★★★★ Los filósofos contemporáneos no tienen remedio. Primero plantean, por ejemplo, un aparente dinamismo optimista: “Hoy creemos que no somos un sujeto sometido, sino un proyecto libre que constantemente se replantea e inventa”. Es lo que dice en la primera página de este breve libroByung-Chul Han, nacido en Corea del Sur (como su nombre lo indica), pero formado y ahora profesor en universidades alemanas. De inmediato se dedica a demostrar que lo que hoy llamamos libertad oculta una serie de sutiles o groseras tácticas del capitalismo neoliberal para que, en vez de ser explotados por otro, lo seamos por nosotros mismos, y trabajemos sin descanso.
La argumentación es por lo general clara, y además aguda, provocando al lector con ideas que llaman la atención, como las relacionadas con sentimiento y narración o teatro, o afecto y emoción y performance.
Las raíces son tanto filosóficas como psicológicas, y emplea a menudo la paradoja: “El neoliberalismo”, dice, “como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario” y, además, elimina a “la clase trabajadora sometida a la explotación ajena”.
Entre los materiales utilizados figuran frases publicitarias, manifiestos “contra el trabajo”, o el empleo consciente y complejo de lo lúdico.
Dos símbolos densos, uno antiguo y otro reciente, aparecen en el título de dos capítulos: “El Big Brother amable” (haciendo referencia a George Orwell y su obra “1984”) y el reciente concepto de “Big Data”. En este último aparece la conversión de todo en datos “fiables” y un despliegue devorador que, como tantos otros elementos entre promocionales e ingenuos de la realidad digital, deriva a una creencia metafísica en el control total.
Este último plano perfecciona la idea del panóptico arquitectónico vigilante de Bentham, rescatada y popularizada por Michel Foucault.
Acá no harían falta maquinarias arquitectónicas extremas, porque el “sujeto en red, digitalizado, es un panóptico de sí mismo”. Esa zona final entra en la tendencia del pensamiento analítico a creer a los “sujetos” (o “la masa”, “el público”, o incluso “la clase obrera” de otros autores) mucho menos ambiguos, astutos o actores de lo que suelen ser.
por Elvio E. Gandolfo
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