★★★★1/2 Este film es, por lejos, lo mejor que hizo Nolan en su carrera. Dejemos de lado algunas mistificaciones sobre el monumental rescate de Dunkerque, cuando 400.000 soldados ingleses y franceses quedaron cercados por las tropas alemanas en esa playa del norte de Francia. Lograron salvarse 335.000 contra todo pronóstico. Nolan relata no el cuento patriótico de Gran Bretaña yendo por sus hijos, sino otra cosa: el miedo ante la muerte en acecho constante y, sobre todo, la gran tragedia humana, el paso del tiempo. Sin cargar las tintas en ningún sentido, sin golpes bajos, por una vez Nolan deja que la enorme pericia técnica, su virtuosismo con la cámara y la planificación, pasen de contrabando. Por una vez, en suma, nos importa cada uno de los personajes. Se trata de un film coral que se construye sobre la base de cuatro líneas narrativas: la del soldado que desea huir a toda costa, la del capitán que debe proteger el único muelle que permite evacuar tropas, la del aviador con poco combustible que debe decidir el sacrificio, la del hombre común que cruza el canal para salvar personas, todo combinado para formar un tapiz complejo que no requiere diálogos de más (sí, de todos modos hay una línea de más). Los alemanes no aparecen: son una amenaza invisible, son las bombas, los francotiradores, los torpedos. Nolan nos coloca físicamente en el centro del miedo y narra un cuento de esperanza con herramientas de puro cine.
por Leonardo D’Espósito
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