Once meses después de haber dejado el Poder Ejecutivo, Cristina sigue moviendo un enorme caudal de gente –la última encuesta de Hugo Haime dio que un 34% del electorado bonaerense la votaría si la acompañara el ex gobernador Daniel Scioli en su fórmula, Analía del Franco aseguró que mantiene un 50% de imagen positiva en la Capital Federal, idéntica a la estadística que sacó Roberto Bacman para la misma zona–, aunque su futuro es una incógnita. “Está tanteando para adentro y para afuera, quiere ver quiénes le siguen respondiendo y qué tanta recepción tiene en la sociedad”, explican desde el entorno de CFK.
Es que la actitud de la ex mandataria giró mucho desde la derrota del último noviembre y las causas que en la Justicia la apremian tiene mucho que ver. Primero se confinó a un ostracismo absoluto durante los primeros meses del despoder, que fue cuando el peronismo duro que jamás la toleró y que fue marginado durante su gobierno aprovechó para comerle los talones y atacarla en público. Luego, a principios de abril, volvió a la escena política con el primero de varios viajes a Buenos Aires, con abiertos desafíos al Poder Judicial que la tiene arrinconada y fuertes críticas al PJ (“no me interesa ser presidenta del partido”, “el peronismo en el Senado parece una pata auxiliar del oficialismo”, entre otras). La semana pasada se vio el último y llamativo round de esta pelea de ajedrecistas: Cristina apareció en una videoconferencia para un acto por el Día de la Lealtad que organiza, nada menos, el PJ porteño que preside el dirigente del SUTERH Víctor Santa María. Aunque la ex presidenta aclaró que ahora es “más difícil hacer militancia y peronismo” y que hay que “reorganizarse para formar un gran frente nacional”, palabras festejadas por los políticos del FPV que sueñan con una alianza más amplia, lo más importante no fueron sus palabras: la mera presencia de CFK en un acto que armó el PJ –a pesar de ser de la ciudad no deja de ser del partido– sembró la idea de que la líder del kirchnerismo dio, por primera vez en años, el brazo a torcer. “Después de decir que el PJ es un aparato obsoleto apareció en el acto... es sorpresivo. Claramente la que se ha readaptado es ella, luego de hablar mal. Imagino que se dio cuenta de que para construir un armado electoral tiene que ceder”, disparó un importante líder del PJ provincial que prefiere no revelar su nombre. Por otro lado, Santa María fue más optimista: después de asegurarle a NOTICIAS que desea que la ex mandataria se presente, aclaró que todo va a depender de “cómo llegue el Gobierno, cómo llegue ella en las encuestas y las ganas de conducir que tenga”.
Por ahora el cristinismo baraja tres hipótesis: la primera –y mejor– es que los números le cierren a CFK para que se presente a candidata a senadora o diputada en Buenos Aires en el 2017; la segunda, un poco menos optimista, es un revival de la fórmula del año pasado, con Scioli a la cabeza y ella apoyando desde un plano secundario; la tercera posición es que vuelva a darse la fórmula Kirchner-Scioli, pero esta vez con Cristina. Un dato no menor: es notoria la pérdida de lugar de La Cámpora, la agrupación más resentida dentro del peronismo duro.
Sin embargo, las elecciones no son el único tema que desvela a Cristina. Su círculo asegura que el raid mediático y político al que se viene sometiendo tiene mucho más que ver con salir a plantarse frente a los avances de la Justicia que otra cosa. “Creemos que el Gobierno milita para meter presa a Cristina. Por eso ahora no le exigimos conducción, está en un lugar muy difícil. Además, ¿quién le va a sacar ese lugar?”, dice, irónico, un ex funcionario muy cercano. Pero hay una realidad: la ex presidenta tiene que enfrentar casi 300 causas, según la Cámara Federal.
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