Desde que se conoció la noticia de la muerte de Rafael Nahuel, comenzaron a circular mentiras en las redes sociales pero también en los medios de comunicación afines al Gobierno. Primero se dijo que el joven tenía 27 años, que portaba armas y que era miembro de la RAM, algo que fue desmentido rápidamente por quienes lo conocían.
Eso no fue lo único. Al otro día de la muerte, el 26 de noviembre, hubo un accidente en Tigre y la primera versión que circuló fue escalofriante: a un hombre de 50 años, Federico Morera, le había explotado una bomba que estaba armando y, según consignaron esas informaciones, que citaban como fuente al ministerio de Seguridad, habían hallado en el hogar folletos de Santiago Maldonado y de la RAM. Sin embargo, NOTICIAS pudo saber que en el entorno del hombre rechazan esto. “Estaba moviendo una garrafa que explotó”, insisten sus amigos. La víctima del percance doméstico está en grave estado, ya que perdió un brazo, la visión, quedó sordo y su vida corre peligro. Un amigo de él insiste: “Es una locura que digan que estaba armando una bomba”.
También circularon imágenes en las que se ve a un grupo de encapuchados armados en un campo. Desde la oposición insisten en que las imágenes fueron lanzadas desde el “troll center” oficial. Aunque al principio se dijo que eran miembros RAM en la Argentina, con los días se pudo confirmar que se trataba de fotografías en Chile del 2011.
Para los miembros de las comunidades, una de las peores confusiones es la asociación de “mapuches” y “RAM”. De hecho, en varias entrevistas televisivas se presentó a Luis Pilquimán como un “Vocero de la RAM” cuando, en realidad, es dirigente de la Coordinadora del Parlamento Mapuche. Todavía quedan por verse los detalles del operativo en el que murió Nahuel. En la descripción del ministerio de Seguridad se afirma que los mapuches que estaban en Mascardi llevaban máscaras antigases y armas de fuego, pero no dieron a conocer pruebas. Ante las consultas de NOTICIAS, desde la cartera de Patricia Bullrich, así como desde el ministerio de Derechos Humanos, prefirieron no responder.
por Marcos Teijeiro y Giselle Leclercq
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