Los argentinos que mantuvieron encuentros y diálogos con el Papa Francisco en el último tiempo se van todos con dos impresiones. La primera: está actualizado al detalle de lo que sucede con la vida política y social de Argentina. La segunda: está extremadamente preocupado. Esto último no es una sensación. A los distintos interlocutores que lo van a visitar desde su suelo natal les hace siempre la misma inquietud. “¿Cómo está la situación del hambre en Argentina?”, dice el Santo Padre. Varios juran que, de hecho, esa es la primera pregunta con la que abre los diálogos.
Esto último podría ser un capítulo más de la vida pastoral de Jorge Bergoglio, que, como cualquier cura, siempre estuvo cerca de los dramas de una sociedad empobrecida. Pero el otrora arzobispo de Buenos Aires le acaba de agregar un detalle: una gestualidad política notoria, llamativa incluso para su propia biografía. El Papa está en alerta.
Las fuerzas del cielo
El estilo de Francisco siempre fue el de los jesuitas, que prefieren moverse en las sombras y con sutilezas. Por eso es que la foto del Pontífice con la bandera de Aerolíneas Argentinas y la de Intercargo, realizada el mismo día que en el Senado se debatía la posible privatización de estas empresas, no es una imagen más. Francisco no envía señales tan directas. No es su estilo, lo que llevó a varios en la Iglesia local a sospechar que los sindicalistas que lo fueron a ver aquel día -comandados por el aeronavegante Juan Pablo Brey- lo sorprendieron con las insignias antes de que él pudiera darse cuenta. Parece raro: el Papa es muchas cosas pero distraído no fue nunca una de ellas.
Además, no es un hecho aislado. En paralelo se dio la reunión que tuvo con Axel Kicillof, el primer encuentro con el gobernador bonaerense que estaba pactado desde hace tiempo aunque el timing -un día después de la votación de la Ley Bases- y el regalo que recibió -un libro de Keynes, el enemigo número uno de Milei- despertaron polvareda.
Que la Iglesia local viene encendiendo todas las señales de alarma que puede es algo que sabe bien Sandra Pettovello. Cada vez que mantuvo reuniones con los obispos más encumbrados del Espiscopado local, la ministra de Capital Humano escuchó una y otra vez lo mismo: más allá de la General Paz hay un situación social a punto de estallar. La preocupación por el hambre y el descontento con cómo esa cartera interrumpió de cuajo la transferencia de recursos a las organizaciones sociales son moneda corriente entre las charlas de los obispos.
La Patria no se vende
Sin embargo, se ve que esa alerta caló entre algunos miembros de la Iglesia local. Es que ya son dos los episodios en los que en parroquias repletas se empieza a cantar “la Patria no se vende”, una cantinela con una clara crítica al gobierno de Milei. Primero fue en San Cristóbal, en la Iglesia de Santa Cruz, en los primeros días de junio, y el viernes 14 la postal volvió a repetirse. Esta última ocurrió en una parroquia de Constitución, con una salvedad: entre los presentes estaba el obispo Gustavo Carrara, que integra un grupo muy cercano a Francisco, el de los curas villeros. Los dos hechos suscitaron un tembladeral dentro de la Iglesia, acostumbrada a no confrontar tan directamente, y motivaron incluso una crítica de Oscar Ojea, el presidente de la Conferencia Episcopal, que a fines de año renovará sus autoridades.
Sin embargo, no fueron los únicos episodios. Y tampoco los más relevantes. Los que conocen este mundo dicen que el más significativo fue el que ocurrió en la Catedral de Buenos Aires, que tiene como obispo a Jorge García Cuerva. El 6 de junio se viralizó una foto en la que se veía cómo se había improvisado un comedor para personas en situación de calle dentro de la histórica iglesia. Fue algo sin precedentes, y la polémica fue tanta que en el equipo de comunicación del arzobispado intentaron minimizar la noticia diciendo que era algo de rutina. Pero no lo era.
Profeta en su tierra
De fondo, se recorta el supuesto regreso del Papa a su país. “Me gustaría ir para fines de noviembre, o a lo sumo a principios del año que viene”, le dijo a tres niños argentinos que le preguntaron cuándo visitaría Argentina. Eso sucedió en mayo y, aunque la respuesta no repercutió demasiado en los medios, son muchos los que conocen este paño que dicen que esta vez sí el Pontífice finalmente hará el periplo. De hecho, hay un rumor que indica que, para mediados de julio, Edgar Peña Parra, un obispo venezolano con un cargo central en el Vaticano, llegará a este suelo para empezar a armar la logística del viaje.
¿Se dará la foto de Milei con el Papa en Argentina? Si bien Francisco recibió con un muy buen semblante al libertario en enero y lo saludó en la reciente cumbre del G7, la relación no atraviesa un gran momento. Desde el entorno del Papa aseguran que cayó pésima la declaración que hizo el Presidente luego de visitarlo, en la que aseguró que Bergoglio apoyaba su plan económico. Cinco meses después, la Iglesia está en alerta.
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