En un contexto de crecientes restricciones a los derechos de las personas transgénero en numerosos países, la batalla legal sobre la atención médica para cambio de sexo en menores llegó a la Corte Suprema de Estados Unidos, con el estado de Tennessee a la cabeza de la controversia. La discusión ha adquirido un giro inesperado: los defensores de las leyes restrictivas están utilizando como referencia los cambios en las políticas de países europeos, marcando una ruptura con el tradicional rechazo conservador a influencias extranjeras en el sistema legal estadounidense.
En los últimos años, países como Suecia, Reino Unido, Finlandia y Noruega han revisado sus protocolos sobre tratamientos relacionados con la disforia de género, adoptando posturas más cautelosas. Este hecho ha sido replicado por políticos y abogados conservadores en Estados Unidos para justificar leyes como la de Tennessee, que prohíbe tratamientos hormonales o quirúrgicos para menores que busquen transicionar. Según Jonathan Skrmetti, fiscal general de Tennessee, estas políticas europeas evidencian que las intervenciones de afirmación de género conllevan riesgos significativos.
Cambio de marea
La referencia a Europa como modelo es un cambio notable en la narrativa de la derecha estadounidense. Durante décadas, los conservadores rechazaron cualquier influencia extranjera, particularmente europea, en debates legales internos, como los derechos LGBTQ+ o la pena de muerte. Ahora, sin embargo, aprovechan el cambio de marea y la experiencia de otros movimientos europeos para limitar ciertos tipos de atención médica trans como un respaldo a sus propias iniciativas, argumentando que estas restricciones no solo son prudentes, sino también compatibles con la Constitución de Estados Unidos.
Este giro ha generado críticas entre defensores de los derechos transgénero. Sasha Buchert, de Lambda Legal, calificó de "hipócrita" que quienes históricamente han rechazado el modelo europeo en temas como la salud pública ahora lo utilicen como referencia. “Es irónico que citen políticas médicas de Europa, cuando en otros contextos han denigrado la medicina socializada”, señaló.
El debate sobre la atención médica de afirmación de género también ha crecido en Europa. En el Reino Unido, un informe liderado por la doctora Hilary Cass concluyó que las investigaciones sobre estos tratamientos son débiles y que existía poca atención a problemas colaterales, como la salud mental de los pacientes o los casos de "detransición". Como resultado, el Servicio Nacional de Salud (NHS) dejó de prescribir bloqueadores de la pubertad para menores y cerró su principal clínica de atención para jóvenes trans.
Suecia, Finlandia y Noruega han adoptado políticas más restrictivas aún, limitando ciertos tratamientos a ensayos clínicos. Sin embargo, estos países no han implementado prohibiciones totales como las que se promueven en Tennessee y otros 25 estados de Estados Unidos. Según Chase Strangio, abogado de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), los ejemplos europeos han sido distorsionados en el debate público estadounidense: “Europa está adoptando enfoques más específicos para garantizar que quienes necesitan tratamiento lo reciban, algo muy distinto a lo que hacen estados como Tennessee, que eliminan por completo cualquier vía de acceso”.
Batalla cultural
A pesar de las referencias a Europa, varios magistrados estadounidenses han cuestionado la relevancia de estos ejemplos en el contexto legal estadounidense. El juez federal Eli Richardson, quien bloqueó temporalmente la ley de Tennessee en junio, argumentó que los ajustes europeos no son comparables a las prohibiciones absolutas impuestas en algunos estados. “El hecho de que estos países revisen sus políticas no equivale a prohibir completamente los tratamientos hormonales”, señaló.
Este debate pone en evidencia cómo los argumentos legales y culturales se entrelazan. Mientras en el pasado los conservadores rechazaban cualquier influencia extranjera por considerarla una amenaza a la soberanía estadounidense, ahora la citan cuando sirve a sus objetivos. Este uso selectivo de estándares internacionales refleja una tendencia más amplia: tanto la derecha como la izquierda recurren a ejemplos globales para justificar sus posiciones, dependiendo de su conveniencia.
El creciente giro hacia políticas restrictivas en Estados Unidos y Europa subraya un momento de revisión para los derechos de las personas transgénero. Los críticos señalan que las prohibiciones absolutas no solo ignoran las complejidades de la evidencia científica, sino que también niegan a los pacientes el derecho a decidir junto con sus médicos el mejor camino para su bienestar.
La batalla legal en Tennessee, con ecos de debates europeos, no es un hecho aislado. Es parte de una tendencia global en la que el avance de movimientos políticos conservadores erosiona y revierte las políticas woke de la última década, marcando para un preocupante retroceso en la lucha por la igualdad y la inclusión.l
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