Milagro Sala está presa en el penal de Alto Comedero, San Salvador de Jujuy, hace casi un año y medio esperando una definición de la Corte Suprema. El juez Pablo Pullen Llermanos fue quien ordenó la detención de la líder por presunto encubrimiento de un homicidio y supuestas lesiones graves. Mientras tanto, su organización social, la Tupac Amaru, ha quedado desarticulada.
Algunos en Jujuy pintan paredes por la libertad de Sala, pero otros los tachan. La opinión pública jujeña en general repudia a la dirigente kirchnerista. Frente a la cárcel de Alto Comedero donde está presa, carteles reclaman al presidente Mauricio Macri que atienda los reclamos de organismos internacionales de que la libere mientras no haya condenas firmes contra ella.
El pasado 28 de julio la Comisión Interamericana de Derechos Humanos llegó a la conclusión de que los “derechos a la vida e integridad personal” de Milagro Sala “enfrentan un riesgo de daño irreparable”, y por lo tanto le debería ser otorgada una detención domiciliaria.
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