★★★★ Este film es imperfecto, es cierto. Adolece del mismo defecto (y la misma virtud) que “Guardianes de la Galaxia Vol. 2”: le importa más el placer que puede producir el ejercicio del cine, le interesa más que jueguen sus personajes, que la cohesión narrativa o la necesidad de plantar bandera con ideas importantes sobre el mundo. Sí, por supuesto: al tratarse de una aventura de espías totalmente disparatada, también se reflexiona de costado sobre el poder. Pero eso es mucho menos importante que las ganas de inventar cosas con el cine. El realizador Matthew Vaughn ya había logrado picos interesantes en su carrera con sus largos anteriores: Kick-Ass, la increíble X-Men-Primera generación (que es necesario volver a ver) y la anterior Kingsman. Y en todas hay grupos de personas, de héroes más grandes que la vida, una manera de denunciar las repeticiones de un género y, al mismo tiempo, hacerlos estallar por saturación. Aquí la organización de superespías británicos se ve en enormes problemas y sale en su rescate otra organización paralela pero estadounidense. Claro que hay chistes sobre las diferencias culturales pero, otra vez, están colocados de tal modo que resultan una burla a la salida fácil. Por cierto, el defecto mayor es la duración, el pasarse de rosca con la creatividad gráfica. Pero los actores –está lleno de estrellas– se divierten y lo contagian a la platea. Un sabroso pedazo de pastel, como hubiera dicho Hitchcock.
por Leonardo D’Espósito
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