cohabitación” parlamentaria que obstaculizará las reformas.
El líder de 70 años de La France Insoumise, que había prometido retirarse después de su tercera candidatura presidencial, dijo que darle a su partido una mayoría en la Assemblée Nationale convertiría la elección en una “tercera vuelta”. También resolvería el dilema de aquellos votantes -especialmente de izquierda- que se sintieron políticamente huérfanos por el resultado de la primera: 7,7 millones que votaron por Mélenchon se abstuvieron en la rueda definitiva por no sentirse representados.
La votación legislativa en tanto, se disputa tradicionalmente en líneas partidistas, pero Mélenchon está decidido a hacerlo personal. “Pido a los franceses que me elijan primer ministro. Les pido que elijan una mayoría de diputados de La France Insoumise. Y hago un llamado a todos los que quieran unirse a la Unión Popular de izquierda en este hermoso combate”, pronunció el lunes pasado con el resultado puesto.
Recordó a los votantes que fue el primer ministro, no el presidente, quien firmó los decretos gubernamentales. “Sería primer ministro no por la gracia y el favor de Macron, sino porque los franceses lo querían”, dijo, y agregó que convertiría al presidente en “secundario”.
ESCENARIO
“Si no le conviene al presidente entonces pueden irse, porque yo no lo haré”, arriesgó en una entrevista.
Las ambiciones de Mélenchon se vieron impulsadas después de que estuvo a poco menos de medio millón de votos detrás de Le Pen en la primera vuelta el 10 de abril. Una elección que vio el colapso de los partidos tradicionales. Los otros tres candidatos de izquierda, del partido Ecología, el Partido Comunista y el Partido Socialista (PS), obtuvieron un total de poco más de 3 millones de votos. Eso habría asegurado su lugar en la segunda ronda si hubieran apoyado su campaña: el resultado enfureció a muchos simpatizantes de Mélenchon, en particular a los jóvenes y trabajadores, lo que provocó protestas en las universidades de París, incluidas la Sorbona y Sciences Po, sobre todo porque el 41% de los jóvenes entre 18 a 25 años, más de 4 millones de votantes, se abstuvò en la primera ronda.
La campaña por los 577 escaños de la cámara baja francesa comenzará el 10 de mayo. El centrista La
Republique en Marche (LREM) de Macron tiene actualmente 263 escaños, la oposición conservadora Les Républicains, 93; el centrista MoDem, 52; el PS, 25 y La France Insoumise solo 17.
Unión posible. Mélenchon insiste en que su Unión Popular liderará en 105 distritos electorales y que una mayoría de 290 es “posible”. “Si no lucho por esta victoria, ¿qué hago: decir ‘adelante, dales todo el poder’?. No quiero que Le Pen gane el país, y no quiero que Macron mantenga el poder. Yo digo que hay una tercera ronda. Corresponde a los franceses decidir quién es el jefe de gobierno”, enfatizó.
El político necesitaría el apoyo de todo el electorado de izquierda francés, de los cuales unos 11,8 millones votaron en la primera vuelta, si tiene alguna posibilidad de obtener una mayoría en el parlamento después de las elecciones del 12 y 19 de junio.
“Hay obstáculos, pero existe un deseo común de crear una unión en torno a un programa”, tendió puentes. “La pregunta es, ¿están listos para venir hacia nosotros?”, ofreció Mélenchon, que ha dado un golpe político maestro al aprender la lección de 2017 cuando no logró unir a la izquierda después de la elección presidencial.
“Está tratando de consolidar el apoyo de su base y se ha dado cuenta de que la forma de hacerlo es desde una posición de fuerza. No se trata de cuántos diputados obtenga, sino de si puede lograr que los ecologistas y los comunistas lo apoyen antes de las elecciones legislativas, creando así una fuerza política”, analizó Laurent Joffrin, exdirector del periódico Libération. Esa victoria inclinaría el escenario europeo en un sentido completamente opuesto al que hoy se propone.
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