★★★★ Periodista y columnista destacado, también guionista, nacido en Junín en 1965, el autor expande y complica tanto el tono como la temática, en relación con su mejor libro anterior, “Toda la verdad”. El tiempo general, nombrado en el título, aparece fugazmente una y otra vez, o en tramos específicos ocupa el primer plano.
Con poco menos de 500 páginas, la novela participa de un momento de regreso de las novelas largas ambiciosas: en pocos meses se publicaron también “Historia de Roque Rey” de Ricardo Romero, y “La familia”, de Gustavo Ferreyra. Las tres, aunque muy distintas en el estilo y la forma, recorren tramos sobre todo recientes de la historia argentina, y de sus protagonistas.
En la que escribió Becerra, que en un momento niega las virtudes del punto de vista, el que se oye más a menudo es el de Juan Guerra, un oriundo de Junín (como Becerra), cultor del sexo, e hijo de un padre que resulta un personaje inolvidable, entre odioso y continuo gestor épico del fracaso, además de peronista.
También aparece a menudo la mano diestra del periodista o el ensayista, cuando habla de la conquista del espacio, o de la masacre en una escuela “amish” de Georgia. Hay también una versión trucha y “reaccionaria” del “Martín Fierro”, y una panorámica del universo aceleradísima, desde el “bigbang” hasta el “bigcrunch”, que sigue la vulgata actual sobre el tema.
Justamente, esos tramos son los menos dinámicos, los más atenidos a una especie de “doxa”, o ambigua parodia. En cambio el lector se siente fascinado por la manera en que el mundo se asocia con Junín, o hipnotizado por el virtuosismo erótico (o pornográfico, según el punto de vista del que mira) de Becerra para que uno siga página tras página las contorsiones, sudores y carambolas de largas relaciones sexualesy prolijas masturbaciones.
Cuando termina, el trayecto acumula frases, párrafos o capítulos enteros que lo muestran explícitamente como un gran escritor. Pero la suma es menos que las partes. Una secreta emoción crepuscular, crispada, invade a la variedad, y la elimina en la repetición de momentos sexuales. Uno sale agotado, y sin embargo satisfecho de haber estado presente.
por Elvio E. Gandolfo
Comentarios