Pablo Neruda y su compleja relación con las mujeres dan para contar más de una historia. De estas experiencias del poeta chileno, la escritora argentina y directora literaria de Alfaguara, María Fasce, toma el material para narrar su última novela “La mujer de Isla Negra” (Edhasa). El marco temporal es el período entre 1952 y 1961 y el lugar, la casa de Neruda a orillas del Océano Pacífico.
“A Neruda ningún amor le dura lo suficiente y eso no lo habilita como el poeta del amor por excelencia”, resume respecto de su libro. La novela es ficcional pero el marco real está siempre presente. Ese marco es el trío pasional que con Neruda conformaron la aristócrata y refinada Delia del Carril –su segunda esposa, argentina– y quien fuera durante años su amante y compañera hasta convertirse finalmente en su tercera mujer, la musa chilena Matilde Urrutia.
“Me divertía el contraste entre el Neruda que escribe esas memorias pomposas con aquel otro que aparece, por ejemplo, en la biografía de Delia que escribió Fernando Sáez, donde de viaje con su amante le escribía cartas del estilo: ‘Acá está tu cigarro, sólo al sol, extrañándote… Creo que Neruda le debe haber sido infiel a todas sus mujeres, como (Pablo) Picasso, como (Jean-Paul) Sartre, como tantos otros que caminan por la calle. Pero es interesante cómo el arte es amoral. Me gusta creer que la obra literaria y los principios de un autor van por caminos separados“, explica la autora.
Trabajo. En el afán de recrear un Neruda lo más fidedigno posible, Fasce acudió al archivo: los propios versos del poeta, su biografía y la de sus mujeres, fotografías y visitas a su casa en Isla Negra. No obstante, aclara: “Para las buenas novelas históricas, lo ideal es leer mucho, documentarse, y luego olvidar. Como si fuera una receta de cocina, los detalles de la realidad y de la ficción son ingredientes para construir la historia”.
Según se desprende de algunas epístolas de la época de diplomático en Europa, el amor entre Delia y Pablo germina por 1934 en la Cervecería Correos de Madrid, en tiempos donde el poeta transitaba infelices momentos con su pareja María Hagenaar –“Maruca”–.
“Lo que le deslumbró de Delia fue su elegancia, su clase y distinción; algo que él de algún modo no tenía. Se ve en las fotos: cómo vestía, su pelo, su andar. ¡Era como una actriz de Hollywood!”, dice Fasce acerca del romance con la pintora que le abre puertas al poeta hacia los más altos círculos político-culturales.
“Por algún motivo él se desenamoró de Delia y la empezó a engañar desde muchísimo antes de que se oficializara la relación con su amante. Es un misterio ya no de la novela sino de la vida por qué se acaba el amor”, concluye.
por David Feliba
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