Si Diane Arbus hubiera tomado y mostrado el conjunto de su obra –desplegada actualmente en MALBA– a partir de la década del ’90, nadie se habría asombrado por la temática. Eso sí, alguien destacaría la conmoción que sugieren muchas de sus fotografías. Es que el arte actual enfrenta al espectador también con la vulgaridad y la enfermedad, elige trabajar sobre lo abyecto, la atrocidad y la ambigüedad, incluso a través de lo político y social.
Pero Diane Arbus (Nueva York, 1923-1971) capturó la mayoría de los retratos exhibidos ahora en Malba entre 1956 y 1962; en aquel tiempo la “otredad” era escondida, disimulada. En un ensayo escolar sobre Platón, en 1939, Arbus decía que amaba “la diferencia, la singularidad de todas las cosas y la importancia de la vida... Veo lo divino en las cosas ordinarias”. Durante años, y aún hoy, sigue en curso un debate acerca del porqué de su preferencia por los seres “raros”, que mayormente protagonizan sus fotos. En la obra es evidente su atracción por lo híbrido y anómalo. No sólo sentía empatía espiritual por esos personajes sino que, a veces, se involucraba sexualmente con ellos. Cuando el Museum of Modern Art de Nueva York, MoMA, la incluyó en la muestra “New Documents” (Nuevos documentos), sus imágenes fueron especialmente señaladas por los medios y corrió el espanto: hubo quienes hasta escupían sobre ellas. No todos sus personajes fueron extravagantes, retrató a Jorge Luis Borges (un excepcional de otro calibre) y a Norman Mailer, celebridades como Mae West.
¿Ella era rara?
Seguro debe haber tenido sus demonios que, quizá, la habrán incitado a poner fin a su vida. Tal vez uno de ellos haya sido la prolongada y, a intervalos irregulares, relación incestuosa que sostuvo con su hermano, el poeta Howard Nemerov. Es sabido que le daba culpa haber nacido en un hogar privilegiado. Recurrió a un temprano casamiento para huir de su estricta y pautada existencia, que transcurrió en un gran departamento en una de las mejores zonas de Nueva York. A los 18 años se unió a Allan Arbus, un empleado del departamento de publicidad de la importante tienda que sus padres tenían en la Quinta Avenida.
Arbus fue fotógrafa de moda y directora de arte de refinadas revistas. Hasta que en 1956 decidió romper y diferenciarse. Salió a la calle con sus secretos, comenzó su aventura con el respaldo, también emocional, de su mentora Lisette Model.
Como un bosque
Organizada por The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, (The Met), “En el principio” es la primera exhibición en nuestro país de la influyente fotógrafa estadounidense, que estuvo apenas cuatro años bajo la luz pública pero cuyo trabajo tiene impacto duradero; 2.000 personas fueron a la inauguración. Célebre, cabe recordar que Nicole Kidman representó a la fotógrafa en la película “Retrato de una obsesión” (2006).
Jeff L. Rosenheim –curador en jefe de Fotografía de The Met– viajó a Buenos Aires y ofreció una conferencia. Subrayó que las imágenes pertenecen al período en el que la artista “desarrolló los temas centrales de su carrera y su singular mirada”, que buscó otorgar visibilidad y reivindicar como noble lo que la sociedad por lo general consideraba (¿considera?) malogrado y menesteroso.
En su presentación, Rosenheim destacó que “desde el principio, y a través de toda la obra de Arbus, sus retratados se enfrentan momentáneamente con su propia singularidad y, de este modo, nos desafían a hacer lo mismo. Estas fotografías ponen en cuestión todo lo que creíamos saber acerca de la identidad, el género, la raza, la apariencia y las distinciones entre artificio y realidad. Sin adornos ni grandilocuencia, Arbus nos coloca frente a frente con lo que ya había vislumbrado a los 16 años: lo divino en las cosas ordinarias. Y a través de sus fotografías, nosotros también comenzamos a verlo”.
La muestra en MALBA utiliza la misma museografía presentada en The Met: un recorrido cronológico por una suerte de bosque de iluminación muy tenue; estas son copias vintage (gelatina de plata, reveladas por la artista). Las pequeñas fotografías obligan al visitante a acercarse; piden una mirada íntima y reposada. La exhibición concluye con sus distintivos retratos de formato cuadrado, de mayor tamaño, –“Una caja de diez fotografías”– de la colección del San Francisco MOMA, que Arbus produjo entre 1970 y 1971. Suma “Gemelas idénticas” (Nueva Jersey 1967), la famosa foto de las hermanas Cathleen y Colleen Wade. ¿En esos gestos distintos exploró su propia identidad?
No todas las imágenes descubren personajes fuera de norma o gente especial como “Lanzafuegos en un circo”, Nueva Jersey, 1957. Algunas son fotos de actrices tomadas de la pantalla de cine, de expresiones severas y preocupadas (“Mujer en un colectivo”, NYC, 1957) o de frustración y desafío (“Niño con campera con capucha apuntando un arma”, NYC, 1957). ¿Esa misma determinación guiaba a Arbus?
Lejos de ser superficiales, muchas de sus fotos insinúan un vínculo emocional entre fotógrafa y modelo. “Detrás de una carpa de circo o de un escenario, o dentro de un dormitorio –como ‘El Hombre Al Revés en su habitación de hotel’, NYC, 1961– , el papel de outsider curiosa de Arbus con el tiempo fue perdiendo fuerza en favor del de una insider privilegiada”, apunta el curador, mientras indica la foto de un transformista, de un enano, las imágenes de “Hombre con sombrero, traje de baño, soquetes y zapatos” (Coney Island, NY, 1960), “Jack Drácula en un bar” (New London, Connecticut, 1961), “Stripper con el pecho desnudo sentada en su camarín” (Nueva Jersey, 1961).
El conjunto –con catálogo editado por The Met–, asimismo, enfatiza el cambio de temperatura de las imágenes: al principio Arbus encontraba a sus personajes, luego ellos –conociendo la dignidad con que serían tratados y retratados– la buscaban.
La muestra puede visitarse hasta el 9 de octubre en Malba, Figueroa Alcorta 3415.
por Victoria Verlichak
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