La regla que se cumple con las relaciones de Bullrich es, casi con seguridad, sólo aplicable a ella: sus vaivenes políticos se pueden asociar al desarrollo de sus distintas relaciones. Si bien fue un adolescente al que llamaban “el Víbora” quien originalmente la atrajo al movimiento, fue su primera relación sería quien la marcó. Con Marcelo “Pancho” Langieri, secretario de Galimberti, Bullrich empezó a salir a fines del 1975. Ambos se exiliaron dos años después y volvieron clandestinamente en 1979. Ese año nació Francisco, su hijo, al que recién podrían anotar ante la ley seis años después.
Langieri, hoy es sociólogo y docente, fue un renombrado montonero. “Era un oficial primero. Fue uno de los montos que más tiempo pasó detenido”, asegura un ex compinche. “Pancho” estuvo preso varias veces: durante el gobierno de Lanusse, a fin del mandato de la viuda de Perón y durante una protesta contra Alfonsín que incluyó molotovs. Sin embargo, su estadía más prolongada -tres años y ocho meses en Devoto- ocurriría en 1991. En un confuso episodio, la Policía arremetió a tiros contra él y Ricardo “el Lobito” Rodríguez Sáa, histórico hombre del peronismo y familiar lejano de los gobernadores puntanos, terminando con la muerte de este último.
Aparentemente ambos habrían estado armados. La relación de Langieri con Bullrich fue un karma para él desde que se separaron: el ex montonero, crítico de este gobierno, recibe gastadas a diario de sus amigos por su anterior relación, que terminó en 1982.
Luego salió con Néstor Ortiz, del peronismo duro, cercano a la agrupación “Los Demetrios”, y con poca aceptación dentro del sector revolucionario. Su actual marido no viene de la política: si bien Guillermo Yanco la asesoró durante años, el abogado es conocido en el ambiente empresarial.
por Carlos Claá, Juan Luis González
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