Quizás hoy, más de cuarenta años después, Alejandra Gils Carbó debería desempolvar la vieja espada que le dio un título en 1975. Acosada por todo el oficialismo, que se puso como meta lograr que abandone su puesto como Procuradora General de la Nación, la última sobreviviente de la era K deberá llevar sus trucos y firuletes a la arena política. Esta batalla, tal vez, sea más fiera que la que le valió un campeonato hace cuatro décadas en el Club de Gimnasia y Esgrima de la Capital.
La actual jefa de los fiscales tenía aquel 11 de agosto sólo 18 años, pero aún así se impuso ante todas las contrincantes. "Obtuvo una meritoria victoria, actuó con rapidez y seguridad y venció a un selecto grupo de rivales", dice el diario La Nación de ese día. El elogio es justo: cuenta un amigo de ella que para el último enfrentamiento Gils Carbó se sentía débil y estaba a punto de desmayarse pero, contra los consejos, decidió seguir y luego obtuvo el título. Al día siguiente le confirmaron que tenía meningitis y que podría haber muerto en la batalla.
La única funcionaria nombrada en el gobierno anterior que se mantiene en su cargo tenía un futuro prometedor en el deporte. Así lo consigna el diario El Cronista, que en su edición del 23 de febrero de 1976 (ver foto), atestigua que Gils Carbó había sido elegida para representar a la selección nacional de esgrima en el próximo mundial en la lejana Polonia. Sin embargo, una vuelta inesperada de la vida le cambió los planes: quedó embarazada de su primer hijo -luego vendrían dos más-. La llegada de Damiana alteró su futuro, y finalmente abandonó el deporte.
Hoy, que tiene menos tiempo que nunca, incluso dejó el tenis -deporte que practicaba con frecuencia- y sólo hace natación un par de veces por semana, a las mañanas. Sin embargo, más de uno en el oficialismo debería tener miedo: dicen que algunos trucos nunca se olvidan.
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